guiado por las apariencias

22/12/09

Querida Gatis X

Querida Gatis:

Siento llevar tanto sin escribirte, lo hago en este momento desde un porche, en un hotel en Hawaii. He deambulado un poco por el Pacífico y no ha sido nada fácil acceder a Internet. Al final he tenido muchos problemas con el pasaporte, pero no quería volver. He tenido que acudir a Michael, que me ha conseguido que un amigo me haga un falso contrato de trabajo, aquí en esta isla estadounidense. He vivido un montón estos meses, la visión del océano te cambia profundamente, esa infinitud, ese vacío azul, inmensidad ciega. Uno se siente más pequeñito, no creo que la Ilustración o el Renacimiento hubiesen sido posibles en este entorno. Han sido días apacibles pero también extraños, cargados de una angustia sorda y de un sentimiento cercano a lo místico. Todo empezó en la Isla de Pascua, pasé unas cuantas semanas allá, vi todos los moais y aprendí algunas cosas sobre ellos; su sublime frialdad sobrecoge. Allí, minúsculo, me sentí como un monstruito, como una pequeña alimaña, creo que las personas, con nuestra obsesión por pensar, somos los más grotescos de los animales, caminamos haciendo un ruido absurdo mientras que la realidad calla, dueña de una sabiduría vacía que no podemos comprender. Pensé muy poco esos días, observaba el mar y la roca, el sonido de las olas. Me sentí limpio, lloré sin sentido y sonreí sin sentido, solo. También me invadió la angustia por dejar de entender quien soy, por perderme en ese azul, por sentirme como una bolsita revuelta en su interior a punto de abrirse a la nada circundante, supongo que acercarse a Dios significa morir. Creo que no hay plenitud con personalidad, no se puede ser perfecto y tener nombre, el cielo debe de ser un lugar terroríficamente aburrido. Recordaba una y otra vez, de forma siniestra, una frase del tebeo Akira: “no dejes que la alucinación te consuma”. Cuando alucinamos nos dejamos no ser, cedemos a la locura, pero si lo que vemos no importa, si todo viene y va, ¿para qué estar sujeto a la realidad? ¿qué más da? He estado haciendo funambulismo en el filo de una navaja. La isla se presta a ello, conociéndola un poco se puede uno mantener relativamente al margen de los turistas, he caminado cientos de horas por su hierba y por su roca, bajando a la playa para bañarme desnudo, embriagado de tacto y sonido. A los solemnes muais les he cogido un cariño sencillo y tierno, respetuoso también, como si fuesen una suerte de poderosos padres que me sostuvieron en mi extraño camino.

Por la noche, bebía té y jugaba un par de horas al póker. Lo hacía sin pensar en absoluto, nunca he jugado tan bien. Gané mucho, viví con comodidad; en un bungaló fantástico en un hotel caro. Un lugar elegante, con una comida estupenda, construcciones de madera y servicio discreto y amable. No se puede decir que halla sido exactamente feliz ni desgraciado, he encontrado al tiempo mucha paz y mucha desolación, paz por el vacío, desolación ante el vacío. Me preocupaba especialmente que mi deseo sexual estaba por los suelos, a pesar de pasarme el día viendo a turistas con poca ropa, algunas muy guapas; nada. Creo que esto en concreto me ha venido bien, como una limpia, y ha sido fundamental, un paso en mi vida.

Creo que siempre he tratado de encontrar un sentido épico a mi existencia; en el arte, en la amistad, en la pura experiencia, en todo. Pero al tiempo, he guardado siempre cierto cinismo, cierta sensación de que todo se derrumbaría en algún momento. Creo que sólo una cosa escapó a ese descreimiento; el amor de pareja. De entre todas las cosas que he buscado, ha sido en encontrar a una media naranja en lo que más auténtica fe he depositado, por eso la crisis fue total al perderte, al perdernos, por eso empecé este viaje. ¿Se puede vivir sin esperanza? La esperanza es resistente, tenaz, pero no es lo último. Tras ella queda la melancolía, tras la melancolía, el humor, tras el humor, la angustia, y tras la angustia, tal vez nada, pero esa nada ya no es nada, porque sin nada no hay palabras, ni conceptos ni nada. La paz. Mi amigo Javi me dijo en una ocasión que yo era un tipo muy interesante porque me dedicaba a construir cosas enormes y a destruirlas una vez terminadas, he tardado años en entender lo que eso quería decir.

He estado comiendo realmente poco, todavía estoy muy delgado, más aun que de costumbre. A finales del Otoño (aquí Primavera) pasé además el dengue, una enfermedad que trasmiten algunos mosquitos y que es una especie de gripe fuerte con fiebre alta y dolor en los huesos. El dengue duele duro de verdad, en las muñecas, en las rodillas, se siente como si todo tu cuerpo se quisiese descoyuntar. Sufrí, pero sufrí con una serenidad que de nuevo me asustó. Pasé tanto miedo, tanto miedo cocido en mi propio sudor, sólo, perdido y aterrorizado exclusivamente por una causa; por no tener miedo de morir, por no echar de menos, por estar bien, por ser libre. Pasaron los días febriles sin aburrimiento ninguno, de nuevo completo en la experiencia de escuchar, de tocar, de oler sin juicio alguno el gusto de mi propio sudor.

Luego me recuperé y desde entonces me he ido centrando un poco. La primera persona con la que volví a intimar fue Klauss, un niño alemán que estaba de vacaciones con su padre. Klauss tiene seis años y habla inglés porque su madre es australiana. Se acercó a mí algunos días después de curarme del todo, mientras desayunaba en el comedor del hotel. A pesar de que es sólo un niño, su saludo me intimidó, si hubiese sido un adulto sin duda no hubiese sido capaz de hablar con él, estaba demasiado sumido en mí mismo. Pero Klauss es un muchacho regordete de mirada brillante, los niños pequeños son así de limpios, ya parlantes pero aun no del todo humanos. Debía tener yo un aspecto lamentable, escuálido y con una barba enorme que aun llevo, afortunadamente el padre de Klauss es una suerte de exhippie adinerado y no se asustó demasiado. Klauss y yo nos presentamos y comenzamos a charlar. Me pidió que le contase un cuento y le resumí El retrato de Dorian Gray. Supongo que no es lo más apropiado para un niño pero el caso es que le encantó y a la mañana siguiente, en el desayuno, me pidió otro cuento. Le conté la Isla del Tesoro. Y así fui recuperándome, recuperándome en un sentido literal porque volví a ser yo, volví a tenerme un poco, volví a recordar. Todo ello a través de historias, de historias de otros tan importantes para mí que ya son mías, y ahora un poco de Klauss también. Le conté 1984 mezclado con Un Mundo Feliz, y Alicia en el país de las maravillas, y Frankenstein, y Peter Pan, y Narciso y Goldmundo, y el cuento de los siete hermanos que se convirtieron en cuervos y el de la muchacha sin manos, y el mito de Eros y Psique y el de la caja de Pandora, y la historia de David y Goliat, y la de Sansón y Dalila, y la de Indra aprendiendo el secreto de la Maya de Vishnu. Le conté las aventuras de Ulises en su viaje a casa, y los amores de Romeo y Julieta, y el Drama de Segismundo, encerrado en un torreón por su padre desde su nacimiento. Y el último día le hablé del Tejón, que había cruzado el océano en busca de algo que ni él ni nadie sabe lo qué es, algo que nadie encuentra nunca. Los ojos azules de Klauss imaginaban cada escena, sus oídos acogían cada palabra con fuerza. Lloró un poco el día que nos despedimos. Yo, en cada desayuno que pasé haciendo de cuenta cuentos, fui recuperando el apetito y entre unas peripecias y otras me comía mis buenas tostadas y mis buenas macedonias de frutos tropicales.

Y más o menos así me ha ido, poco después de Klauss me fui yo también de Pascua, visité algunas islas más y acabé en Hawaii, como te dije, donde, de momento, me encuentro agustito, aunque ya estoy tramando un nuevo destino de viaje...

Tengo muchísimas ganas de saber de ti, escribe pronto.

Te mando muchos besos.

El Tejón.

14/12/09

Escribiendo un poquito (para descanasar).

A veces me lleno de ternura

y me pierdo en las texturas de las cosas, en los ruidos suaves, en el tiempo.

Como en la playa, donde un niño levanta piedras y mira la arena debajo aun húmeda, oscura.

Cuento los días de la semana con los dedos de la mano

y confundo las ganas de reír con las de llorar.

Cambio los deseos por anhelos

y la soledad por una melancolía fuerte que saluda desde lejos moviendo los dos brazos.

De repente entiendo cómo calienta la ropa, cómo el agua hierve por las mañanas,

y me escondo en un rincón sin ninguna distancia de todos los recuerdos.

Cuando todo viene, a un tiempo,

nos invade la sensación de presencia,

pero luego se escurre.

Aun amamos.


8/11/09

Tontería.

Somos más listos cuando vivimos días exraños, llorando dentro por nuestra propia ausencia, mirando a nuestra madre ya vieja, transformada en pensadora.

Solos y abrazados al otro, felices y angustiados, hablando al fin por todos, con los ojos ciegos y la visión puesta en el punto de fuga del cielo negro que de noche se esconde entre estrella y estrella.
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27/9/09

Querida Gatis IX

(muy mal escrito, pero me gusta la historia)
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Querida Gatis:
¡Felicidades! ¡Madre mía, ya tienes una niña! No sabes la ilusión que me hace, espero conocerla algún día y ver en ella un cachito de ti. Me da un poco de pena ¿sabes? Supongo que en parte me fui de España huyendo de nuestra relación, pero a menudo he pensado que aunque no quedaba otro remedio que terminar con ella, me resulta muy triste, porque lo que yo había querido desde niño era encontrar a alguien como tú y pasar la vida a su lado, en fin… cuando creces los sueños que tuviste de crío se desvanecen. En mi caso esto ocurre de forma extraña porque creo que en la adolescencia me encontré con todas mis ilusiones de infancia satisfechas, lo viví como una edad de oro, y ahora descubro que gran parte de todo aquello no fueron más que ilusiones.

