guiado por las apariencias

26/12/11

Después de ver Somewhere.

Cuando era niño alguna vez fui con mis padres a un hotel bueno. Es muy probable, viendo como están las cosas, que nunca vuelva a hacerlo. Es una sensación especial, la de bajar a comer al buffet o la de recibir el desayuno en la habitación y que no haya ni un plato descascarillado, ni un mantel amarillento, ni una mancha. No creo que lo eche de menos, es parte de un todo, de un mundo de exceso del que estoy harto y que inexorablemente se acaba, al menos a mi alrededor… pero me resulta raro pensar que un día eso será algo pasado del todo, inexistente. ¿Qué más cosas recordaré un día como desaparecidas? Tal vez hablaré a los más jóvenes de los coches a gasolina, de las navidades con decenas de regalos, todos envueltos de colores, de las enormes bibliotecas llenas de libros impresos, de las elecciones con papeletas y urnas, de España siendo uno de los países más ricos del mundo y China uno de los más pobres, de comer carne seis veces a la semana y de los supermercados siempre llenos. Tal vez recordaré la moda de las mujeres escuálidas y de las operaciones de aumento de pecho, recordaré la prohibición del matrimonio y de la adopción por homosexuales, las residencias llenas de viejos seniles, la coca-cola. Las ciudades de millones de habitantes, los partidos de fútbol multitudinarios, los ordenadores, los tigres, los pantalones de pitillo, las colecciones de cromos, las discotecas, la Universidad Complutense, el stress, la polución, Venecia.

Se derrumba este mundo tan enfermo ya, tan podrido, tan lleno de cosas que no quiero. Cuando éste, mi mundo natal, no esté ¿qué vendrá? Todas esas cosas que en cierta medida son parte del horror ¿las recordaré con nostalgia?

El mundo se acaba, pero se ha acabado ya otras veces, pasará la crisis que aún queda por venir y los supervivientes verán el resultado; la respuesta a esta incertidumbre de hoy. Todo será diferente pero también habrá cosas que serán iguales: la gente morirá, hablará, buscará comida y cobijo, será ambiciosa en algunos casos y noble en otros, buscará pareja, tendrá hijos…

Hoy más que ayer el presente es un fantasma a punto de desvanecerse, el breve preludio de un recuerdo.

16/12/11

Una bobada que estaba pensando...

La palabra es por principio antipoética, lo poético es el mirar, el oir, el oler o el gustar. Pero la fantasía y la palabra son atipoéticas. Por eso la metamorfosis que opera la poesía es tan fascinante, porque convierte la paja en oro, la palabra en poesía. Poco tiene que ver este proceso con aquello que se está contando en el poema, y si tiene que ver es de manera en que lo contado cambia de lugar de tal modo que podría ser cualquier otra cosa. Por eso es traicionera la poesía también, porque puede llevar a la creencia de que las palabras que la forman son verdaderas. Es todo muy extraño, una suerte de gran trampa para incautos porque, en realidad, lo que hace la poesía es liberar a las palabras de su necesidad de ser ciertas o falsas.

De alguna forma la poesía es un descanso, un soplo de libertad, un asomarse por el tragaluz de la caberna, un terapeútico acceso de locura.

La única lucided es la lucided del loco, abrasadora. Los psicóticos y los físicos cuánticos son en realidad poetas salidos de madre. Se les olvidó volver a casa y ya no pueden acostumbrar sus ojos a la obscuridad lo suficiente como para contar a los demás lo que vieron ahí fuera. Están perdidos.

A Platón la falto valor para volverse loco. A Nietzsche no. En cualquier caso toda esa Melancolía es muy poco sabia. La poesía está bien donde está, no hay que ansiar tenerla más cerca.

La poesía ha de quedarse allá, lejos, en el pasado y en el futuro remotos, en lo que no puede ser del todo.

La poesía, bien entendida, es la cura de humildad del lenguaje.
Bendita cura de humildad.

5/12/11

Dormir, tal vez soñar.

Los recuerdos y las imágenes de Chispas hoy ya son fantasmas. El vacío que deja su ausencia es tan grande que siento vergüenza de echar tanto de menos a alguien que no era humano. Las mascotas tienen la facultad de estar siempre ahí, reductos de la constancia que ofrece la Naturaleza para los enfermos de una vida urbana construida con palabras incapaces de concretar nada.



Adiós compañero. Que la tierra te sea leve.

1/12/11

El futuro ya está aquí.

El futuro ya está aquí. Nos resistimos a verlo, pero no es algo que va a pasar, es algo que está pasando. Ya no vivimos en una democracia representativa. No voy a entrar a valorar las virtudes y defectos del pasado sistema de gobierno, porque pienso que es mucho más necesario centrar nuestros esfuerzos en afrontar el hecho de que el actual sistema de gobierno, llamémoslo mercadocracia (mientras esperamos a que lo bauticen oficialmente) ya no es una democracia representativa.

