guiado por las apariencias

26/6/09

Dulces días de vacaciones.

Desconcertantes entrevistas con profesores de psicología y filosofía, echando una mano al gran persa en su nuevo hogar (una maravilla, por cierto, felicidades genio), suegrente conversación con la genial (y utilizo el término en toda su magnitud) Lara, demasiadas cervezas, carne cruda con mi madre, abrazos nocturnos para Sue. En fin, creo que ayer fue un buen día... aunque a veces no sé como lo hago para estar tan contento, la exposición de Matisse, una de las más brutales que he visto en mi vida, ayudó (tanto que merece una entrada particular que llegará en cuanto pase el fin de semana).

En la película Willow hay dos personajes cómicos que son una especie de duendes, dos pequeños hombrecillos de no más de 20 cm de altura. En un momento dado malos y protas salen en persecución a todo galope y se dejan al par de alimañas atrás, estos tienen la siguiente conversación:

"- Nunca alcanzaremos a esos caballos.

-Entonces seguiremos sus huellas.

- Nunca los podremos alcanzar. Además, si los encontramos, nos atraparán, nos meterán en una jaula, nos torturarán y finalmente nos devorarán.

- Estás sugiriendo que volvamos a casa?

- Nah. Esto es más divertido

- Bien."

Toda una lección de vida.

22/6/09

Querida Gatis VI

Querida Gatis:

El otro día soñé contigo y me apetecía contártelo. Soñaba que tenía el poder de hacer que el pasado volviese y se pegase al presente y vivir así las dos cosas a la vez. Y yo estaba de viaje y a la vez en Madriz, y me sentía libre de todos los lastres de la rutina, como aquí, pero a un tiempo seguro y arropado por el cariño de los míos y también por el cariño de la misma ciudad, porque en las cabezas de las personas los lugares también tienen sus afectos y protegen. Recuerdo que iba al Prado, otro lugar que me quiere y que echo mucho de menos, y no estaban sólo el Jardín de las Delicias y la Condesa de Chinchón y el Noli me tangere del Corregio, si no también los cuadros de David del Louvre que nunca he visto y La Venus del Espejo de la National Gallery y la familia del Infante Don Luís de Goya que vi en una exposición pero que no sé en que museo suele reposar. Y hacía el amor contigo y tocaba tu culo grande y redondo, pero a la vez sentía las costillas de María contra las mías y veía el pelo rubio de una chica guapa que cenó hace poco en el restaurante. Y bebía con todos mis amigos, sobrio y borracho, contando todas las historias, escuchando todas las historias, brindando por los presentes, amigos del pasado, amigos del presente.

A partir de un momento, la sensación de maravilla del principio del sueño evolucionaba hacia la angustia. Me abrumaba toda esa totalidad, me hacía volverme más pequeño. Literalmente empezaba a encoger. No me hacía minúsculo, pero pasaba a medir más o menos como un niño de diez años, metro cuarenta, o algo así. Y entonces dejaba de gustarle a la gente, a mi gente y a mis sitios, por ser demasiado pequeño. Os ibais todos y yo me retorcía de angustia y me repetía que sólo podría vivir quedándome solo, olvidándome de todo, dejando todo atrás… y volvía a crecer pero ahora rodeado de una inmensidad negra, y al no tener referencias no podía saber cuanto había crecido pero me daba la impresión de que me había hecho inmenso. Allí solo, me sentaba con las piernas cruzadas, en la negritud. Estaba desnudo y comenzaba a reír y a canturrear sin sentido, y aunque todo el sueño había sido en primera persona en ese momento pasaba a verme desde fuera y me iba alejando, y desde fuera parecía que me hubiese vuelto loco o que tuviese la personalidad de un bebé. Me desperté.

Ahora, al escribirlo, me doy cuenta de que a penas apareces en él, pero me levanté echando de menos Madriz y pensando en ti y en todo lo que dejé allí. El día anterior había estado hablando de literatura con Michael y su novia, hablamos del Aleph de Borges y de la Odisea, y pensé en la vuelta a casa. Les comenté que es curioso que en la Odisea Ulises se muestre muy humano todo el rato, superando los problemas a duras penas, con muchas pérdidas, y que sólo al final, al llegar al hogar, demuestre ser un superhombre capaz de superar pruebas de habilidad imposibles y de vencer a todos los pretendientes de Penélope apoyado sólo por su hijo y dos esclavos. Les dije que me parece algo terrible, porque el héroe más real de la épica, dejaba de ser humano al volver a casa, como si lo más ilusorio de la Odisea fuese la llegada al hogar, como si la Odisea contase que la vida es un vagar, que nunca se vuelve al terruño mas que en la ilusión.