Parece que os estáis poniendo todos de acuerdo para hacer que la inestabilidad de mi vida me pese, Michael me escribió hace poco para decirme que se casaba con Pauline. Ha sido una noticia fantástica, he hecho un buen dinero en las Vegas y estaba esperando una oportunidad para abandonar este país. La boda ha sido el broche de oro perfecto a mi estancia en la tierra de las oportunidades.

La mezcla de ambas familias ofrecía un espectáculo magnífico. Michael tiene cinco hermanos que sumados a los tíos, primos, padres y abuelos, forman un verdadero clan afro americano. Proceden de Nueva Orleans y son una familia llena de cultura popular, casi todos tocan o cocinan, o hacen ambas cosas, como Michael. Los parientes de Pauline, en cambio, son sofisticadísimos judíos parisienses, muy finos y educados. La mitad tienen trabajos lucrativos, son joyeros, banqueros, empresarios… la otra mitad se dedican a cosas creativas, son pintores, escritores, fotógrafos… Fue un gustazo relacionarme otra vez con Europeos, aunque en Europa los franceses nos resulten muy diferentes, hay muchas cosas que tenemos en común con ellos si nos comparamos con los americanos del Norte e incluso del Sur. Pequeñas cosas, pero importantes.

La boda fue en un prado precioso junto a un lago inmenso, un sitio idílico que alquilan para celebraciones de este tipo. Fue muy divertido ver interactuar a dos grupos tan diferentes. Al principio los franceses estaban muy cortados, pero según fueron bebiendo y la música les fue animando empezaron a soltarse; bailaban unos con otros formando parejas inverosímiles de señoronas negras con imposibles vestidos fucsias y espigados burgueses rubios con trajes de una elegancia impoluta. Los niños jugaban hablando en idiomas diferentes, y yo jugaba también con ellos haciendo un poco el papel de excéntrico, que creo que es en lo que me he convertido con el paso del tiempo. Michael y Pauline abrieron el baile, fue una verdadera maravilla verles, se quieren tanto… fue precioso pensar que su amor era lo que daba sentido a aquella extraña celebración. Mientras todos les mirábamos moverse al compás de la música ellos se perdían el uno en los ojos del otro. Pauline llevaba un vestido sencillo, no de novia, pero con un corte especial, color marfil con flores azul pálido. Estaba radiante. Sentí envidia sana.

Pensé mucho sobre la familia allí, hace tanto que no veo a la mía… Es cierto lo que se dice, las relaciones de amistad tienen a su favor el hecho de que las elije uno, pero tienen en contra el no ser del todo incondicionales, como la familia. Es muy común que no soportes a tus padres y hermanos, pero son tu gente y lo serán siempre. Creo que viendo todo aquello sentí verdadera morriña por primera vez desde que me fui. No fue echar en falta a personas concretas, añoré más bien mi tierra, mi familia, el dejar de sentirme extranjero, una sensación a la que, por otro lado, creo que me he vuelto adicto.

En la boda conocí a una chica, una prima de Pauline, se llama Ruth. Es morena con el pelo rizado y fuertes rasgos hebreos. Tiene una nariz grande muy bonita, los ojos azul oscuro y la piel blanca. Lleva una tienda de ropa y objetos antiguos en Lyon. Estuvimos todo el rato haciendo bromas de la envidia que nos daba la felicidad de los recién casados. A ella le acababa de dejar su novio, llevaban nueve años juntos, desde la adolescencia, pero él no terminaba de comprometerse, al final se había ido con otra y se iba a casar. Ruth tiene la mirada llena de ternura pero se hace la dura. Camufla su dolor con ironía y le duele casi todo, más ahora, después de la experiencia con su novio. Le duele la ausencia, la traición y el despecho. Pero le duele también la belleza que le entra por los ojos, la abrumadora sensación de entender demasiado bien el alma de las demás personas, incluso las alegrías le duelen. Qué cosa tan difícil de manejar es la sensibilidad excesiva, la genialidad en realidad. Ella me recuerda en parte a María, sólo que en vez de refugiarse en la droga y la tristeza se esfuerza en ser fuerte, en reír, reírse de todo aunque queme por dentro.

La ceremonia fue por la mañana, al caer la tarde la gente se fue yendo. Primero los novios, luego el resto. Ruth y yo aun no nos habíamos besado, aunque era evidente que yo le gustaba guardaba las distancias. Al fin, mientras me decía adiós, le di un beso, lo recibió con miedo pero respondió. Nos fuimos a mi hotel y nos pasamos dos días en la cama. Viendo películas en el ordenador, haciendo el amor, comiendo y hablando. Hablamos de todo, bromeamos mucho. Ruth tiene una piel palidísima con muchos lunares, su pelo de rizo cerrado es suave, está entradita en carnes, intenta cuidarse y hace ejercicio, pero le apasiona comer. Envidia a su prima porque se ha casado con un cocinero, que para ella es el colmo de los braguetazos. Le gustan tanto las gambas con mayonesa que las pidió tres veces al servicio de habitaciones. Adora la moda, pero odia el ambiente frívolo de los desfiles y los modistos. Trabajar le hace feliz, le da paz (en eso no nos parecemos) es nerviosa y está llena de vida. Es intrépida y le gusta hacer locuras como correr desnuda conmigo por los pasillos del hotel (apostó a que podíamos dar la vuelta entera a la planta sin que nadie nos pillase y perdió). No le gusta sentirse vulnerable, no le gusta decir que alguien le gusta (yo, por ejemplo) o que lo ha pasado mal o que desea algo. Si expresa algo íntimo lo hace de forma indirecta, con algún comentario fugaz y, sólo algunas veces, físicamente, con un abrazo o con una caricia. Mueve las caderas de forma prodigiosa y le encanta el sexo oral en todas sus vertientes.

Cuando nos despedimos estuvo seca, yo le dije que me había gustado muchísimo pero ella a penas quiso besarme. Intente encontrarla al día siguiente, volvía ya a Francia y pensé en ir a despedirla al aeropuerto. Llamé a su hotel pero me dijeron que no estaba, creo que era mentira. Llamé a Pauline, la pillé a punto de irse de viaje de novios a Australia, me dijo que Ruth no quería verme.

- ¿Por qué?

Pregunté yo.

- Creo que está enfadada.

- ¿Por qué?

- Va, no la hagas caso, está mal desde lo de su novio. En realidad siempre ha estado un poco loca.

- Pero todo fue muy bien, ¿qué le molestó?

- Es que… quería que le pidieses que se casase contigo. Pero, de verdad, no le des más vueltas, Ruth no es normal…

Una vez desarrollé un test de compatibilidad de pareja, tiene seis categorías en las que se puntúa una relación de 0 a 10, el resultado es un número sobre 60. La teoría dice que si sacas 50 o más tienes una relación lo suficientemente buena como para que, si la cuidas, dure por toda la vida. Las categorías son: intimidad (la capacidad de estar juntos cómodamente, sin hablar, sin necesidad de otra cosa que la mutua presencia), atracción sexual, práctica sexual, sentido del humor, intereses comunes y compatibilidad de caracteres. Aunque se supone que debes llevar un tiempo con alguien para que el test funcione, por lo que vi en Ruth nuestros resultados serían los siguientes:

Intimidad: 9.
Atracción sexual: 7.
Práctica sexual: 9.
Sentido del humor: 10.
Intereses comunes: 7.
Compatibilidad de caracteres: 8.
Resultado: 50.

Supongo que Ruth sí es rara, pero creo que no está loca.

En fin, Gatis, tras la boda volví a las Vegas y me estoy despidiendo de esta extraña ciudad. Casi no te he hablado de ella porque la verdad es que no me ha gustado mucho. Entra por los ojos pero luego es mayormente un parque temático del vicio, encima de un vicio nada perverso, un vicio lerdo y simplista. Eso sí, visualmente es una maravilla, todo un festival de la silicona y las luces de neón. Yo ya estoy con la cabeza fuera. Esta noche salgo para Chile, se me ha metido en la cabeza visitar la isla de Pascua primero, y otras islas del Pacífico después. Un capricho como otro cualquiera, que ahora puedo pagarme…

Espero algún día verte con tu pequeña Julia, sale preciosísima en las fotos. Se os ve muy felices a ti y a Francisco. Eres una persona extraordinaria y serás una madre extraordinaria.

Yo sigo intentando correr más rápido que el viento.

Pienso en ti.

El Tejón.

A mi estimado David:

A mi estimado David:


Sólo a ti te dedico ésta mi última carta. Aunque supongo que un suicidio tiene siempre un cierto sabor a derrota, intento con él ejecutar mi único acto de auténtica libertad, que es, como incansable buscador de ésta que soy, mi única victoria. Con las manos rebosantes de sangre, hundidos hasta los hombros, negamos a Dios con la esperanza de que no existiese, porque de existir, nada podría evitarnos el más rojo de los infiernos. Cortamos la cabeza del rey y de los nobles, de los simpatizantes, arrebatamos su poder a los burgueses, hicimos rodar cabeza tras cabeza. Cavamos el hoyo de la justicia con la pala del horror. Al final, se esfumó el sueño y despertamos sumidos en la más siniestra de las pesadillas.


Utopía es locura. Realidad; injusticia y desgracia. La libertad; una idea, y como tal perteneciente a una dimensión preciosa pero inalcanzable, cruel. Se les advierte a aquellos que desean, que la obtención de sus anhelos puede ser un castigo peor que la insatisfacción. No existe aquello lo suficientemente bueno como para colmar la expectativa humana, y cuanto más alta es la expectativa, mayor la decepción. Nosotros, los revolucionarios, apuntamos al cielo. Pedimos una vida verdadera. Cosechamos cadáveres. Más sentido tiene el oficio del artista que gracias a la ilusión de la forma consigue hacer verosímil la encarnación del ideal. Felices vosotros los pintores, también los músicos y los poetas, y todos aquellos que viven y venden mentiras preciosas, vuestra es la única libertad posible.


Para el pueblo de Francia sólo tengo mis más humildes excusas y la más burda de las defensas: mis intenciones fueron puras. Pido a Dios, si existe, que nos libre en adelante al menos de las quimeras, que se olvide de todos aquellos que se creen iluminados por Él o por cualquiera de sus máscaras, entre las que incluyo a la Razón. Razón mentirosa, que ha llenado nuestros días de sombra.