Todos aquellos que aun votan, que aun confían en los sindicatos, que aun buscan en las antiguas estructuras de moderación del poder de los explotadores una salvación, están equivocados. No es momento de discutir si en el pasado (hace tan sólo unos pocos años), merecía o no la pena seguir los cauces establecidos. Esa es ya una discusión del pasado. Hoy, esas estructuras no tienen poder. Para entender esto, no hay que acudir a los medios de información más alternativos o sospechosos de parcialismo revolucionario, los periódicos mayoritarios lo explican claramente: en Grecia, en Italia; los gobiernos, vaciados de poder, ya no los regentan personajes elegidos por el voto del pueblo. Los regentan mercadócratas (me abstengo de llamarlos tecnócratas), al servicio la cúpula del mundo bursátil, auténtica institución de poder en Europa y Estados Unidos.

Tanto en lo personal como en lo público, el pasado se caracteriza sin excepciones por el hecho de ser algo terminado, perdido, que nunca vuelve, que sólo puede revivirse en el recuerdo. Cuando se confía en los partidos políticos que aceptan esta mascarada (si la aceptan porque aun creen en ella o por interés, tampoco importa) o en los sindicatos tradicionales, cuando se buscan cambios para un estado concreto en un mundo en el que los grandes poderes son internacionales, cuando se piden medidas como reformas de las leyes electorales; se está predicando en el desierto. Se está buscando un futuro, hablando al presente con palabras del pasado. No es algo fortuito, la mente humana tiende a resistirse a los cambios, los poderosos se aprovechan de ello. Tenemos tantas ganas de no ver, que aunque sepamos, negamos lo que tenemos frente a nuestros ojos.

Siguiendo la lógica de lo expuesto anteriormente, me han preocupado profundamente las reacciones ante los resultados de las últimas elecciones generales españolas por parte de mucha gente que supuestamente se opone al devenir político, económico y social en el que se encuentran Europa y Estados Unidos. Puedo entender que, dado que han sido unas elecciones vaciadas de poder, en las que si el resultado no hubiese coincidido con la intenciones de los auténticos dirigentes de seguro España hubiese corrido la misma suerte que Italia y Grecia, la gente haya acudido a votar por el motivo que sea, pero entendiendo lo vano del proceso. Pero me resulta incomprensible que se indignen y se entristezcan al ver el resultado y, sobre todo, que piensen que uno u otro resultado, hubiese cambiado la realidad en la que nos encontramos, en la que los derechos y las libertades sociales se están recortando a un ritmo frenético. Fuera de puntos muy concretos (algunos importantes a nivel ético y moral, como el del respeto y el reconocimiento de la igualdad de derechos de las personas homosexuales), la política bajo un partido u otro va a ser inevitablemente la misma, porque el gobierno de los partidos políticos ha terminado.

A pesar de que soy muy crítico con el sistema democrático representativo, he votado en varias ocasiones. Me considero una persona moderada y reformista. Aunque evidentemente el anterior sistema, por muchísimos motivos, era un sistema injusto y perverso, pensaba que si se podía matizar un poco la realidad de, al menos, el estado donde me ha tocado vivir, no encontraba razones de peso para no intervenir en ella. Pero hoy, si queremos un cambio, ese cambio va a tener que llegar por nuevas vías, vías que en su mayoría aun desconocemos y que tendremos que inventar. Vías revolucionarias, porque ya vivimos en una revolución, una revolución que la izquierda no ha comenzado, pero a cuyo carro debe subirse si no quiere ver como la situación social de la mayoría se sigue deteriorando. Los cambios sociales profundos, de base, más allá de las simples reformas, no son hoy una opción, ni un futuro, ni una utopía. Son una realidad. El Estado del bienestar y la democracia representativa se han terminado, aun están desmantelando sus estructuras, pero ya son algo pasado. Necesitamos inventar un nuevo mundo al que aspirar, ya sea desde las esperanzas exaltadas o desde la prudencia moderada. Porque si no oponemos una ideología nueva, unos nuevos deseos, al mundo que nos están imponiendo, nos lo impondrán sin remisión. Y ese mundo que se está instaurando en nuestras narices, frente a nuestros ojos, es un mundo horrible.

Lo que desde luego es un absoluto ideal, inocente y estúpido, es pretender que el pasado volverá. El pasado, en el que muchos piensan que aun vivimos, es pasado, para siempre.

Revolución significa: “Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales.” Nos encontramos en plena revolución.

P. D. Los primeros ministros actuales de Grecia e Italia son, respectivamente, Lucas Papademos y Mario Monti. El primero pertenece a la Comisión Trilateral, influyente think tank fundado por el banquero David Rockefeller y relacionado con el mundo de las altas finanzas, ha sido presidente del banco de Grecia y vicepresidente del Banco Central Europeo. Mario Monti pertenece así mismo a la Comisión Trilateral, así como al Club Bilderberg (otra institución internacional privada, integrada por personas influyentes del mundo de la economía y la política); ha ejercido de Comisario Europeo de Mercado Interior y es asesor del grupo de inversión Goldman Sachs.

Ninguno de los dos es militante ni está públicamente vinculado a ningún partido político ni profesa ninguna ideología concreta, más allá del apoyo evidente a los principios de la última fase del gran capitalismo.


27/10/11

Silencio, imagen, metáfora, palabra (Apuntes para un nuevo libro).

Lo que está en crisis es la ambigüedad. Difiero con Lacan, ya no soy lacaniano. Hasta hoy lo era casi por completo, aunque de una manera completamente heterodoxa. No está en crisis la palabra, el logos, lo que él llama lo simbólico. Es decir, SÍ lo está, pero no sólo. Lo imaginario está también en crisis. La clave es que se han roto los puentes entre ambos mundos; la metáfora, el símbolo, la ambigüedad. Eso es lo que está en crisis.

