guiado por las apariencias

26/6/10

Aguijón azul,
te recibo con las palmas abiertas.
Regocijo al final de un fotograma verde.

La vida por bandera
es una muerte anunciada,
un rodillo de soledad
abandonado en el espacio infinito de la duda.

Todos los Domingos negros,
sin un solo recuerdo de tacto,
con el pecho perdido
y el cielo estallando, allá, lejos,
en un millar de colores artificiales.

Tus ojos claros, tus pies pequeños,
resquicios de realidad imposible,
puentes al último viaje de las almas,
una escuela cálida donde aprender a llorar de nuevo;
para estar ya muerto
cuando lleguen los lobos.