La nueva novia de Michael se llama Pauline y es un verdadero encanto. Es minúscula, rubia, con la nariz grande y gafas enormes. Enseña literatura en la universidad de Winskonsin (lo cual no es nada del otro mundo, dado el nivel del centro), es afable y graciosa y adora a Michael y Michael adora a Pauline. Es judía francesa, le enchufaron en la universidad unos parientes que tenía en Chicago. No se puede decir que sea un genio de su profesión, está bastante más preocupada por tomar cenas agradables, dar paseos y escuchar a Michael tocar la trompeta. Una personita sabia, con talento para ser feliz. Se conocieron porque ella se torció un tobillo justo delante de él, pisó mal al bajar el escalón de una tienda. Michael iba por la calle, la tomó en brazos, la metió en su coche y la llevó a un hospital, esa noche la invitó a cenar al restaurante. En Milwaukee una pareja interracial levanta bastantes miradas pero ellos están tan enamorados que no necesitan nada más que al otro. Él debe ser unas seis veces más grande que ella.

La única pega es que yo me he quedado bastante al margen. Pauline me adora y hacemos planes juntos, pero como es normal ellos quieren estar mucho tiempo a solas. Por lo menos he vuelto a escribir, lo último la historia de un chico de unos treinta años que descubre que es adoptado y busca a sus padres biológicos. Estos están muertos, pero tiene un hermano gemelo que ellos sí se quedaron y criaron. Va a hablar con él y tienen una conversación. Ya te lo pasaré. A ver si voy reuniendo los cuentos que tengo, los corrijo (que es lo que más me cuesta) y monto un librito. En el trabajo voy ayudando poco a poco a los cocineros, Michael, que es la mejor persona del Mundo, se siente un poco mal por no poder hacerme el mismo caso que antes y se esfuerza en compensarme enseñándome cosas en la cocina. Por lo demás voy a parques a leer y vuelvo a pensar demasiado. El otro día fui de excursión a pescar solo, tres días yo y el bosque. Fue una experiencia llena de paz, pero también bastante melancólica, sentir toda esa belleza sin poder compartirla. La naturaleza tiene además una extrañeza, viéndola en toda su opulencia es el sumun de la elegancia, pero si la retratamos, si sacamos una foto, resulta hortera y convencional. Tiene una belleza que no se puede apresar. Estoy un poco mal de la cabeza porque le cogí el coche a Michael sin tener carné. Creo que debería terminar de aprender a conducir para sacarme la licencia, aquí es fácil y necesario. Además dudo que me quede mucho tiempo en Wiskonsin, me está costando hacer amigos, algo raro en mí, señal de que va siendo hora de cambiar de aires.

Pero no sé a donde encaminarme, seguir vagando empieza a ser una necesidad más que una ilusión. En ese libro que los dos odiamos, Rayuela, el pesado de Cortazar dice una cosa que me gustó: "el hombre es el animal que se acostumbra incluso a no estar acostumbrado". Es algo inevitable que me da pánico.

Perdido pero con los ojos abiertos,
te manda recuerdos
el Tejón.

Lo clásico.

Hablaba el Gallo una vez del toreo clásico y le preguntaron:
- Pero maestro, ¿qué es lo clásico?
- Clásico es lo que no se puede mejorar.

17/6/09

Querida Gatis V

Querida Gatis:

Al fin huí de la Gran Manzana. Casi sin dinero, deprimido y abúlico, me llegó la oferta de Michael de mudarme a su ciudad, Milwaukee, para trabajar de camarero en el restaurante de sus padres. Y aquí estoy, la verdad es que no es un lugar muy excitante, pero resulta acogedor. La gente es amable y más o menos progre (es la única ciudad de los Estados Unidos donde ha gobernado el Partido Socialista).