Hablar con mis amigos que están metidos en las teorías (religiones) conspiranoicas me dio la clave. Discutían con mis amigos cientifistas. El gran vicio del pensamiento Occidental desde Descartes y la ilustración es la literalidad. Se corrompe la función del mito, del símbolo. La ciencia, y toda la mitología del NWO, son fantásticas, están llenas de verdad, pero sólo si entendemos que son metáforas. Salvo el conocimiento más carnal, más cotidiano, emotivo (HUME HUME HUME), todo lo demás es metáfora en mayor o menor medida. Todo texto tiene una relación con lo real relativa, mayor o menor, pero relativa. Wittgenstein: el lenguaje como límite, lo que llamamos conocimiento es una articulación humana, una herramienta. El Conocimiento, con mayúscula, es imposible, salvo en un sentido metafórico. En ese sentido Heidegger apunta al callejón sin salida: la ontología, desde el logos, lleva a un punto cero. Desde la palabra lógica, el ser es prácticamente nada. Pero Heidegger comete el mismo error: desprecia lo imaginario. Imágenes pero también sonidos y tactos. El mundo de la percepción: puede entenderse como otro lenguaje, otra fuente de conocimiento. Con otros límites.

La percepción es peligrosa, según se emancipa del cuerdo dominio del logos flirtea con el delirio. La locura no es otra cosa que el choque con la realidad a través de la percepción pura. El delirio surge como un intento desesperado, desmedido, canceroso, del lenguaje de domar lo que se ha vuelto indomable. Para abrirse a la percepción es necesario disciplina, una nueva forma de cordura vacía, tan vacía como la realidad: ZEN. Pero a ese lado no hay deseo, ni perversión, ni amor. Cuidado con la libertad, cuidado con el deseo de dejar de desear. Cuidado con la sabiduría, en exceso es mortecina.

Entre logos e imagen: los puentes. Símbolo, mito, metáfora. Entender que estamos en dos mundos a la vez, y en ninguno. Tratar la cuestión como un “donde estar” aclara muchas cuestiones herméticas: importancia de la topología. Cuando Duchamp dice que las palabras no sirven para expresar nada, salvo en la poesía, se refiere a eso: la palabra lógica (de logos) no llega a determinados lugares. Está un paso más lejos de lo Real que la percepción. En la metáfora la lucidez de la imagen se integra en el orden de la convención lógica. Es un proceso totalmente irracional y necesario. La fuerza de la percepción pura es el ornamento, por sí sola ya es arte, en el símbolo la imagen pierde un punto de hipnotismo, de potencial vórtico (de vórtice), pero nos permite compaginar iluminación con ubicación, saber algo sin dejar de estar por completo.

Crisis de la metáfora: Hoy tenemos por un lado desaforadas experiencias imaginarias: publicidad, máquinas expendedoras de imágenes, todas las imágenes de nuestro tiempo colocadas en fila llegarían mas lejos en el espacio (sideral) que ninguno de los inventos de la ingeniería. Imágenes perdidas, despreciadas, de usar y tirar. Perversiones baratas, superficiales, ñoñas. Ninguna conciencia del saber de las imágenes, muy poca consciencia. El cine como último bastión.

Luego la ciencia. Literalidad brutal, religión gnóstica simplista que ha contagiado a otras religiones. Ese creer en el verbo concreto siempre ha sido un peligro de estupidez, el peligro de la gnosis cuando abusa de sus recursos. El peligro de Platón (también del cabalismo, de parte importante del judeocristianismo), aunque Platón dio una lección a todos en la academia sobre la verdad de los mitos cuando Aristóteles y los demás físicos rebatían la validez del mito del Timeo. La Ilustración intentó sepultar con la literalidad de la palabra toda ambigüedad, toda inconcreción de las imágenes, de los aromas, de los ruidos. La Ilustración es gnóstica (pensar en los masones, el mito de los Illuminati alude al peligro gnóstico). Ante esta presión, la imagen se reveló en una forma empobrecida: la fantasía propia del Romanticismo. Ángel Lorenzo González tiene razón en advertir contra la fantasía. Yo siento debilidad por la fantasía, debilidad perversa (fantasía, en este sentido es = a fantasma -Lacan-).

No puede haber ideología mientras no entendamos que toda ideología es metafórica. A día de hoy no podemos pensar. Estamos creando una suerte de Nueva Edad Media, incapaz de generar pensamiento, donde el saber va desapareciendo, recluido cada vez más en algunas cabezas, escasas, sólo recopiladoras y revisionistas de una cultura pasada. Debemos asumir el reto de recuperar la imagen, desde el hoy. Muy pocos pensadores modernos piensan con imágenes: Nietzsche a veces, Lacan a veces, Baudelaire a veces, el gran maestro en esto es Benjamin. Y Duchamp. Y los grandes creadores de imágenes que quedan: John Ford, Buster Keaton. Y el humor. Pero si ya me da reparo escribir sobre las imágenes, si ya profano con ello su poder ornamental, sobre el humor mejor me callo.

Ah, el silencio, la elipsis, nada, absolutamente nada tiene su poder metafórico. WITTGENSTEIN, WITTGENSTEIN, WITTGENSTEIN.