Pinta la humillación de mi muerte. Dale a mi tragedia una moraleja. Que gracias a mi desesperado final, entiendan todos lo inútil que es perseguir un sueño.
Con el cuchillo en la mano, mi último recuerdo es para los franceses, el fantasma que dejo vivirá la eternidad consumido por el tormento de haberles fallado.

Tu amigo y compañero,
Marat.

Caveiro.

Echo de menos mi playa de Caveiro. Perdida en la Ría de Noia, muy cerca de un pueblecito de pescadores llamado Porto do Son. Sus noches son frescas y húmedas, desde el porche se ven las farolas alumbrando a penas la carretera. Entre el monte y la playa, las casas de los turistas. Los grillos cantan a coro y las olas que van y vienen; arropan la oscuridad con sus sonidos. Llevar sudadera, oler a mar y a campo mezclados. Ser pequeño como cuando de niño iba allá. La casa de mi familia, La Marejada, tiene paredes de roca. La humedad se mete en las habitaciones, en las camas. Te vas a dormir y el cobijo no es absoluto, pero como lo viví de niño ahora me parece un cobijo más puro. Las voces suenan diferente por la noche en el campo; cortan los miles de murmullos que te rodean con un tinte humano, artificial. Recuerdas, notas, que el hombre es un animal empeñado en separarse del mundo que le rodea, con sus juguetes, con sus casas junto a la playa.

Recuerdo las mañanas cuando dormía en el cuarto junto a la cocina. Me despertaban voces matutinas y medio entre sueños las oía como ahuecadas. Como vacías de significado a pesar de ser legibles. Como si fuesen mías, voces de mi cabeza, de un sueño. Mi cuerpo era tan pequeño, verse a uno mismo como un juguete. Noches de pesadillas en mi infancia. Mucha soledad en esa casa, soledad disfrutada, lejos de mi familia que me veía diferente.

Alrededor, el jardín. Mi abuela planta hortensias, flores hermosas de verano, racimos de florecillas gordos como tartas. Mi abuela siempre ágil podando con sombrero blanco y pantalanes cortos. Inmortal, pizpireta e inconsciente. Mordaz y despiadada. Mi abuela, el pensamiento fuerte encarnado. Yo, el pequeño, me acerco, corta sus hortensias, el sol tamizado y amable del verano gallego pone bonitos los colores azul y rosa, calorcito de mañana. Vieja encorvada, no puede estarse quieta, cuida las flores. Cuando me acerco nunca sé que va a hacer, aun ahora somos incapaces de comprendernos.

La puerta del muro de atrás da al camino de la playa. Sales con los pies en la arena, como magia. Un Mundo entero, pequeño, abarcable. Todo el dolor y el amor, que son la misma cosa. Se va la infancia y después, la vida está ya siempre en otra parte. Echo de menos todo, sobre todo a ti.

9/9/09

Para Ana.

María no era bonita, tenía la piel áspera y el cuerpo huesudo y seco. En el pueblo la tomaban por loca porque aseguraba que podía oír hablar a los ángeles y porque escribía unos poemas dedicados al Señor que resultaban demasiado apasionados, casi carnales. Sin embargo, algo debía de tener la niña, porque los Domingos, cuando cantaba en el templo, a pesar de que su voz no era la más fina, casi todos sentían una agradable sensación de plenitud en el pecho y más de uno tenía que enjugarse las lágrimas. A penas cumplidos los 13, sus padres, recelosos de su extraño comportamiento, la dieron en matrimonio a un viejo carpintero llamado José. Tenían la esperanza de que la serenidad del anciano viudo la encauzara, pero José era un hombre rudo y serio que entendía a su mujer tan poco como el resto. Rara vez le hacía el amor, y cuando ocurría, María sentía una angustia terrible que mitigaba perdiéndose en sus extravagantes fantasías.


Como todas las chicas del pueblo María estaba enamorada de Gabriel. Era un muchacho alto y delgado, de belleza arrolladora, casi excesiva, admirado por los hombres y deseado por las mujeres. Gabriel había sentido posarse en él miles de miradas, pero nunca había visto ninguna tan intensa como aquellas que le dedicaba la joven esposa del carpintero. Él jamás había necesitado ser una persona intensa, la vida le había mimado en exceso. El fuego de aquella niña le llenaba de una sensación de reto que parecía una suerte de cruce de envidia y melancolía.


Un día, mientras José estaba fuera reparando alguna viga carcomida, Gabriel irrumpió en la casa del matrimonio y sorprendió a María en la sala leyendo. El pánico ante el inminente pecado no hizo más que alimentar el deseo de la muchacha. Él ordenó que no gritase, sus palabras ejercieron la autoridad incomprensible de un hechizo. En la cama se abrazaron desnudos, la piel de él era tersa, y cuando la penetró, la matriz se acomodó dulcemente al miembro duro y suave. Mientras el joven se mecía acompasadamente sobre ella, le susurraba al oído que nada debía temer, porque aquello era obra de Dios. Y la niña así lo entendía, porque todo en el acto se sentía divino y correcto. Ambos alcanzaron el orgasmo a un tiempo, ella nunca había experimentado nada parecido, como agua fresca recorriendo el interior de su cuerpo, como una erupción de luz en sus entrañas.


Gabriel ya no volvió a visitarla y esquivó desde entonces sus ojos tiernos, domados. Al no menstruar por segundo mes consecutivo estuvo a punto de sucumbir al pánico, llevaba casi un año sin acostarse con su marido. Pero María gozaba del talento de los poetas y con tal seguridad y pureza en sus ojos contó a José y a todos que aquel fruto de su vientre era obra de Dios, que los aburridos aldeanos se dejaron seducir y creyeron. El misterio fascina a los sencillos que intuyen su valor sin comprenderlo y lo necesitan para sobrellevar la dura rutina del trabajo. Así de útiles son los artistas.


Consecuente con su fantasía, María crió al pequeño como si realmente fuese fruto de un amor divino, perfecto, un sentimiento que sólo puede existir en el mundo de las ideas, en el cielo, en las mentes de aquellos seres tocados por la gracia, capaces de conservar la lúcida intuición de la infancia.


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Inspirado por una anunciación de Fra Angelico. La estricta simetría de las anunciaciones de este pintor siempre me ha hecho pensar en María como un doble del ángel al que las alas le han sido extirpadas. Como un Ícaro, símbolo de la ensoñación castrada.

6/9/09

Dedicado a Gatis, en su cumpleaños.

- Ayer estuvimos hablando de la relación entre los mitos de la Edad de Oro y El malestar en la cultura de Freud… Si entendemos el Jardín de las delicias del Bosco como la representación de una Edad de Oro, siguiendo la hipótesis de Ignacio Gómez de Liaño, encontraremos que el cuadro ilustra perfectamente las cuestiones de las que hablábamos. El panel central representa un mundo edénico, tal y como hubiera sido si Eva y Adán no hubiesen comido del Árbol de la ciencia. Los personajes viven en un estado de placidez inocente, la ausencia de la presión del Súper yo que la vida social impone…

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Ý de repente se quedó callado unos minutos. Luego volvió la vista hacia nosotros. De repente se mostró cercano, había perdido el aura de iluminado que solía envolverle.

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- Me temo que hoy no voy a poder hablarles del Jardín de las delicias, ni de las anunciaciones de Fra Angelico, ni del Adán y Eva de Baldung Grien, ni de la serpiente humanoide de Rafael. No estoy de humor. Como profesor universitario, como persona en general, siempre he pretendido conjugar lo intelectual con lo emotivo, sin dejar de lado el sentido del humor, fundamental para conservar cierta lucidez. Por esto me esfuerzo en abrirles los ojos cada día, en excitar sus cabezas adormecidas, de una manera que pretende ser lo menos convencional posible. Lo que intento, en mi vida y en mi trabajo, es complejo, estoy lejos de conseguirlo, si quiera a menudo.

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Nietzsche se percató hace siglo y medio de que Dios se estaba muriendo. Bueno, lo cierto es que la noticia era impactante, pero tampoco parecía tan grave, al fin y al cabo Dios era en gran medida un coñazo, con sus imposiciones morales y su omnipotencia… Nietzsche proclamó su muerte con alegría, pero es importante recordar que el hombre murió loco. El problema reside en que Dios es sólo la quinta esencia, la personalización suprema, de una práctica muy importante para el ser humano: la creencia. El problema no es dejar de creer en Dios, el problema es dejar de creer. ¿Se puede saber nada sin creer? ¿se puede vivir sin creer?

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Cuando creemos estar seguros de algo decimos que lo sabemos “a ciencia cierta”, pero la ciencia no tiene nada de cierta. A un nivel fundamental no hay respuesta satisfactoria a la pregunta por qué. Si yo pregunto “¿por qué cae la manzana?” me es da igual que se me responda “porque Dios la hace caer” que “porque la fuerza de gravedad la hace caer”. Si nos liamos a dudar nos avocamos al vacío, no es algo en absoluto liberador, y no sólo eso, es pura mentira. No podemos vivir en consecuencia con la duda, quedaríamos paralizados, terminaríamos dudando de las palabras y dejaríamos de hablar y de pensar. Si nada es seguro, aquella cosa que brilla en el cielo no es el sol, el concepto “sol” es mera convención, no hay sol, pero es que tampoco hay cosa, ni cielo, ni brillo. La duda paraliza, aunque sea la base de la concepción occidental de la razón, es una eterna insatisfacción, la filosofía es, en gran medida, una forma de dar muchas vueltas para terminar llegando al mismo lugar.

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Por eso al individuo occidental contemporáneo, a mí, a nosotros, lo que nos queda es la pura ilusión. Sabemos que no hay sol, pero si no queremos vivir como angustiadas sombras aplastadas por la duda, neuróticos profundos, almas perdidas, tenemos que echarle ilusión, fantasía. Intentar rescatar lo que podamos de ese periodo pasado en el que podíamos creer sin que la duda nos perturbase, la infancia. Avanzar, aunque sea sin sentido, porque precisamente la lucidez es ese estado en el que por un lapso de tiempo no necesitamos darle sentido a las cosas. Ese estado en el que al fin… creemos.