Michael y yo nos escapamos cada vez que podemos al Norte, a los Grandes Lagos, para acampar y pescar. Wiskonsin está muy poco habitado y tiene una riqueza natural apabullante. Es magnífico estar con Michael solos en nuestra minúscula barquita en medio de esas enormes masas de agua, rodeados de montañas boscosas. ¡Qué diferente de la vida en Nueva York! La Naturaleza cura por dentro, probablemente más que ninguna otra cosa.

Me alegro de que todo te valla bien, me da un poco de vértigo oír que te vas a vivir con un chico, pero bueno, supongo que son cosas que pasan. Es fantástico que te hayan dado el papel, parece que definitivamente vas a ser actriz, actriz de verdad. Al final yo no me hecho escritor ni mi vida se ha precipitado hacia nada concreto, que era lo que buscaba al venirme aquí. A ti, en cambio, permanecer en casa no te ha amilanado y estás en el camino de conseguir vivir según quien eres. Es lo que tiene el viaje, nunca sabes lo que te va a traer, nunca trae lo que esperas, precisamente porque a lo que te lleva no es a lo que tú tenías planeado, si no a encontrarte con lo que traías dentro.

A Michael da gusto verle, se dedica a cocinar, que le apasiona. El restaurante de su familia sirve comida internacional sofisticada, un poco a la francesa, y un día al mes cerramos para experimentar nuevas recetas. Yo le ayudo, me enseña el trabajo de pinche y le sirvo de crítico (aún conservo mi faceta de gourmet). Salsas de papaya sobre carne rellena de frutos del bosque, ensalada de brotes de lenteja con salsa de tomate y cilantro, mollejas de cordero a la plancha con verduras salteadas y salsa de camembert, tarta de zanahoria y chocolate, espuma de tiramisú con helado de café casero. Su destreza es fascinante, tiene mecanizados todos los movimientos pero dentro de ese automatismo improvisa, matiza. El trabajo con las manos puede alcanzar una precisión diabólica y al mismo tiempo estar cargado de imaginación. Yo que soy tan torpón me lleno de admiración y envidia, sobre todo ahora, que estoy harto de tantas ideas.

Su relación con la trompeta es también maravillosa, ahora su música se siente ligera y alegre, llena de ritmo. Cada día tiene más técnica pero la pone al servicio de la sencillez, que sea difícil pero que no se note. Ya no queda casi nada del academicismo que tenía cuando le conocí ni del desgarro de sus piezas del 13 puntos. El 13 puntos… han pasado pocos meses pero ya casi parece otro tiempo, como todo lo intenso de la vida su recuerdo ha marcado tanto nuestros corazones que no parece real, como un sueño.

Lo que admiro de Michael es su capacidad para no pensar. En parte le tiene miedo, pero consigue evadirlo de forma limpia, creando, dejando pasar el tiempo arropado por el bosque. Estoy recibiendo lecciones muy importantes en este terreno. Creo que llevo toda mi vida buscando esos momentos de paz que da salirse de uno mismo, pero siempre los he buscado en el exceso, en pensar tanto, tantísimo, que al final se alcanza la catarsis por agotamiento. Me pasa con la pintura, reflexiono sobre ella, dando vueltas y más vueltas hasta que la agoto y no me queda otra cosa que hacer que acercarme al cuadro y disfrutar de la pincelada. Michael vive en otro universo, él de entrada se va a lo sencillo, a la música, a la cocina, a los medios donde el mensaje es menos concreto y menos evidente, al hacer.

En una de nuestras acampadas me desperté al alba mientras él aun dormía en la tienda, me hice un café y me senté en una piedra a tomarlo. Aunque ya está empezando la Primavera, aun hace un frío terrible y tuve que abrigarme con una manta. Allí, tomando mi café en medio del silencio, escuchando el ruido tranquilo de mis propios sorbos, me invadió una profunda sensación de plenitud, ajena a todo tiempo. Cualquier palabra que usase para describirla la ensuciaría, pero es fácil de entender, todos la hemos sentido alguna vez, la traen a veces las tormentas de verano o los viajes en tren, algunas sonrisas de complicidad o ver jugar a los niños en los parques. ¿Sabes Gatis? Creo que empiezo a estar bien y creo que ahora, y no antes, estoy aprovechando mi viaje para hacerme más listo.