P.D. Ahora que ya escribo cosas que nadie va a entender, igual gano un poco de prestigio académico…

P.D.2 Sobre los narcóticos: útiles para abrirse a la imagen. Desubierto su poder, mantenido en secreto desde finales del XIX. El punto de lucidez que tienen el Romanticismo de finales del XIX (decadentismo si se prefiere) viene de ahí. Pero en los 60’ se banalizaron, el abuso de la droga del hippismo es el equivalente a la perversión de la imagen en la propaganda, de la mercancía en el fetichismo consumista). El hippismo fue un fracaso telibre, mucho más importante de lo que pensamos. Responsable del paso a la última fase del capitalismo en los 80’. Tal vez su fase terminal.

P.D. 3 La sinestesia como metáfora de la metáfora. Experiencia en varios planos a la vez. Coherencia de la incoherencia. Lucided.

P.D. 4 Próximas lecturas necesarias: Merleau-Ponty. Y los que han tratado el símbolo: Jung, Casirer, aunque estos dos y otros de su línea me han decepcionado cuando me he acercado a ellos. Mirar el Cuaderno Rojo.

P.D. 5 Hornamento y humor. Sabiduría un paso más allá de la metáfora. Sabiduría inútil, imposible de gestionar. Necesaria.

13/10/11

La vista de Villa Medici.

Lacan dice en algún sitio que no vemos realmente en tres dimensiones, es el tacto, el abrazo, lo que nos permite percibir realmente la tridimensionalidad. Por supuesto que nuestra vista tiene cierta habilidad para interpretar la profundidad y las distancias, pero es una habilidad limitada y torpe, fácilmente engañable, como así lo demuestran los juguetes ópticos, el cine o la pintura ilusionística, entre otras cosas.

El espacio se nos escapa, como el tiempo. Andamos demasiado obsesionados con el tiempo, yo el primero, y nos olvidamos de ese gran enigma que es también el espacio. La tentación de explotar el recurso de la perspectiva en la pintura es demasiado fuerte: qué maravilla poder recrear el espacio donde no lo hay. Es más, en las pinturas a menudo el espacio está mucho más definido que en nuestra percepción habitual de objetos tridimensionales. S. XV italiano: culto al espacio bien delimitado, asimilable por el ojo hasta límites irreales, perturbadores incluso; la Ciudad Ideal de Urbino tan perfecta como inhabitada: invivible.




En el Norte de Europa, mientras tanto, también aprendían a dominar la recreación de espacios delimitados, pero, además, se atrevieron con otra dimensión de la espacialidad: la inmensidad. La aparición del género del paisaje está asociada a un descubrimiento técnico que ayuda a recrear la sensación de profundidad sin necesidad de elementos físicos que organicen la perspectiva: ya en el Bosco encontramos este recurso, que poco después perfeccionaría Patinir, consistente en aplicar tres tonalidades que primen en diferentes franjas del cuadro.[1]

El placer de admirar la inmensidad es uno de los primeros y principales encantos del paisaje, tanto en el arte como en su contemplación “al natural”. Un placer muy asociado a la modernidad, presente en uno de los textos inaugurales de este tiempo como es la Subida al Mount Vendoux, de Petrarca. En él, el poeta nos cuenta como, recién llegado a la cima, mientras observa el magnífico espectáculo que se ofrece a sus ojos, decide leer un pasaje al azar de las Confesiones de San Agustín y se maravilla al dar precisamente con éste:

Y fueron los hombres a admirar las cumbres de las montañas y el flujo enorme de los mares y los anchos cauces de los ríos y la inmensidad del océano y la órbita de las estrellas y olvidaron mirarse a sí mismos

Eso de olvidarse de mirarse a uno mismo creo que es el requisito por antonomasia de cualquier sentir estético y, como bien explica Petrarca, la amplitud de los paisajes resulta particularmente propicia para despertar este sentimiento.


[1] Normalmente se utiliza el verde oscuro para el primer plano, el verde claro para un segundo nivel que abarcaría la mayor parte del paisaje, y finalmente el azul, que corresponde a la tierra más cercana al horizonte y al cielo. Según avance la técnica estas tres franjas pasarán a ser una gradación más suave que consigue una mejor perspectiva aérea.




Durante los siglos XV, XVI y XVII es difícil encontrar un paisaje que no explote este recurso de la inmensidad. Ruisdael en el Norte y de Lorena o Jan Both en el Sur, lo llevan hasta sus más altas cotas técnicas y estéticas. Pero es difícil encontrar ejemplos que rompan la norma. Hace poco descubrí a Goffredo Wals, una excepción sorprendente, y siempre he estado obsesionado por ese paisaje “pre-contemporáneo” de Altdorfer, del primer cuarto del XVI, en el que la perspectiva no se abre apenas a la inmensidad a causa del sorprendente punto de vista contrapicado.[1]



[1] En un principio iba a calificar este cuadro de “pre-romántico” o “pre-pintoresco”, pero es que la extraña composición de Altdorfer va realmente más allá. En el siglo XVII encontramos paisajes con puntos de vista similares, pero con contrapicados menos acusados que no eluden tanto la espacialidad y que se dirigen a motivos mucho más espectaculares que los de esta obra, como saltos de agua en días de tormenta o viejos molinos de agua con grandes ruedas. El puente roto que no va a ningún sitio y el edificio mediocre del cuadro de Altdorfer, dan una impresión total de “parte de atrás”, de resto, como esa idea de “no espacio” que tantas obras contemporánea inspira. Ese aspecto tan poco llamativo le da un aire casual que me resulta muy enigmático y que lo emparienta con el cuadro de Velázquez que trato a continuación. Hay que tener en cuenta, además, que se trata de uno de los primeros paisajes sin figuras humanas de la pintura occidental.