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Hoy es el cumpleaños de mi exmujer. Durante casi diez años creí que estaríamos juntos para siempre. Lo creía como creo que el sol es esa cosa brillante suspendida en el cielo. He pasado con ella sus últimos diez cumpleaños, pero este no. La sensación de ausencia es terrible, me atenaza y me hace sentir perdido. Como considero que vivo creyendo, me considero una persona religiosa, como considero que mi religión es absurda, me refiero a mi deidad con la perífrasis “lo que sea”. Pues bien, mi exmujer y yo aun somos amigos íntimos, les puedo asegurar que doy gracias a “lo que sea” todos los días por ello. Hoy tengo otra pareja. Como afortunadamente soy un ferviente devoto de “lo que sea”, vivo convencido de que pasaremos juntos el resto de nuestra vida, así lo sienten mi corazón y mi instinto.

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Vivo volcado a encontrar los rastros de “lo que sea”, esas maravillosas epifanías guían mis pasos y pongo toda la fuerza y disciplina que la vida me ha otorgado al servicio de impedir que la duda, la razón, me perturbe en ese empeño. Así trabajo, estudio y vivo. Y no tengo ningún interés en ganar adeptos a mi fe, pero les aconsejaría que probasen por su propio interés. En realidad es el camino que, con mayor o menor conciencia de ello, seguimos la mayoría de nosotros desde el romanticismo. Somos románticos, las conclusiones de los filósofos posmodernos no han conseguido evitar esto, las cabezas humanas no están capacitadas para vivir en un mundo relativista.

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Y, bueno, a veces hay crisis de fe, es inevitable. Por eso me despido. Me voy a casa, con mi mujer. De el Paraíso perdido de Milton ya hablaremos la semana que viene. Aunque al fin y al cabo de eso hemos estado hablando.

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Les deseo que sean capaces de vivir siguiendo sus corazonadas, de creer, en lo que sea.
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Antes de irse se acercó al ordenador y puso esta canción. Con los años he recordado a menudo esa clase, o lo que fuese aquello.




Nota: cuanto homenaje a Gatis en este blog, no es para menos. El caso es que por fin vuelvo a colgar algo, y además tengo más cosas en la recámara. Supongo que no puedo evitarlo durante mucho tiempo. Aun así a ver si cambio mi enfoque un poco (este texto no es el caso, pero bueno)...
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Y otra cosa: justo mientras no estaba es me han salido dos seguidores además de Marco (gracias, genio, siempre serás el primero). Bueno, creo que no os conozco, pero en vuestro honor he puesto un gadget de seguidores. Voy a intentar convencer al resto de mis amigos para que también se hagan seguidores de mi blog...
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14/7/09

Querida Gatis VII


Querida Gatis:

Camino por Las Vegas, ciudad de neón. Todo aturde aquí. Estoy harto de la soledad del viajero. Escucho a Bob Dylan en el reproductor de mp3 que me regaló Michael como despedida. Música de otros tiempos, de una generación que pensó que todo podía cambiar. Cansado, me pesan ya los pies. El que viaja sin rumbo no hace otra cosa que huir. ¿Huir de qué? Ciudades y personas, adoro a las ciudades y a las personas, pero sigo viajando comiéndome los kilómetros y las experiencias con un ansia que no entiendo. Buscando algo que aun no he encontrado. Buscándome a mí mismo o intentando perderme. Siempre hay un motivo para sonreír, aunque sólo sea por la belleza que impregna todo. Me da miedo pensar que toda esa belleza la pongo yo, que en realidad no está ahí, belleza brillante o belleza melancólica. Quiero dejar este país, dejar esta lengua que entiendo, quiero sentirme aun más extranjero. Ser demasiado romántico es agotador, ser demasiado romántico significa intentar curar el dolor en el exceso, intentar curar la ansiedad del deseo hartándose de desear, intentar luchar contra la imagen que nos devuelve el espejo, el espejo de cristal, el espejo en los ojos de los demás, el espejo del campo, del viento y de los enormes edificios que nos acechan y nos arropan. Ahora tú vas a ser madre, algo tan real, los demás… ya no lo sé. ¿Por qué somos tan necias las personas? ¿Por qué es tan necia nuestra abrumadora inteligencia? Estoy ganando dinero de verdad, jugando, cada vez soy mejor. En la mesa de juego me siento seguro, arropado por la matemática, gran juego humano que reduce el mundo a algo controlable, ilusión de realidad. Contar cartas, leyes de probabilidad, un antídoto contra la soledad.

El dolor de querer creer y no saber en qué. Ya no busco dejar ningún rastro, ya no. Las palabras se apagan, se extinguen, las palabras, los símbolos, no tenemos otra cosa. Y aun así cuando uno se siente incapaz de ver ninguna épica a su alrededor le asalta como un torrente la ternura, aun puedo. La vida, con todo, es como es, y es preciosa, porque la alternativa es lo plano. O vives o no vives. Recuerdo que en el instituto la profesora de física nos dijo que el frío no existe, existe un nivel mayor o menor de calor. La muerte tampoco existe. Nos calentamos en la hoguera, aunque queme. Por suerte la vida es larga, la vida de aquellos que tenemos la suerte de no irnos prematuramente, está plagada de tiempo, que pesa pero permite mucho si lo tratas bien. Ser agradecido con el tiempo es vivir con los oídos bien abiertos a los demás. Los dos errores más terribles que puede cometer el hombre son dejarse vencer por el miedo y no escuchar a su intuición, no creer.

Si no existiese el arte no tendríamos ninguna prueba de que la gente del pasado también tubo miedo. Menos mal.

Desde la ciudad del vicio,
fiel a sí mismo
El Tejón.


11/7/09

Cambio de planes (again).

Queridos fans mundiales de este blog: debido a que tengo que escribir el guión de un corto y preparar mi master del año que viene no voy a poder actualizar esto todo lo que me gustaría, voy a intentar seguir metiendo un par de Queridas Gatis al mes, pero no sé si podré mucho más. Espero lo entendáis.
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Plata y oro.
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El Tejón.
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I hold myself.

De repente hay frases concretas que me llegan de una forma especial, no tienen por qué ser particularmente brillantes o estar cargadas de un significado maravilloso en su contexto original, pero al escucharlas me impactan, a menudo necesito reflexionar mucho para entender por qué...
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Siempre me ha obsesionado un diálogo de El retorno del jedi entre Luke y el Emperador. Cuando el joven jedi está en la nueva Estrella de la Muerte viendo como discurre la batalla final entre los rebeldes y el Imperio, el malo malísimo le suelta que conoce los planes de sus amigos y que les ha preparado una emboscada de la que no podrán escapar.
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Luke dice:
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- Tu presunción es tu debilidad.
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Y el Emperador Palpatine responde:
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- Tu fe en tus amigos es la tuya.
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No sé con qué intención fue escrito eso, pero yo saco de ello la siguiente lección: aquello que te hace más fuerte es precisamente tu talón de Aquiles. El tirano basa su poder en su ambición y en su seguridad en sí mismo, se apoya en ello con gran solidez porque siempre le ha funcionado. Pero precisamente por eso es su punto débil, porque está tan convencido de su propio poder que desprecia la posibilidad de derrota, subestima a sus enemigos y se expone. Luke en cambio basa su fuerza en la amistad, en el cariño por los suyos, por eso cuando estos están en peligro es capaz de tirarlo todo por la borda con tal de salvarlos. En la vida siempre es así, aquellas cosas que te dan confianza, tus principales bazas, son aquellas que cuando te fallan te llevan a hundirte más profundo...
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El jugador de la NBA Allen Iverson lleva tatuado en uno de sus brazos la frase "I hold my self", "yo me sostengo a mí mismo". Es otra de las frases que me obsesionan, porque soy muy individualista, a veces hasta la exageración. El individualismo es mi fuerza y mi debilidad. Hoy, en el trabajo, he leido que Iverson (famoso por ser mucho más inteligente en la cancha que fuera de ella), estaba dando una charla a unos niños (en la NBA se hacen muchos programas sociales y Iverson en concreto dedica mucho tiempo y dinero a ello, viene de un barrio muy marginal), y se ha puesto a llorar. Parece ser que estaba hablando de lo duras que han sido las críticas hacia él, de la presión que ha tenido que soportar. Iverson ha sido 4 veces el máximo anotador de la liga, fue elejido mejor jugador del torneo en 2001 y sólo dos jugadores de la historia, Michael Jordan y Wilt Chamberlain, tienen mejor promedio anotador en su carrera. Iverson mide 1'83 metros y pesa 76 kg, siempre ha estado entre los dos o tres jugadores más ligeros y bajos de la liga. Hoy me ha impresionado mucho verle llorar, no podía escuchar el video porque no tengo sonido en el trabajo pero las imágenes en silencio, con los niños mirando a su héroe derrumbarse... no es necesario explicar nada:
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Plata y oro.
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El Tejón.
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26/6/09

Dulces días de vacaciones.

Desconcertantes entrevistas con profesores de psicología y filosofía, echando una mano al gran persa en su nuevo hogar (una maravilla, por cierto, felicidades genio), suegrente conversación con la genial (y utilizo el término en toda su magnitud) Lara, demasiadas cervezas, carne cruda con mi madre, abrazos nocturnos para Sue. En fin, creo que ayer fue un buen día... aunque a veces no sé como lo hago para estar tan contento, la exposición de Matisse, una de las más brutales que he visto en mi vida, ayudó (tanto que merece una entrada particular que llegará en cuanto pase el fin de semana).

En la película Willow hay dos personajes cómicos que son una especie de duendes, dos pequeños hombrecillos de no más de 20 cm de altura. En un momento dado malos y protas salen en persecución a todo galope y se dejan al par de alimañas atrás, estos tienen la siguiente conversación:

"- Nunca alcanzaremos a esos caballos.

-Entonces seguiremos sus huellas.

- Nunca los podremos alcanzar. Además, si los encontramos, nos atraparán, nos meterán en una jaula, nos torturarán y finalmente nos devorarán.

- Estás sugiriendo que volvamos a casa?

