guiado por las apariencias

27/9/09

Querida Gatis IX

(muy mal escrito, pero me gusta la historia)
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Querida Gatis:
¡Felicidades! ¡Madre mía, ya tienes una niña! No sabes la ilusión que me hace, espero conocerla algún día y ver en ella un cachito de ti. Me da un poco de pena ¿sabes? Supongo que en parte me fui de España huyendo de nuestra relación, pero a menudo he pensado que aunque no quedaba otro remedio que terminar con ella, me resulta muy triste, porque lo que yo había querido desde niño era encontrar a alguien como tú y pasar la vida a su lado, en fin… cuando creces los sueños que tuviste de crío se desvanecen. En mi caso esto ocurre de forma extraña porque creo que en la adolescencia me encontré con todas mis ilusiones de infancia satisfechas, lo viví como una edad de oro, y ahora descubro que gran parte de todo aquello no fueron más que ilusiones.

Parece que os estáis poniendo todos de acuerdo para hacer que la inestabilidad de mi vida me pese, Michael me escribió hace poco para decirme que se casaba con Pauline. Ha sido una noticia fantástica, he hecho un buen dinero en las Vegas y estaba esperando una oportunidad para abandonar este país. La boda ha sido el broche de oro perfecto a mi estancia en la tierra de las oportunidades.

La mezcla de ambas familias ofrecía un espectáculo magnífico. Michael tiene cinco hermanos que sumados a los tíos, primos, padres y abuelos, forman un verdadero clan afro americano. Proceden de Nueva Orleans y son una familia llena de cultura popular, casi todos tocan o cocinan, o hacen ambas cosas, como Michael. Los parientes de Pauline, en cambio, son sofisticadísimos judíos parisienses, muy finos y educados. La mitad tienen trabajos lucrativos, son joyeros, banqueros, empresarios… la otra mitad se dedican a cosas creativas, son pintores, escritores, fotógrafos… Fue un gustazo relacionarme otra vez con Europeos, aunque en Europa los franceses nos resulten muy diferentes, hay muchas cosas que tenemos en común con ellos si nos comparamos con los americanos del Norte e incluso del Sur. Pequeñas cosas, pero importantes.

La boda fue en un prado precioso junto a un lago inmenso, un sitio idílico que alquilan para celebraciones de este tipo. Fue muy divertido ver interactuar a dos grupos tan diferentes. Al principio los franceses estaban muy cortados, pero según fueron bebiendo y la música les fue animando empezaron a soltarse; bailaban unos con otros formando parejas inverosímiles de señoronas negras con imposibles vestidos fucsias y espigados burgueses rubios con trajes de una elegancia impoluta. Los niños jugaban hablando en idiomas diferentes, y yo jugaba también con ellos haciendo un poco el papel de excéntrico, que creo que es en lo que me he convertido con el paso del tiempo. Michael y Pauline abrieron el baile, fue una verdadera maravilla verles, se quieren tanto… fue precioso pensar que su amor era lo que daba sentido a aquella extraña celebración. Mientras todos les mirábamos moverse al compás de la música ellos se perdían el uno en los ojos del otro. Pauline llevaba un vestido sencillo, no de novia, pero con un corte especial, color marfil con flores azul pálido. Estaba radiante. Sentí envidia sana.

Pensé mucho sobre la familia allí, hace tanto que no veo a la mía… Es cierto lo que se dice, las relaciones de amistad tienen a su favor el hecho de que las elije uno, pero tienen en contra el no ser del todo incondicionales, como la familia. Es muy común que no soportes a tus padres y hermanos, pero son tu gente y lo serán siempre. Creo que viendo todo aquello sentí verdadera morriña por primera vez desde que me fui. No fue echar en falta a personas concretas, añoré más bien mi tierra, mi familia, el dejar de sentirme extranjero, una sensación a la que, por otro lado, creo que me he vuelto adicto.

En la boda conocí a una chica, una prima de Pauline, se llama Ruth. Es morena con el pelo rizado y fuertes rasgos hebreos. Tiene una nariz grande muy bonita, los ojos azul oscuro y la piel blanca. Lleva una tienda de ropa y objetos antiguos en Lyon. Estuvimos todo el rato haciendo bromas de la envidia que nos daba la felicidad de los recién casados. A ella le acababa de dejar su novio, llevaban nueve años juntos, desde la adolescencia, pero él no terminaba de comprometerse, al final se había ido con otra y se iba a casar. Ruth tiene la mirada llena de ternura pero se hace la dura. Camufla su dolor con ironía y le duele casi todo, más ahora, después de la experiencia con su novio. Le duele la ausencia, la traición y el despecho. Pero le duele también la belleza que le entra por los ojos, la abrumadora sensación de entender demasiado bien el alma de las demás personas, incluso las alegrías le duelen. Qué cosa tan difícil de manejar es la sensibilidad excesiva, la genialidad en realidad. Ella me recuerda en parte a María, sólo que en vez de refugiarse en la droga y la tristeza se esfuerza en ser fuerte, en reír, reírse de todo aunque queme por dentro.