Paseando por la exposición que el Prado dedica al paisaje clasicista de artistas afincados en Roma, contemplaba una inmensidad tras otra, cuando me topé de bruces con la vista de Villa Medici de Velázquez que se conoce como Fachada del Grotto-Loggia. El Prado no es un museo que resalte por sus paisajes (aunque tenga algunos estupendos), ver de nuevo el cuadro (una de mis pinturas preferidas) rodeado de otros del mismo género, me hizo darme cuenta de una de las razones que lo hacen extraordinario: no hay amplitud espacial. La perspectiva es entorpecida por una fachada en ruinas y un tupido grupo de cipreses que tapan por completo el cielo. El propio motivo arquitectónico que se representa, la serliana, es un elemento plano, pensado para un único punto de vista, el frontal. Velázquez pinta un paisaje “antiespacial”. ¿Por qué? Es difícil de saber, pero me permito imaginarlo un poco…

La vista de Villa Medici es, ante todo, una vista, un recuerdo. El tema de reproducir a través de un cuadro la mirada de un sujeto es fundamental en Velázquez; inmortalizar su mirada (en estas vistas) o la mirada de otro (de Felipe IV en Las Meninas). Si el paisaje había tenido otro encanto a parte del de plasmar la inmensidad, ese era el de plasmar la mirada personal, la anécdota. En los cuadros de Patinir y del Bosco, que aun no se atreven a independizarse del tema religioso principal, ya se aprovecha esa amplitud espacial lograda para meter pequeños personajes, muchos de ellos anónimos, ajenos a la historia religiosa o histórica que da tema al cuadro, pero reales, verdaderamente vistos por el autor. No hay más que pensar en Brueghel y sus cazadores en la nieve para entender hasta que punto están relacionados paisaje y anécdota, inmensidad y costumbrismo.

Pero en la vista de Velázquez no hay inmensidad, sólo una superficie tupida que se abre con elegancia entre los cipreses en la esquina superior izquierda como para recordarnos que no es común que aquello esté tan “cerrado”. Es como si Velázquez respondiese a San Agustín y a Petrarca: “los hombres fueron a contemplar las cumbres de las montañas y la órbita de las estrellas y se olvidaron de sí mismos, sí, pero después volvieron los ojos a lo más sencillo, a una mañana de verano en un ansiado viaje a Italia que le llega a uno joven, aunque no tan joven ya, a un paseo y a la vista por casualidad de unos personajes que hablan entre ellos en un idioma diferente pero comprensible, los de abajo andan midiendo el muro con una vara, el de arriba les grita algo, y allí, frente a esa puerta ruinosa, Velázquez también se olvida de sí mismo y los hombres se olvidan de sí, al ver su cuadro”. Un cuadro muy coherente para un pintor de cuadros de bodega. Tal vez más un bodegón que un paisaje, aunque, sobre todo, una vista, un instante, una mirada pasajera.




Podemos perdernos en los más inmensos paisajes o en una caja de cerillas, pero necesitamos perdernos de vez en cuando. Felipe IV estaba tristísimo cuando se pintaron las Meninas, pero seguro que mirándolas daba un breve descanso a su melancolía. Y eso que las Meninas es una representación de él mismo, de su propia mirada. Pero algo tienes el arte y la virtualidad, algo tiene la belleza, que, en su trance, nuestra mirada ya no es nuestra mirada, si no un puro mirar irreflexivo que nos libera. Aunque su fascinación pueda ser peligrosa el arte sirve para algo, el arte estético. Si despojamos al arte de su función primordial corremos el riesgo de que esa misma función la cumpla la publicidad, que es una forma degradada de lo mismo.

Frente a las obras: miro, escucho y leo, con la esperanza de redescubrir no lo que percibo, sino el hecho de percibir. Redescubrirlo de una forma que esconde sosiego y angustia, perdición y sabiduría. No nos damos cuenta pero hoy, nos hace falta más eso.




15 de Octubre.

Chispas ha estado muy enfermo. Es viejo ya. En la clínica le hicieron cosas que no le han gustado nada, como meterle un dedo por el culo para sacarle bolas de caca que tenía atascadas. Se siente humillado y deprimido. Ahora no quiere comer, sólo duerme. Querían que se quedase una noche más en el hospital veterinario, pero le sacamos. Hicimos muy bien, las veterinarias eran muy buenas y excelentes profesionales, pero no entienden que mi gato se va a curar sólo si está bien, si tiene ganas de seguir viviendo; no valoran el poder de las ideas. Si los propios médicos no entienden eso mismo de las personas, cómo lo van a entender los veterinarios…

Nada es gratis. Nada es despreciable. Aquello que tenemos por insignificante, aquello que sacrificamos, es lo que retorna como una fuerza imparable que nos sobrepasa. Europa y Estados Unidos pensaron que las ideas no importaban, que la técnica y el dinero podrían con todo. Hoy mucha gente se rompe la cabeza pensando qué falla, cual es la solución; lo piensan como si fuera un problema de aritmética, tanto los reaccionarios como los progresistas como los revolucionarios. Da lo mismo que reduzcas el déficit, que cambies la ley de partidos, o que acampes en las plazas. Si no recuperamos la voluntad, la capacidad de creer, no podrás conseguir ni la represión, ni la reforma, ni el cambio.