- Nah. Esto es más divertido

- Bien."

Toda una lección de vida.

22/6/09

Querida Gatis VI

Querida Gatis:

El otro día soñé contigo y me apetecía contártelo. Soñaba que tenía el poder de hacer que el pasado volviese y se pegase al presente y vivir así las dos cosas a la vez. Y yo estaba de viaje y a la vez en Madriz, y me sentía libre de todos los lastres de la rutina, como aquí, pero a un tiempo seguro y arropado por el cariño de los míos y también por el cariño de la misma ciudad, porque en las cabezas de las personas los lugares también tienen sus afectos y protegen. Recuerdo que iba al Prado, otro lugar que me quiere y que echo mucho de menos, y no estaban sólo el Jardín de las Delicias y la Condesa de Chinchón y el Noli me tangere del Corregio, si no también los cuadros de David del Louvre que nunca he visto y La Venus del Espejo de la National Gallery y la familia del Infante Don Luís de Goya que vi en una exposición pero que no sé en que museo suele reposar. Y hacía el amor contigo y tocaba tu culo grande y redondo, pero a la vez sentía las costillas de María contra las mías y veía el pelo rubio de una chica guapa que cenó hace poco en el restaurante. Y bebía con todos mis amigos, sobrio y borracho, contando todas las historias, escuchando todas las historias, brindando por los presentes, amigos del pasado, amigos del presente.

A partir de un momento, la sensación de maravilla del principio del sueño evolucionaba hacia la angustia. Me abrumaba toda esa totalidad, me hacía volverme más pequeño. Literalmente empezaba a encoger. No me hacía minúsculo, pero pasaba a medir más o menos como un niño de diez años, metro cuarenta, o algo así. Y entonces dejaba de gustarle a la gente, a mi gente y a mis sitios, por ser demasiado pequeño. Os ibais todos y yo me retorcía de angustia y me repetía que sólo podría vivir quedándome solo, olvidándome de todo, dejando todo atrás… y volvía a crecer pero ahora rodeado de una inmensidad negra, y al no tener referencias no podía saber cuanto había crecido pero me daba la impresión de que me había hecho inmenso. Allí solo, me sentaba con las piernas cruzadas, en la negritud. Estaba desnudo y comenzaba a reír y a canturrear sin sentido, y aunque todo el sueño había sido en primera persona en ese momento pasaba a verme desde fuera y me iba alejando, y desde fuera parecía que me hubiese vuelto loco o que tuviese la personalidad de un bebé. Me desperté.

Ahora, al escribirlo, me doy cuenta de que a penas apareces en él, pero me levanté echando de menos Madriz y pensando en ti y en todo lo que dejé allí. El día anterior había estado hablando de literatura con Michael y su novia, hablamos del Aleph de Borges y de la Odisea, y pensé en la vuelta a casa. Les comenté que es curioso que en la Odisea Ulises se muestre muy humano todo el rato, superando los problemas a duras penas, con muchas pérdidas, y que sólo al final, al llegar al hogar, demuestre ser un superhombre capaz de superar pruebas de habilidad imposibles y de vencer a todos los pretendientes de Penélope apoyado sólo por su hijo y dos esclavos. Les dije que me parece algo terrible, porque el héroe más real de la épica, dejaba de ser humano al volver a casa, como si lo más ilusorio de la Odisea fuese la llegada al hogar, como si la Odisea contase que la vida es un vagar, que nunca se vuelve al terruño mas que en la ilusión.

La nueva novia de Michael se llama Pauline y es un verdadero encanto. Es minúscula, rubia, con la nariz grande y gafas enormes. Enseña literatura en la universidad de Winskonsin (lo cual no es nada del otro mundo, dado el nivel del centro), es afable y graciosa y adora a Michael y Michael adora a Pauline. Es judía francesa, le enchufaron en la universidad unos parientes que tenía en Chicago. No se puede decir que sea un genio de su profesión, está bastante más preocupada por tomar cenas agradables, dar paseos y escuchar a Michael tocar la trompeta. Una personita sabia, con talento para ser feliz. Se conocieron porque ella se torció un tobillo justo delante de él, pisó mal al bajar el escalón de una tienda. Michael iba por la calle, la tomó en brazos, la metió en su coche y la llevó a un hospital, esa noche la invitó a cenar al restaurante. En Milwaukee una pareja interracial levanta bastantes miradas pero ellos están tan enamorados que no necesitan nada más que al otro. Él debe ser unas seis veces más grande que ella.

La única pega es que yo me he quedado bastante al margen. Pauline me adora y hacemos planes juntos, pero como es normal ellos quieren estar mucho tiempo a solas. Por lo menos he vuelto a escribir, lo último la historia de un chico de unos treinta años que descubre que es adoptado y busca a sus padres biológicos. Estos están muertos, pero tiene un hermano gemelo que ellos sí se quedaron y criaron. Va a hablar con él y tienen una conversación. Ya te lo pasaré. A ver si voy reuniendo los cuentos que tengo, los corrijo (que es lo que más me cuesta) y monto un librito. En el trabajo voy ayudando poco a poco a los cocineros, Michael, que es la mejor persona del Mundo, se siente un poco mal por no poder hacerme el mismo caso que antes y se esfuerza en compensarme enseñándome cosas en la cocina. Por lo demás voy a parques a leer y vuelvo a pensar demasiado. El otro día fui de excursión a pescar solo, tres días yo y el bosque. Fue una experiencia llena de paz, pero también bastante melancólica, sentir toda esa belleza sin poder compartirla. La naturaleza tiene además una extrañeza, viéndola en toda su opulencia es el sumun de la elegancia, pero si la retratamos, si sacamos una foto, resulta hortera y convencional. Tiene una belleza que no se puede apresar. Estoy un poco mal de la cabeza porque le cogí el coche a Michael sin tener carné. Creo que debería terminar de aprender a conducir para sacarme la licencia, aquí es fácil y necesario. Además dudo que me quede mucho tiempo en Wiskonsin, me está costando hacer amigos, algo raro en mí, señal de que va siendo hora de cambiar de aires.

Pero no sé a donde encaminarme, seguir vagando empieza a ser una necesidad más que una ilusión. En ese libro que los dos odiamos, Rayuela, el pesado de Cortazar dice una cosa que me gustó: "el hombre es el animal que se acostumbra incluso a no estar acostumbrado". Es algo inevitable que me da pánico.

Perdido pero con los ojos abiertos,
te manda recuerdos
el Tejón.

Lo clásico.

Hablaba el Gallo una vez del toreo clásico y le preguntaron:
- Pero maestro, ¿qué es lo clásico?
- Clásico es lo que no se puede mejorar.

17/6/09

Querida Gatis V

Querida Gatis:

Al fin huí de la Gran Manzana. Casi sin dinero, deprimido y abúlico, me llegó la oferta de Michael de mudarme a su ciudad, Milwaukee, para trabajar de camarero en el restaurante de sus padres. Y aquí estoy, la verdad es que no es un lugar muy excitante, pero resulta acogedor. La gente es amable y más o menos progre (es la única ciudad de los Estados Unidos donde ha gobernado el Partido Socialista).

Michael y yo nos escapamos cada vez que podemos al Norte, a los Grandes Lagos, para acampar y pescar. Wiskonsin está muy poco habitado y tiene una riqueza natural apabullante. Es magnífico estar con Michael solos en nuestra minúscula barquita en medio de esas enormes masas de agua, rodeados de montañas boscosas. ¡Qué diferente de la vida en Nueva York! La Naturaleza cura por dentro, probablemente más que ninguna otra cosa.

Me alegro de que todo te valla bien, me da un poco de vértigo oír que te vas a vivir con un chico, pero bueno, supongo que son cosas que pasan. Es fantástico que te hayan dado el papel, parece que definitivamente vas a ser actriz, actriz de verdad. Al final yo no me hecho escritor ni mi vida se ha precipitado hacia nada concreto, que era lo que buscaba al venirme aquí. A ti, en cambio, permanecer en casa no te ha amilanado y estás en el camino de conseguir vivir según quien eres. Es lo que tiene el viaje, nunca sabes lo que te va a traer, nunca trae lo que esperas, precisamente porque a lo que te lleva no es a lo que tú tenías planeado, si no a encontrarte con lo que traías dentro.

A Michael da gusto verle, se dedica a cocinar, que le apasiona. El restaurante de su familia sirve comida internacional sofisticada, un poco a la francesa, y un día al mes cerramos para experimentar nuevas recetas. Yo le ayudo, me enseña el trabajo de pinche y le sirvo de crítico (aún conservo mi faceta de gourmet). Salsas de papaya sobre carne rellena de frutos del bosque, ensalada de brotes de lenteja con salsa de tomate y cilantro, mollejas de cordero a la plancha con verduras salteadas y salsa de camembert, tarta de zanahoria y chocolate, espuma de tiramisú con helado de café casero. Su destreza es fascinante, tiene mecanizados todos los movimientos pero dentro de ese automatismo improvisa, matiza. El trabajo con las manos puede alcanzar una precisión diabólica y al mismo tiempo estar cargado de imaginación. Yo que soy tan torpón me lleno de admiración y envidia, sobre todo ahora, que estoy harto de tantas ideas.

Su relación con la trompeta es también maravillosa, ahora su música se siente ligera y alegre, llena de ritmo. Cada día tiene más técnica pero la pone al servicio de la sencillez, que sea difícil pero que no se note. Ya no queda casi nada del academicismo que tenía cuando le conocí ni del desgarro de sus piezas del 13 puntos. El 13 puntos… han pasado pocos meses pero ya casi parece otro tiempo, como todo lo intenso de la vida su recuerdo ha marcado tanto nuestros corazones que no parece real, como un sueño.

Lo que admiro de Michael es su capacidad para no pensar. En parte le tiene miedo, pero consigue evadirlo de forma limpia, creando, dejando pasar el tiempo arropado por el bosque. Estoy recibiendo lecciones muy importantes en este terreno. Creo que llevo toda mi vida buscando esos momentos de paz que da salirse de uno mismo, pero siempre los he buscado en el exceso, en pensar tanto, tantísimo, que al final se alcanza la catarsis por agotamiento. Me pasa con la pintura, reflexiono sobre ella, dando vueltas y más vueltas hasta que la agoto y no me queda otra cosa que hacer que acercarme al cuadro y disfrutar de la pincelada. Michael vive en otro universo, él de entrada se va a lo sencillo, a la música, a la cocina, a los medios donde el mensaje es menos concreto y menos evidente, al hacer.