La ceremonia fue por la mañana, al caer la tarde la gente se fue yendo. Primero los novios, luego el resto. Ruth y yo aun no nos habíamos besado, aunque era evidente que yo le gustaba guardaba las distancias. Al fin, mientras me decía adiós, le di un beso, lo recibió con miedo pero respondió. Nos fuimos a mi hotel y nos pasamos dos días en la cama. Viendo películas en el ordenador, haciendo el amor, comiendo y hablando. Hablamos de todo, bromeamos mucho. Ruth tiene una piel palidísima con muchos lunares, su pelo de rizo cerrado es suave, está entradita en carnes, intenta cuidarse y hace ejercicio, pero le apasiona comer. Envidia a su prima porque se ha casado con un cocinero, que para ella es el colmo de los braguetazos. Le gustan tanto las gambas con mayonesa que las pidió tres veces al servicio de habitaciones. Adora la moda, pero odia el ambiente frívolo de los desfiles y los modistos. Trabajar le hace feliz, le da paz (en eso no nos parecemos) es nerviosa y está llena de vida. Es intrépida y le gusta hacer locuras como correr desnuda conmigo por los pasillos del hotel (apostó a que podíamos dar la vuelta entera a la planta sin que nadie nos pillase y perdió). No le gusta sentirse vulnerable, no le gusta decir que alguien le gusta (yo, por ejemplo) o que lo ha pasado mal o que desea algo. Si expresa algo íntimo lo hace de forma indirecta, con algún comentario fugaz y, sólo algunas veces, físicamente, con un abrazo o con una caricia. Mueve las caderas de forma prodigiosa y le encanta el sexo oral en todas sus vertientes.

Cuando nos despedimos estuvo seca, yo le dije que me había gustado muchísimo pero ella a penas quiso besarme. Intente encontrarla al día siguiente, volvía ya a Francia y pensé en ir a despedirla al aeropuerto. Llamé a su hotel pero me dijeron que no estaba, creo que era mentira. Llamé a Pauline, la pillé a punto de irse de viaje de novios a Australia, me dijo que Ruth no quería verme.

- ¿Por qué?

Pregunté yo.

- Creo que está enfadada.

- ¿Por qué?

- Va, no la hagas caso, está mal desde lo de su novio. En realidad siempre ha estado un poco loca.

- Pero todo fue muy bien, ¿qué le molestó?

- Es que… quería que le pidieses que se casase contigo. Pero, de verdad, no le des más vueltas, Ruth no es normal…

Una vez desarrollé un test de compatibilidad de pareja, tiene seis categorías en las que se puntúa una relación de 0 a 10, el resultado es un número sobre 60. La teoría dice que si sacas 50 o más tienes una relación lo suficientemente buena como para que, si la cuidas, dure por toda la vida. Las categorías son: intimidad (la capacidad de estar juntos cómodamente, sin hablar, sin necesidad de otra cosa que la mutua presencia), atracción sexual, práctica sexual, sentido del humor, intereses comunes y compatibilidad de caracteres. Aunque se supone que debes llevar un tiempo con alguien para que el test funcione, por lo que vi en Ruth nuestros resultados serían los siguientes:

Intimidad: 9.
Atracción sexual: 7.
Práctica sexual: 9.
Sentido del humor: 10.
Intereses comunes: 7.
Compatibilidad de caracteres: 8.
Resultado: 50.

Supongo que Ruth sí es rara, pero creo que no está loca.

En fin, Gatis, tras la boda volví a las Vegas y me estoy despidiendo de esta extraña ciudad. Casi no te he hablado de ella porque la verdad es que no me ha gustado mucho. Entra por los ojos pero luego es mayormente un parque temático del vicio, encima de un vicio nada perverso, un vicio lerdo y simplista. Eso sí, visualmente es una maravilla, todo un festival de la silicona y las luces de neón. Yo ya estoy con la cabeza fuera. Esta noche salgo para Chile, se me ha metido en la cabeza visitar la isla de Pascua primero, y otras islas del Pacífico después. Un capricho como otro cualquiera, que ahora puedo pagarme…

Espero algún día verte con tu pequeña Julia, sale preciosísima en las fotos. Se os ve muy felices a ti y a Francisco. Eres una persona extraordinaria y serás una madre extraordinaria.

Yo sigo intentando correr más rápido que el viento.

Pienso en ti.

El Tejón.

1 comentario:

Mark dijo...

A mi me gusto como esta escrito.
Saludos

"No se tome la vida demasiado en serio; nunca saldrá usted vivo de ella."
Elbert Hubbard