El otro día entendí por qué tengo esa relación de amor odio con la “contra cultura” de finales de los 60’: Por un lado fue el último gran momento de esplendor cultural de Occidente: filosofía, cine, música, literatura… Pero todos aquellos jóvenes no cambiaron nada, porque no quisieron pagar un precio: “if I can’t dance, it’s no my revolution” decían. En una revolución es muy posible que no puedas bailar, que no puedas comer, que mueras… Si no estás dispuesto a sacrificarte por tus ideas, nunca conseguirás honrarlas, vivenciarlas.

Espero que Chispas recupere las ganas de vivir y coma.

Espero que todos recuperemos el coraje y trabajemos por cambiar las cosas.

Hay que dar un paso más, aunque no podamos bailar, aunque nos hallan humillado, aunque nos intimiden, nos sacudan, nos disparen, o nos encierren. Si no, es como si no tuviésemos ganas de vivir.

Ánimo a Chispas y a todos.

A ver qué pasa este Sábado.

29/9/11

Corridas (de toros).


A pesar de que he ido varias veces en el pasado a Las Ventas y he disfrutado de esa espacialísima experiencia que son los toros, estoy, hoy, en contra de las corridas. Entiendo que se trata de un espectáculo de otro tiempo; de un tiempo en el que el mito de la lucha contra la bestia tenía sentido porque la Naturaleza vivía aun días de gloria en los que era temida y respetada por el hombre, su rival. El hecho de que los toros no tengan ya sentido no es ninguna buena noticia para los animales en general, ni para los toros en particular y, posiblemente, tampoco sea demasiado bueno para las personas. Hoy, hemos sometido a una humillación tal a los animales, nuestra victoria es tan cruel y total, que celebrar un combate ritual resulta grotesco, como los espectáculos del Coliseo de Roma en los que se humillaba a los esclavos de los pueblos vencidos obligándoles a representar el papel de perdedores en recreaciones de batallas pasadas. Ha llegado la hora de cerrar las plazas, bastante sufrimiento causamos a las pobres bestias en los mataderos, en los bosques talados, en los mares contaminados, en el planeta recalentado…

Hace unos días se cerró la Monumental, pero ni siquiera se hizo por un deje de decencia ilustrada, ni por debilidad de una cultura que lleva una relación tremendamente hipócrita con la violencia, conviviendo con ella a diario pero escondiéndola debajo de la alfombra. La plaza de Barcelona se cierra por una estúpida disputa nacionalista en una tierra que tolera fiestas de tortura animal mucho más crueles y soeces. Qué mierda de banderas, se agitan como la muleta frente al toro, y las masas van detrás, olvidando su beneficio y su dignidad (esto último era lo único que se respetaba del toro en las plazas, al menos así debió ser en el pasado).

En su derrota física, las bestias nos han vencido moralmente. Hoy, algo que antes del XVIII era inconcebible, es un hecho de una claridad cristalina: que los animales son mejores que nosotros. Por algo temía Nietzsche la fuerza de los débiles, tanto ansiamos durante milenios hacernos más fuertes que la naturaleza, que no nos dimos cuenta de que al vencer, perdimos. Desde sus jaulas, desde sus reservas, desde sus ojos muertos en la arena, desde los mitos y los cuentos infantiles que han dejado de tener sentido: los animales nos recuerdan lo mucho que el poder nos ha corrompido, lo mucho que nos ha robado.

Espero que cierren más plazas.

17/9/11

Wish you were here.


Dicen que si uno se hunde en el agua y contiene la respiración todo lo que puede para sobrevivir, siente una sensación de liberación cuando al fin cede y aspira, dejando que sus pulmones se encharquen. Me cuesta entender cómo se sabe esto, supongo que algunos de aquellos cuyos pulmones acaban llenos de agua son rescatados justo antes del momento fatal y narran su experiencia una vez recuperados… Cuento esto porque me da la impresión de que el paso a la locura debe parecerse en cierta medida a esa experiencia: todo el día andamos sumergidos en el lenguaje, luchando por sostener esa frágil entidad que es la lógica, manteniendo la fe en el sentido, oponiéndonos a la imaginación. Es duro estar cuerdo, nadie lo está del todo. Es difícil no abandonarse a las alucinaciones, a la libertad de dejar ver a los ojos lo que se les antoje ver y no lo que deben ver; como vivir en un sueño.

El terreno de la locura tiene sabor de lucidez, aunque no podamos ejercer control alguno sobre lo que ocurre en esos parajes donde acechan los monstruos y los ángeles, nuestra única posibilidad de prescindir del límite, de su tosca ineptitud, es allá. Todos necesitamos volvernos un poco locos ocasionalmente, aunque sea de forma “semi-domesticada”; por eso nos embriagamos o nos sumergimos en la experiencia estética.