En una de nuestras acampadas me desperté al alba mientras él aun dormía en la tienda, me hice un café y me senté en una piedra a tomarlo. Aunque ya está empezando la Primavera, aun hace un frío terrible y tuve que abrigarme con una manta. Allí, tomando mi café en medio del silencio, escuchando el ruido tranquilo de mis propios sorbos, me invadió una profunda sensación de plenitud, ajena a todo tiempo. Cualquier palabra que usase para describirla la ensuciaría, pero es fácil de entender, todos la hemos sentido alguna vez, la traen a veces las tormentas de verano o los viajes en tren, algunas sonrisas de complicidad o ver jugar a los niños en los parques. ¿Sabes Gatis? Creo que empiezo a estar bien y creo que ahora, y no antes, estoy aprovechando mi viaje para hacerme más listo.

El otro día volví a follar, no lo hacía desde que estuve con María y tenía ganas. Estaba en un parque pasando la mañana del martes (mi día libre), leyendo Juventud de Konrad (que es brutal), y apareció una madre con su niño de año y pico. Me quedé mirando al crío, era divertido. Aun le costaba andar y perseguía torpemente una pelota. Me encantan los niños pequeños, por los mismos motivos por los que le gustan a casi todo el mundo. La mujer tenía treinta y tantos, estaba delgada y era algo más alta que yo, con la piel muy blanca, el pelo muy negro, los ojos muy grandes y expresión ausente, como de pasmada. Se dio cuenta de que estaba observándoles pero no le dio importancia. En un momento dado el pequeño cogió la pelota con las dos manos y la tiró, llegó rodando hasta mis pies. Ella se acercó a mí y se disculpó, le pregunté como se llamaba el niño, hablamos de la edad que tenía y de sus primeras palabras, luego me preguntó por mí, le hablé de España… Todo muy convencional, pero agradable, nos caímos simpáticos. Cuando se fue a marchar me dijo que vivía cerca, que si quería acompañarla y ayudarla a subir el carrito me invitaría a algo de beber. Mientras caminábamos hacia la casa me puso ojitos de deseo. Al llegar dejamos al niño en el cuarto y en la cocina la besé antes de que me sirviese la limonada. Estuvimos todo el día haciendo el amor, no comimos, en los intervalos charlamos y estuvimos con el crío, lo hicimos con muchas ganas y muy bien, a veces agarrándonos fuerte y fijando el uno en el otro miradas perdidas, otras serenos, con sonrisas tranquilas. Al caer la tarde me pidió que me fuese porque iba a llegar su marido. Tenía la piel suave y llena de pecas.

Nunca había mantenido una relación sexual tan fugaz y ligera, supongo que todo esto de no pensar me está calando en cierta medida. Pero sólo en cierta medida, porque al día siguiente en el trabajo no podía parar de pensar en ella, en su manera de obrar tan sumamente silenciosa, en su forma de hablar tan suave, en su capacidad de hacer algo tan perverso con naturalidad. Dos días después apareció en el restaurante con su marido, con el carrito y con el niño, ella sabía que yo trabajaba allí porque se lo había dicho. Pensé que sólo quería ponerme nervioso, que se limitaría a retarme con la mirada, pero me saludó alegremente y le explicó a su esposo que habíamos estado hablando en el parque. La buena educación estadounidense es la mejor del mundo, distendida, cercana y cordial. A él no le sorprendió en absoluto que ella se mostrase tan entusiasta por la coincidencia. Charlamos un rato y les invité al postre. Todo el encuentro fue muy morboso, pero ni yo ni ella actuamos de forma extraña. Al día siguiente volvió por la mañana y me dejó una nota disculpándose por si me había causado alguna molestia apareciendo así, decía que casi no pasa tiempo a solas y que le apetecía verme y que era la única forma que tenía de hacerlo. Después se despedía: con amor, Cecilia (ella lo pronuncia “Sesilia”). No sé por qué, me sentí muy triste, sabía que no nos volveríamos a ver…

Y así sigue todo, tan raro como siempre. Escribir no escribo nada de nada. Leo algo, a Freud y a Conrad, pero sobre todo trabajo y voy al campo. El ambiente del restaurante me encanta y estoy deseando que Michael me de la oportunidad de empezar a ayudar a los cocineros. Cosas con las manos, cosas ricas o bonitas, bien hechas, el sonido mínimo del agua quieta cuando pica un pez. La música de la trompeta. A ver si consigo no pensar, no pensar en el por qué de las cosas, en como solventar la sensación de ausencia, no pensar en los amigos pasados, no pensar en María ni en ti, no pensar en la diferencia que hay entre la esperanza y lo que luego pasa, no pensar el silencio de su piel suave.

Un fuerte abrazo.
El Tejón.

16/6/09

Un cuadro feo no sirve absolutamente para nada, pero un sofá horrible puede ser comodísimo.

Sillas del ajuar funerario de Tutankhamon.

Me voy acercando cada vez más a algunas ideas jugosonas. El texto que os mando ya no lo repaso más, me ha quedado tan plomizo que no merece la pena, lo mejor, el título (que es título gracias a Eva). No lo leaís:

Lo superfluo es el diseño.

Me pregunto por qué los egipcios, que tanta fe en su eternidad parecían tener, fueron los grandes adalides del diseño de objetos de uso personal mientras que los griegos, tan conscientes de su fugacidad, vivían en casas humildes, absolutamente volcados a lo universal.

Un sistema escatológico muy sólido unido a la riqueza agrícola que aportan las regulares crecidas del Nilo, fueron las bases en las que se asentó la extraordinaria estabilidad política egipcia. La aristocracia de este sistema, los faraones, pretendían ser la fuente de esa estabilidad, la fuente de la vida presente y futura. Eran dioses, y para demostrarlo no acudieron sólo a las artes "mayores", si no que se rodearon en su día a día de los más fantásticos ajuares domésticos que el hombre haya visto. Con su elegantísima paleta de colores, reducida pero tremendamente efectiva, deificaron su vida cotidiana. Un detalle significativo: Sólo usaban piedras opacas y oro, las piedras que hoy consideramos más valiosas; diamantes, rubíes, esmeraldas; no eran apreciadas, las usaban para comerciar con otros pueblos. "Menos es más", la moda de los dioses, una moda eterna.

Grecia, en cambio, es un lugar donde las tierras cultivables no abundan, esto empujó a sus habitantes a un proceso de colonización por el Mediterráneo que les convirtió en un pueblo comerciante y belicoso. Su escatología terriblemente pesimista generaba en los individuos la ansiedad de alcanzar el bienestar en la vida terrena. Pero el bienestar griego no es un bienestar frívolo, los griegos de la era clásica eran un pueblo austero. El bienestar que buscaban es en realidad otro tipo de escatología, la inmortalidad a través de los hechos realizados en la vida, la fama, la heroicidad; en la guerra, el arte, la literatura, la política o la filosofía. Lo cotidiano era secundario, sus cerámicas gozaron de gran éxito comercial en todo el Mediterráneo, pero resulta evidente que son creaciones culturales pobres en comparación con la magnificencia de la arquitectura, de la escultura y (probablemente) de la pintura griegas.

Me gustaría poner en relación lo anteriormente dicho con el auge del diseño de interiores y de objetos de uso personal que se da en el Rococó. La mayor revolución en el diseño cotidiano de la historia de la Europa cristiana va unida a la gran crisis de la religión, en el "siglo de las luces", cuando el pensamiento europeo se "libera" de la base religiosa. Razonar equivale a preguntarse, a poner en duda, a someter a análisis, a hacer preguntas, y detrás de cada pregunta está siempre la ansiedad de la gran pregunta sin respuesta. La razón, en realidad, no aporta sentido a la vida, la deja desnuda de él, y eso lo entendieron perfectamente los aristócratas Rococó que ante esa "nada", se abocaron a lo fugaz, al hedonismo sofisticado, al esteticismo desmesurado.

Probablemente la única cosa capaz de combatir eficazmente la ironía es la belleza vacía de sentido, la ornamentación, que no el arte. La ironía no es más que la razón llevada al extremo, la razón desmedida que a cada respuesta a un "por qué" añade otro "por qué" "ad infinitum", hasta que sólo queda la carcajada o la sonrisa amarga. Egipto no conocía la ironía, la Grecia clásica tampoco. Pero Egipto aun no tenía que defenderse de ella, podía entregarse a una belleza vacía porque no buscaba responder a ninguna pregunta. Grecia ya había empezado a hacerse preguntas, pero la habilidad de sus héroes intelectuales le llevó a conseguir una ilusión de satisfacción. En esa ilusión de satisfacción (mucho más inestable que la solución egipcia) la belleza era un elemento fundamental, los hombres perfectos de Policleto ayudaban al griego a sentir que las cosas tenían un sentido a pesar de la fugacidad de su propia vida.

En Egipto también había arte, y en ese arte también había una función, la magnificencia de las pirámides servía para demostrar que sus habitantes, los faraones, eran dioses. La belleza en el arte se pone al servicio de la estabilidad social y de la estabilidad mental del individuo. El arte es necesario para recordar a la gente que el Mundo tiene un orden, para que la gente no caiga en la ironía supina y se entregue al desenfreno nihilista. Los Griegos pensaban, y sabían que morían, por eso estaban mucho más cerca de caer en la desesperación, por eso necesitaban poner toda su belleza al servicio del arte público. Por maravillosa que sea su cerámica resulta evidente que todo su enorme potencial estético se halla al servicio del arte. Egipto era una cultura lo bastante serena como para permitirse invertir muchísima energía en el diseño. En el Rococó pasa justo lo contrario, la aristocracia ve tan evidente la pérdida de su razón de ser que se entrega a la ornamentación privada, se olvida de intentar dotar de sentido al Mundo, desiste.