El otro día volví a follar, no lo hacía desde que estuve con María y tenía ganas. Estaba en un parque pasando la mañana del martes (mi día libre), leyendo Juventud de Konrad (que es brutal), y apareció una madre con su niño de año y pico. Me quedé mirando al crío, era divertido. Aun le costaba andar y perseguía torpemente una pelota. Me encantan los niños pequeños, por los mismos motivos por los que le gustan a casi todo el mundo. La mujer tenía treinta y tantos, estaba delgada y era algo más alta que yo, con la piel muy blanca, el pelo muy negro, los ojos muy grandes y expresión ausente, como de pasmada. Se dio cuenta de que estaba observándoles pero no le dio importancia. En un momento dado el pequeño cogió la pelota con las dos manos y la tiró, llegó rodando hasta mis pies. Ella se acercó a mí y se disculpó, le pregunté como se llamaba el niño, hablamos de la edad que tenía y de sus primeras palabras, luego me preguntó por mí, le hablé de España… Todo muy convencional, pero agradable, nos caímos simpáticos. Cuando se fue a marchar me dijo que vivía cerca, que si quería acompañarla y ayudarla a subir el carrito me invitaría a algo de beber. Mientras caminábamos hacia la casa me puso ojitos de deseo. Al llegar dejamos al niño en el cuarto y en la cocina la besé antes de que me sirviese la limonada. Estuvimos todo el día haciendo el amor, no comimos, en los intervalos charlamos y estuvimos con el crío, lo hicimos con muchas ganas y muy bien, a veces agarrándonos fuerte y fijando el uno en el otro miradas perdidas, otras serenos, con sonrisas tranquilas. Al caer la tarde me pidió que me fuese porque iba a llegar su marido. Tenía la piel suave y llena de pecas.

Nunca había mantenido una relación sexual tan fugaz y ligera, supongo que todo esto de no pensar me está calando en cierta medida. Pero sólo en cierta medida, porque al día siguiente en el trabajo no podía parar de pensar en ella, en su manera de obrar tan sumamente silenciosa, en su forma de hablar tan suave, en su capacidad de hacer algo tan perverso con naturalidad. Dos días después apareció en el restaurante con su marido, con el carrito y con el niño, ella sabía que yo trabajaba allí porque se lo había dicho. Pensé que sólo quería ponerme nervioso, que se limitaría a retarme con la mirada, pero me saludó alegremente y le explicó a su esposo que habíamos estado hablando en el parque. La buena educación estadounidense es la mejor del mundo, distendida, cercana y cordial. A él no le sorprendió en absoluto que ella se mostrase tan entusiasta por la coincidencia. Charlamos un rato y les invité al postre. Todo el encuentro fue muy morboso, pero ni yo ni ella actuamos de forma extraña. Al día siguiente volvió por la mañana y me dejó una nota disculpándose por si me había causado alguna molestia apareciendo así, decía que casi no pasa tiempo a solas y que le apetecía verme y que era la única forma que tenía de hacerlo. Después se despedía: con amor, Cecilia (ella lo pronuncia “Sesilia”). No sé por qué, me sentí muy triste, sabía que no nos volveríamos a ver…

Y así sigue todo, tan raro como siempre. Escribir no escribo nada de nada. Leo algo, a Freud y a Conrad, pero sobre todo trabajo y voy al campo. El ambiente del restaurante me encanta y estoy deseando que Michael me de la oportunidad de empezar a ayudar a los cocineros. Cosas con las manos, cosas ricas o bonitas, bien hechas, el sonido mínimo del agua quieta cuando pica un pez. La música de la trompeta. A ver si consigo no pensar, no pensar en el por qué de las cosas, en como solventar la sensación de ausencia, no pensar en los amigos pasados, no pensar en María ni en ti, no pensar en la diferencia que hay entre la esperanza y lo que luego pasa, no pensar el silencio de su piel suave.

Un fuerte abrazo.
El Tejón.

16/6/09

Un cuadro feo no sirve absolutamente para nada, pero un sofá horrible puede ser comodísimo.

Sillas del ajuar funerario de Tutankhamon.