Pero la locura también es sufrimiento y necedad. Porque si el iluminado tiene un pie entre dos mundos, el loco se ha ido del todo y allí donde está, está solo. Ningún conocimiento, ninguna sensación, ninguna emoción tiene valor alguno si no se pueden compartir. El loco ha cambiado el papel secundario que todos jugamos en la guerra del mundo de los sujetos; por ser al fin protagonista, pero protagonista en una celda vacía, donde a penas él mismo está presente. Al final, en su encierro, la relación se ha invertido; y la lucidez ya no es la locura, si no la cordura. El loco, en momentos puntuales, como por destellos, entiende la áspera realidad: que la alucinación le ha consumido, y que sólo puede darle cierta coherencia moldeándola con la torpe herramienta que son los miedos más profundos, los dolores que conforman el código primario de nuestro ser.

Sin debilidades no seríamos nada, no seríamos nadie, no amaríamos. A nadie se le añora tanto como al loco, porque aun está ahí y al tiempo no está. La locura: en realidad, aunque la temamos, todos la comprendemos; como cualquier emoción o acto humanos. Porque, como enseñan Joyce y Borges, todos somos lo mismo; sólo estamos en puntos diferentes.

Wish you were here de Pink Floyd está dedicada a Syd Barrett, que tuvo que dejar la banda a causa de una crisis psicótica de la que nunca despertó.

PINK FLOYD - Wish you were here (1975 Spanish Edition Lp) (hq sound) by FJ2009 from FERNANDO J on Vimeo.




So, so you think you can tell
Heaven from Hell,
blue skies from pain.
Can you tell a green field
from a cold steel rail?
A smile from a veil?
Do you think you can tell?

Did they get you to trade
your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees?
Hot air for a cool breeze?
Cold comfort for change?
Did you exchange
a walk on part in the war,
for a lead role in a cage?

How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls
swimming in a fish bowl,
year after year,
running over the same old ground.
What have we found
The same old fears.
Wish you were here.

Así que crees que puedes distinguir
el Paraiso del Infierno,
el cielo azul del dolor.
¿Puedes distinguir una pradera verde
de un frío rail de acero?
¿Una sonrisa de un velo?
¿Crees poder distinguir?

¿Acaso te hicieron canjear
tus héroes por fantasmas?
¿Cenizas calientes por árboles?
¿Aire caliente por brisa fresca?
¿Frío comfort por cambio?
¿Cambiaste
el ser figurante en la guerra,
por un papel protagonista en una jaula?

Como deseo, como deseo que estuvieses aquí. Somos solo dos almas perdidas
nadando en una pecera,
año tras año,
recorriendo el mismo viejo campo,
¿Qué hemos encontrado?
Los mismos viejos miedos.
Ojala estuvieses aquí.

7/9/11

Las historias importan.

Como las identidades, como las ideologías. Hoy las despreciamos, pero importan. Nos dicen que sólo importan los mercados, la economía, las propuestas y medidas tangibles, pero no es así. Las historias importan mucho más, como importan las imágenes, que son sus rivales y sus amantes. Las historias importan y dan dignidad a las personas que las crean, las portan y las viven. Las historias nos convierten en sujetos, son el arma para resistirnos a convertirnos en mercancía, nos liberan de los estereotipos, de los prejuicios, de los nacionalismos. Las historias nos individualizan y nos acercan; las buenas historias, las sabias y verdaderas. Necesitamos historias que no sean panfletos, que sean múltiples y libres, que seduzcan a nuestro hambre de conociemiento, no a nuestros miedos y odios.

El hombre, para conocer, necesita historias. Sin historias no sabemos nada. No existe el ensayo, sólo existe la lúcida intuición de la poesía, y el sólido encanto de la narrativa, y de sus historias.










6/9/11

En defensa de los charlatanes.

Algo que me gusta de Pulp Fiction, y del cine de Tarantino en general, es que elabora una lúcida defensa de los bocazas. Chesterton opina, y yo estoy de acuerdo con él, que es absurdo entender que cuando un hombre calla, es porque tiene mucho que decir. Si alguien tiene algo que decir, lo normal es que esté deseando decirlo, y si no lo hace, a menudo es por razones negativas: porque es tímido, porque es mudo, porque alguien se lo impide, porque prefiere guardarse sus buenas ideas para él en vez de compartirlas con el resto...

Pulp Fiction comienza con dos personajes que se dirigen a perpetrar un asesinato. Los sucesos que les ocurren a ambos a partir de ahí marcarán su destino. Jules, un tipo dicharachero, charlatán, que incluso llega a parodiar a un predicador, aprenderá de sus errores y se encaminará a una vida mejor. Vincent, el típico personaje taciturno que basa su encanto en un altivo uso del silencio, cometerá un error tras otro, hasta ser asesinado de forma humillante en un retrete con su propia arma.

Si Jules elige el camino correcto es gracias a la palabra. Gracias al pasaje de Ezequiel, 25 17. Pasaje que durante años ha malentendido utilizándolo como preludio de sus asesinatos, pero que finalmente cobra coherencia a modo de revelación.

Las palabras están esperándonos para darnos forma, para guiarnos. Es algo muy necio hablar sin sentido, pero para hablar con sentido a veces hay que probar, intentar y equivocarse. Decidirse a hablar es como cualquier otra acción, abre una posibilidad de fracaso, pero para aprender hay que tropezar.