El tópico dice que la principal diferencia entre arte y diseño es que el segundo tiene una función práctica mientras que el primero no. Pero es exactamente al revés, el arte es necesario, la belleza recubriendo a la idea es vital para el ser humano, nos ayuda a que las ideas nos seduzcan, nos ayuda a creer en las ideas. No existe conocimiento sin creencia, la razón pura es duda sin medida. En el diseño, en cambio, la belleza no tiene utilidad alguna, se puede comer con una cuchara más fea, cuando se hace más bonita se hace por pura estética, o por estética pura. Un cuadro feo no sirve absolutamente para nada, pero un sofá horrible puede ser comodísimo.

Luego, la revolución Industrial y el capitalismo cambian las reglas del juego. El hombre contemporáneo vive abocado a la ironía, pero toda esa insatisfacción se palia con una sobredosis de diseño, de estímulos estéticos vacíos de sentido. Hoy sí se le ha dado una función al diseño. El consumismo es necesario no sólo a nivel económico, es necesario a nivel social. Necesitamos una cantidad de imágenes brutal para poder seguir adelante, aturdidos, con nuestro vacío.

Sólo un arte es posible en nuestro tiempo, el cine, el cine que construye historias coherentes, a partir de cientos, de miles de imágenes consecutivas. Qué medio tan fascinante, tan nuestro.

Cuando el arte conceptual deja de lado la estética comete un error terrible, pierde su sentido, su capacidad de seducción. La mejor manera de transmitir conceptos concretos siempre será un ensayo. Con su preocupación por dotar a esos conceptos de un soporte estético, el arte se convierte en algo mucho más seductor, mucho más sugerente y mucho más importante para el hombre. Duchamp entiende todo esto, cuando se dedica a lo puramente conceptual no está haciendo arte, no pretende hacerlo, pretende lo contrario. Es un teórico y un humorista, se mueve siempre en un equilibrio entre la ironía y la nostalgia de una lucidez abrumadora. El urinario no está pensado para emocionarnos. El étant donnés es otra historia.

30/5/09

Una teoría que espero desarrollar algún día.

Cada día me gusta más el Rococó.

El relativismo posmoderno pone en crisis la solidez del lenguaje. Palabras, historias, imágenes, belleza, razonamiento, todo código deja de ser absoluto, deja de ser sólido. Las artes plásticas han sufrido claramente el shock de la crisis de los lenguajes, si la relación entre significante y significado es meramente convencional, todo se tambalea. Las sensaciones cobran entonces el protagonismo. Las sensaciones no están pervertidas, son innegables, son. Los animales y los niños que tan despreciados habían sido, nos deslumbran desde ese momento con su pureza. Los lenguajes nos pervierten, nos separan de la sensación pura, el buen salvaje es mudo, sólo ve, oye, palpa, degusta y huele la realidad, vive en directo todos esos estímulos sin intentar salvaguardarlos de su fugacidad encerrándolos en símbolos. Al sentir nos libramos de la presión del tiempo y de la presión del yo, somos uno con el entorno, todo es presencia.

Mi teoría es la siguiente: cuando en lo plástico los lenguajes entran en crisis, la grandilocuencia del arte pierde fuelle. Entonces lo decorativo, el diseño, cobra el protagonismo. Se ve en el Rococó, como culmen de ese largo periodo de crisis que es el Barroco. Se ve en las vanguardias, que una tras otra intentan ofrecer lenguajes sólidos, y que una tras otra caen de forma fugaz y acaban teniendo su mayor repercusión en el campo del diseño, como soluciones puramente plásticas (e incluyo en esto a la mayor parte del arte dada, no así a Duchamp). Se ve en Japón, cuya sensibilidad privilegiada para el diseño tiene que ver mucho con el budismo Zen, ese sofisticadísimo sistema de pensamiento centrado en escapar a las trampas de la razón (y cuando digo razón, quiero decir lenguaje) y en entregarse a la sensación pura.

La seducción de la identificación que nos ofrece el diseño tiene sus peligros. Objetos, textiles, grafismos: no nos basta con entenderlos y apreciarlos; por el fenómeno de la identificación queremos que sean parte de nosotros, queremos poseerlos, serlos. La publicidad, el capitalismo, se nutren de esta necesidad acuciante del hombre sin lenguajes sólidos.

En fin, como siempre, pensando demasiado.

Plata y oro.

El Tejón.
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26/5/09

Limbo.

Querida Gatis:

Ya es invierno en la gran manzana. Mi verano y mi otoño de confusión han pasado dejando un poso amargo, la verdad es que todo ha salido tan mal como se podía intuir. No te asustes por lo que te voy a contar, estoy bien, siento dentro de mí que a pesar de todo he sobrevivido y tengo ganas de seguir luchando. Hace un mes le dio una sobredosis a María. Dejó el teléfono descolgado y se pinchó una cantidad de droga desmedida, ella nunca se pincha. Mientras se iba yo estaba en una exposición de Bacon en el MOMA con Raúl. Viendo esos cuerpos en descomposición de repente lo sentí, como un relámpago. La llamé por el móvil y al ver que comunicaba quise salir corriendo a buscarla pero Raúl me retuvo, dijo que no tenía ningún sentido. A los cinco minutos volví a llamar, de nuevo sin respuesta. Esta vez no dudé. Cuando llegué estaba blanca, fue especialmente llamativo porque acostumbra a tener la piel tostada. Estaba preciosa, como si se hubiese detenido en el tiempo, parecía un personaje de un cuadro de Seurat… La viva imagen de la melancolía, la imagen aun viva. Llevaba sólo el camisón pero no teníamos tiempo, la cogí en brazos y la bajé a la calle, paré un taxi y la llevé al hospital. Mientras la llevaban en la camilla cogía mi mano y me sonreía y me pedía perdón. "¿Perdón por qué?", "porque lo hice para que me salvaras".

Su familia decidió que si no se metía a rehabilitación le quitarían la pensión, en principio ella prefería la segunda opción, pero hablando conmigo cambió de opinión. Me gustaría decir que yo la convencí, pero en realidad lo hizo por salvarme a mí, para salvarme de ella. Me dijo que se curaría si nunca volvíamos a hablar. ¿Y sabes que más? Me dijo que algún día yo volvería a casa, y que nos reencontraríamos tú y yo, Gatis. Y me pidió que entonces, cuando te abrazase, le dedicase un pensamiento, no porque ella quiera que siga en parte enamorado, si no porque en ese abrazo se estaría cumpliendo su voluntad, que es que yo me reencuentre contigo y recupere así la paz.

Lleva tres meses en la clínica, en teoría está desintoxicada y podría irse, pero ha decidido quedarse. Supongo que estar allí, aislada, en ese ambiente artificialmente pacificado y aséptico, es otra forma de no vivir. Yo sólo se de ella por terceros, creo que está escribiendo mucho…

Y han pasado más cosas malas, poco después de eso Michael se empezó a drogar. Creo que es lo peor que he hecho en mi vida, dejar que alguien como él se pervierta. En realidad todo vino de Raúl, que actuaba de una forma cada vez más enfermiza. Llegó un punto en el que se sentía tan ácido y furioso consigo, que empezó a incitar a Michael. Una noche atacó a su orgullo, le dijo que se creía mejor que nosotros y que en realidad era un cobarde que le daba miedo la vida, que por bien que tocase la trompeta nunca llegaría a sacar algo grande de verdad si no se arriesgaba del todo, si no se arriesgaba a morir. Lo peor es que había algo de cierto en sus palabras. Yo intenté pararle los pies, pero cargó contra mí diciéndome que sólo sabía estar en medio, que en todas mis relaciones tenía que ser siempre el otro y nunca el protagonista, que era otro cobarde. Y lo dijo de una forma que me hundió y cuando Michael cogió el cilindro de cristal y se puso a esnifar no hice nada, me sentí como si estuviese viendo una escena de una película. Desde entonces no ha parado y ha empezado a tomar crack y heroína de vez en cuando. Ahora toca la trompeta en el 13 puntos y realmente suena como nunca, cada sonido como un grito de rabia. Todo se ha ido pudriendo, corazón, todo, pero hasta que dimos contra el suelo permaneció en nosotros el sentimiento de que estábamos viviendo algo grande, cada vez más, cada vez más, hasta que dimos contra el suelo.

A mediados de enero la policía entró en casa. Tenían una orden y sabían donde escondíamos la droga, alguien nos delató, no sabemos quien… La gente es extraña, Raúl especialmente, asumió toda la responsabilidad. Se autoinculpó desde el primer momento, con la policía allí, asegurando que nosotros no sabíamos nada. Me lanzó una mirada de tal intensidad que de nuevo no me atreví a replicar. Michael ha salido libre sin cargos, a mí me han puesto una condena por posesión que me obliga a realizar 200 horas de trabajo social y Raúl pasará cinco años en la cárcel. En la cárcel de verdad. A la mierda, Gatis, a la mierda todo.

Lo cierto es que me he quedado sin ganas de nada. Trabajo de camarero y los fines de semanas voy a un centro de ayuda a drogodependientes donde ordeno los fármacos y limpio un poco, tampoco hago gran cosa. He tenido que alquilar un nuevo apartamento, comparto piso con dos chicas, Blanche y Simone, son pareja y unas estadounidenses bastante convencionales, la verdad. Se pasan el día viendo series en DVD. Casi no escribo. Leo, leo a Freud y a Lacan, y a un novelista japonés que se llama Natsume Soseki que me ha aconsejado Manuel. Leo también a Thomas J. Fry, un escritor mulato de la generación Beat que murió a los 26 años, tiene sólo una novela y algunas poesías. Estoy con la novela que se llama Risas Negras, cuenta sus peripecias en un viaje por la América profunda. Drogas y alcohol, racismo de blancos a negros y de negros a blancos. Murió de una paliza que le propinaron estando borracho.

Aun paseo, esta ciudad es el cielo, un cielo oscuro ahora que me pesan tanto los pies y los hombros, pero igualmente precioso. Camino por Central Park nevado, y voy a patinar solo a la pista del Rockefeller Center, al lado del árbol de navidad gigante. No creo que este año tenga ningún regalo. Aun veo a Manuel de vez en cuando, paseamos y charlamos, pero ya nunca en el 13 puntos. Él sigue yendo, supongo que es un superviviente, adelante, siempre adelante con media sonrisa en la boca.

No sé bien lo que he aprendido por ahora, tal vez he aprendido que no hay nada que aprender o tal vez mis experiencias me han turbado tanto que voy a necesitar tiempo para sacar mis moralejas. De todas formas no sé por qué siempre tengo que estar sacando enseñanzas de todo, llevo tal pila de lecciones contradictorias a lo largo de mi corta vida que debería estar escarmentado, debería dejar de creer en nada. Aunque si nada es seguro la única forma de saber es creer ¿no? Va, qué sabré yo, lo que sí puedo decirte es que seguiré buscando o huyendo o lo que sea. En cuanto acabe mi trabajo con los junkies me iré de aquí. Aun no sé a donde…

Te dejo con un fragmento del libro de Fry, creo que no hay ediciones en español, esto lo he traducido yo mismo:

"… después de vomitar todo el whisky, me tumbé en la cubierta, mirando al río con la cara apoyada en la madera. Las voces de sus cantos dejaban sentir aun su huella en mi alma borracha. Me asaltó entonces un pensamiento que ocupó mis entrañas con claridad desoladora: La vida es una sucesión de deseos y pérdidas. Cada cosa que ganas un día será perdida y sólo el final es sereno. Sereno y libre de cadenas.
Me fui quedando dormido, llevado por la corriente, viendo las aguas que la noche había vuelto negras."

Ahora mi vicio es el sueño, duermo diez horas al día, creo que no es bueno…

En fin, muchos besos.

Se despide,
nunca quieto,

El Tejón.

23/5/09

Arte y diseño.

En un tiempo en el que el arte sufre una terrible necesidad de sentido, el diseño resulta infinitamente más sólido. Una sociedad relativista, materialista e industrial, es una sociedad abocada al imperio del diseño. El diseño tiene una función, un valor comercial y puede aplicarse a la fabricación en serie. Es curioso que los diseñadores insistan en ser considerados como artistas. Qué es el arte es una pregunta cuya respuesta no debería ser demasiado conflictiva, es cuestión de mera convención, es arte aquello que nos ponemos de acuerdo en llamar arte, pero que algo sea arte no quita para que sea una auténtica mierda. Y las obras de arte pésimas no son patrimonio exclusivo de nuestro tiempo (aunque abundan en él), las imágenes devocionales dieciochescas que cubren gran parte de las iglesias españolas acostumbran a dar fe de ello. A mi parecer tiene mucha coherencia que el diseño sea diseño y el arte, arte. En sus mejores manifestaciones, ambos me fascinan, y creo que hoy, el diseño vive días mucho más felices que las artes plásticas.

Tras esta tontería, un consejo: id de compras, no compréis pero id. Pasead por esos estantes plagados de productos, de envases. Igual que me gusta ver catedrales aunque no comulgue con la institución eclesiástica, intento moderar en lo que puedo mi afán consumista, pero nunca me corto de ir a los comercios y mirar. Todos esos objetos exactamente iguales, es realmente un espectáculo siniestro pero fascinante, maravilloso, el espectáculo de las mercancías.


Buenos ejemplos de diseño editorial. (Sacados de ese emporio mediático en lo relativo a cuestiones de diseño que es acumulacionoriginaria.blogspot.com)

Posiblemente la obra de arte que más me ha decepcionado en mi vida: La Doncella Corintia de Wright de Derby. Me encanta el pintor, me encanta el tema, la obra reproducida tiene buena pinta... pero cuando por fin lo vi pude comprobar con toda la pena de mi corazón que es un zurullo.
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Plata y oro.
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El Tejón.
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22/5/09

Miscelanea.

Últimamente me viene a la cabeza una historia extraña. Pienso que lo que estoy viviendo ahora es un recuerdo en la cabeza de mi yo futuro, como un flashback en una película, en algún momento voy a salir de la ensoñación, alguién me dirá: "Señor Huici, le preguntó si no será así". Esas palabras me devuelven a la realidad en la que soy un psicoanalista de 56 años en un congreso, en un mundo futuro que intenta reconstruirse después de las profundas heridas de una tercera guerra mundial. Yo pido que me repitan la pregunta. Sigo siendo un tipo menudo, sigo pensando demasiado, hay cosas que no cambian, pero mi espalda duele aun más y la pasión que alimenta mis actos hoy ha sido sustituida por algo menos intenso pero más constante, tal vez eso que llaman "madurez".

El tema de la juventud vista desde la senectud me lleva a la muchacha con espejo de Giovanni Bellinni. Tal vez el primer desnudo laico del Occidente pos antiguo. Un cuadro de esos últimos años en los que Bellini ya ha abandonado su "maniera seca" y abre su pincel al maravilloso universo de lo blando, de lo táctil. Lo tactil es fugaz, es moderno, es tan fugaz y tan moderno que el desnudo contemporáneo intenta huir de ello centrando sus ojos en mujeres fibrosas, de curvas moderadas y rígidas que buscan escapar al tiempo. La mujer de Bellini es redonda, rolliza, su rostro triste. No me resulta una imagen muy erótica en realidad, la melancolía que impregna la escena desanima a cualquiera, una vez escribí:

Lo que pudo ser se quema
la vida se volvió loca.

No es coincidencia que Jean Clair vea en la melancolía uno de los temas fundamentales de la pintura contemporánea, en concreto de la pintura figurativa, esa que intenta atrapar la imagen, siempre fugaz, eternizándola, inmortalizándola. No creo que sea posible concebir un medio más nostálgico que la fotografía.

La relación entre arte y religión es fundamental para entender la crisis de la pintura y su avocación a la melancolía (de la que nunca estuvo totalmente exenta). La mayor parte de las religiones tienen en las soluciones escatológicas uno de sus puntos fuertes, la religión tiende a ser un antídoto contra la melancolía, contra la conciencia de la mortalidad. La pintura de un mundo religioso nos muestra escenas que nunca morirán del todo, porque nunca nada muere del todo, todo tiene un sentido. La transición hacia lo fugaz es especialmente elocuente en el Rococó; de la épica barroca a al erotismo de las fiestas galantes.

No es coincidencia que ese Mundo de las Amistades Peligrosas, de Casanova, de Watteau, esté tan obsesionado con el sexo. Freud no hubiese existido en un mundo religioso. Es muy probable que la neurosis y la represión sexual ya fuesen las fuentes de la energía que nos llevan a generar la cultura, pero canalizándolas en concepciones absolutas se hace muy difícil descubrir el pastel.

Los egipcios, capaces de construir las pirámides, fueron un pueblo que a penas dejó historias escritas. Sus mitos son bastante pobres dramáticamente en comparación con la epopeya de Gilgamesh o la deslumbrante mitología griega. Los Egipcios no necesitaban historias porque eran eternos del todo, sin principio ni fin. Grecia, en cambio, era un pueblo muy religioso, pero tenía una religión muy peculiar, la otra vida era una existencia residual, fantasmal, anodina. Por eso son los grandes contadores de historias, por eso fueron tantas cosas, por eso sufrían de una ansiedad tan acuciante como la nuestra.

Pero toda verdad a gran escala (y las verdades a gran escla son precisamente mi peor vicio), tiene su envés. Qué poco se ha inventado. En el Primer Periodo Intermedio, en los años de anarquía y profunda crisis espiritual tras el Imperio Antiguo, más allá del 2º milenio antes de Cristo, un poeta acompañado de la música de un arpa recitó el siguiente canto ante el faraón Intef. El Faraón, que por encima de ningún otro monarca de la historia basaba su poder en su carácter inmortal, mandó grabar los versos en su tumba:

“Generaciones y más generaciones desaparecen y se van,
otras se quedan, y esto dura desde los tiempos de los Antepasados,
de los dioses que existieron antes
y reposan en sus pirámides.
Nobles y gentes ilustres
están enterrados en sus tumbas.
Construyeron casas cuyo lugar ya no existe.
¿Qué ha sido de ellos?
He oído sentencias
de Imuthés y de Hardedef,
que se citan como proverbios
y que duran más que todo.
¿Dónde están sus moradas?
Sus muros han caído;
sus lugares ya no existen,
como si nunca hubieran sido.
Nadie viene de allá para decir lo que es de ellos,
para decir qué necesitan,
para sosegar nuestro corazón hasta que abordemos
al lugar donde se fueron.
Por eso, tranquiliza tu corazón.
¡Que te sea útil el olvido!
Sigue a tu corazón
mientras vives.
Ponle olíbano en la cabeza.
Vístete de lino fino.
Úngete con la verdadera maravilla
del sacrificio divino.
Acrecienta tu bienestar,
para que tu corazón no desmaye.
Sigue a tu corazón y haz lo que sea bueno para ti.
Despacha tus asuntos en este mundo.
No canses a tu corazón,
hasta el día en que se eleve el lamento funerario por ti.
Aquél que tiene el corazón cansado no oye su llamada.
Su llamada no ha salvado a nadie de la tumba”.
.
Como soy un cansino que lleva toda su corta vida hablando de lo mismo, es probable que sea algo similar a esto lo que cuente en mi ponencia de ese congreso en el que estoy a punto de despertar. Tal vez la habré acabado precisamente con este poema, espero que para entonces escriba mejor y haya dejado al fin de ser tan cursi.

Mientras, en este recuerdo, llevo ya más de un año con este blog, un año en el que han pasado muchas cosas, un año que coincide con las 100 entradas nada menos. Gracias a todos los que me habéis estado leyendo, gracias en concreto a Marcos y Julio por haberme apoyado en mi nuevo periodo de inactividad bloguera que, en esta ocasión, se ha debido a motivos más felices. Gracias también a la fuente de esos motivos.

Bellini tenía 85 años cuando pintó a esa chica.

Plata y oro, muchachos

y que os sea útil el olvido.

P.D. tras releer: Joder, qué pedante me he puesto esta vez. JJ, lo cierto es que siendo un aniversario tan señalado no podía ser menos.


Bellini. Desnudo con espejo.Kate Moss.

Fragonard. Niña jugando con un perrito.