Me gusta la gente que habla mucho, que se expone, que se arriesga. Que habla por el gusto de comunicarse, espontáneamente, siendo ellos mismos, y no de forma medida, intentando construir un personaje estudiado. Me gusta dejarme sorprender por las palabras, por las personas.

Casi todo lo que se, lo he aprendido hablando con los demás o hablando conmigo mismo.



P.D. Me sorprendo escribiendo este post justo después de otro que hablaba de un libro sin palabras. Esto es así por dos motivos: 1) aunque cada vez me gusta más leer, cada vez creo más que hay que "desendiosar" la palabra escrita y apreciar (y cuidar) más la comunicación oral. 2) Hay un momento para hablar, para hablar mucho, y otro para mirar, para mirar mucho. Son dos cosas muy diferentes y que merece la pena mantener diferenciadas, en parte para comprender mejor el misterio de los extraños elementos que unen ambos mundos, como las metáforas o los símbolos; pero de esto ya hablaré más adelante (si es que alguien me lee).

1/9/11

Poco que decir.










Planeo un libro sobre arte con cientos de páginas en blanco y preciosas ilustraciones. Habría sólo escrito los números de los capítulos, sus títulos y algunas frases perdidas como "el artista duda entre el deseo hacia la modelo, el trabajo de crear la obra o la contemplación de ésta; Pigmalión" junto a imágenes de la Suite Vollard. Un libro que pretenda reivindicar el disfrute frente a la excesiva palabrería.

Habría que buscar sólo obras que funcionen bien reproducidas. En cambio no tendría sentido meter a Calder, una lástima, porque se podría poner en la página de al lado, en un lugar perdido, hacia la mitad más bien abajo, una cita sobre este artista de Duchamp: "la sublimación del árbol en el viento".

30/8/11

Primera I.

Primera parte del texto: I.I.I. ; 3 conceptos necesarios de los que el 15-M adolece.

1) Internacionalismo: “proletarios del mundo uníos”, los ideales de justicia y solidaridad universal son la base de toda ideología de izquierdas (quien piense que esto no es un tema de “izquierdas” y “derechas”, se equivoca, en mi opinión, de pleno, pero eso ya lo comentaré más adelante), han de serlo. La izquierda entró en la asfixiante decadencia en la que ahora se encuentra cuando perdió su espíritu internacional (la historia soviética es el ejemplo más representativo de esto). Todo nacionalismo es una proyección alienante del individualismo y del egoísmo: defiende lo tuyo, no lo de todos. Esto divide la lucha social y deja a los sujetos aislados, desvalidos frente a la opresión de las clases dirigentes. Luchar por los derechos de uno está un paso por delante de la pasividad social, pero no es una actitud verdaderamente revolucionaria. Hemos de luchar por los derechos de todos. Si no llevamos esto en la cabeza va a ser muy complejo integrar a inmigrantes, coordinarnos con ciudadanos de otros estados (algo necesario), ser efectivos.

Esta concepción nacionalista e individualista de la lucha social se hace particularmente grave en un contexto, el contemporáneo, en el que los dirigentes (los poderes bursátiles y, sólo en segundo lugar, los políticos) piensan y actúan a escala global. El internacionalismo es una concepción que surge en los movimientos obreros y fue durante más de un siglo patrimonio de la izquierda. Hoy esa situación ha dado un giro de 180º y son los poderosos los que entienden que todos los hombres somos iguales (aunque sea iguales como objetos de su explotación), mientras que nosotros seguimos intentando, sin éxito, provocar un cambio social en una nación concreta (España, por ejemplo).

La mayoría de las reivindicaciones surgidas del 15-M van dirigidas a un estado concreto. Un estado que, como todos en el Occidente contemporáneo, no es más que un pelele, una cortina de humo que no hace sino acatar las órdenes de ese ente pretendidamente abstracto que son “los mercados”, que en realidad es una clase dirigente concreta y muy reducida, con nombres y apellidos, que gobierna Occidente y el orbe de forma anónima. Éste ha sido uno de los hallazgos más cruciales de nuestro tiempo: desde el auge del neoliberalismo en la década de 1980, los poderosos ya no son personajes públicos, figuras sociales que la gente emula, aspira a suplantar, ama o envidia. Hoy son seres escondidos. Ni siquiera las personalidades más visibles del mundo bursátil, como los multimillonarios mediáticos (Bill Gates o Carlos Slim) o los grandes banqueros emblemáticos de generaciones pasadas (Marcelino Botín) son el verdadero problema. Los grandes presidentes de agencias de inversión, que mueven cantidades aun mayores de capital aunque no lo posean directamente, son fantasmas, y gran parte nuestras vidas dependen de sus decisiones.

¿Cuanta gente sabe quien es Laurence Fink? Se dice que el mejor truco que inventó el Diablo fue hacer creer al hombre que no existía. Quememos las banderas y aspiremos a una revolución internacional contra los verdaderos opresores, que son internacionales. Que el miedo a la incapacidad de trascender las fronteras de nuestra nación (fronteras meramente humanas, inventadas por los poderosos a lo largo de la historia), no nos detenga.

Los matices ideológicos son vitales, en la vida íntima y en la vida social del hombre, si pensamos a escala nacional nos será imposible superar a la clase dirigente internacional que nos oprime.