Me voy acercando cada vez más a algunas ideas jugosonas. El texto que os mando ya no lo repaso más, me ha quedado tan plomizo que no merece la pena, lo mejor, el título (que es título gracias a Eva). No lo leaís:

Lo superfluo es el diseño.

Me pregunto por qué los egipcios, que tanta fe en su eternidad parecían tener, fueron los grandes adalides del diseño de objetos de uso personal mientras que los griegos, tan conscientes de su fugacidad, vivían en casas humildes, absolutamente volcados a lo universal.

Un sistema escatológico muy sólido unido a la riqueza agrícola que aportan las regulares crecidas del Nilo, fueron las bases en las que se asentó la extraordinaria estabilidad política egipcia. La aristocracia de este sistema, los faraones, pretendían ser la fuente de esa estabilidad, la fuente de la vida presente y futura. Eran dioses, y para demostrarlo no acudieron sólo a las artes "mayores", si no que se rodearon en su día a día de los más fantásticos ajuares domésticos que el hombre haya visto. Con su elegantísima paleta de colores, reducida pero tremendamente efectiva, deificaron su vida cotidiana. Un detalle significativo: Sólo usaban piedras opacas y oro, las piedras que hoy consideramos más valiosas; diamantes, rubíes, esmeraldas; no eran apreciadas, las usaban para comerciar con otros pueblos. "Menos es más", la moda de los dioses, una moda eterna.

Grecia, en cambio, es un lugar donde las tierras cultivables no abundan, esto empujó a sus habitantes a un proceso de colonización por el Mediterráneo que les convirtió en un pueblo comerciante y belicoso. Su escatología terriblemente pesimista generaba en los individuos la ansiedad de alcanzar el bienestar en la vida terrena. Pero el bienestar griego no es un bienestar frívolo, los griegos de la era clásica eran un pueblo austero. El bienestar que buscaban es en realidad otro tipo de escatología, la inmortalidad a través de los hechos realizados en la vida, la fama, la heroicidad; en la guerra, el arte, la literatura, la política o la filosofía. Lo cotidiano era secundario, sus cerámicas gozaron de gran éxito comercial en todo el Mediterráneo, pero resulta evidente que son creaciones culturales pobres en comparación con la magnificencia de la arquitectura, de la escultura y (probablemente) de la pintura griegas.

Me gustaría poner en relación lo anteriormente dicho con el auge del diseño de interiores y de objetos de uso personal que se da en el Rococó. La mayor revolución en el diseño cotidiano de la historia de la Europa cristiana va unida a la gran crisis de la religión, en el "siglo de las luces", cuando el pensamiento europeo se "libera" de la base religiosa. Razonar equivale a preguntarse, a poner en duda, a someter a análisis, a hacer preguntas, y detrás de cada pregunta está siempre la ansiedad de la gran pregunta sin respuesta. La razón, en realidad, no aporta sentido a la vida, la deja desnuda de él, y eso lo entendieron perfectamente los aristócratas Rococó que ante esa "nada", se abocaron a lo fugaz, al hedonismo sofisticado, al esteticismo desmesurado.

Probablemente la única cosa capaz de combatir eficazmente la ironía es la belleza vacía de sentido, la ornamentación, que no el arte. La ironía no es más que la razón llevada al extremo, la razón desmedida que a cada respuesta a un "por qué" añade otro "por qué" "ad infinitum", hasta que sólo queda la carcajada o la sonrisa amarga. Egipto no conocía la ironía, la Grecia clásica tampoco. Pero Egipto aun no tenía que defenderse de ella, podía entregarse a una belleza vacía porque no buscaba responder a ninguna pregunta. Grecia ya había empezado a hacerse preguntas, pero la habilidad de sus héroes intelectuales le llevó a conseguir una ilusión de satisfacción. En esa ilusión de satisfacción (mucho más inestable que la solución egipcia) la belleza era un elemento fundamental, los hombres perfectos de Policleto ayudaban al griego a sentir que las cosas tenían un sentido a pesar de la fugacidad de su propia vida.

En Egipto también había arte, y en ese arte también había una función, la magnificencia de las pirámides servía para demostrar que sus habitantes, los faraones, eran dioses. La belleza en el arte se pone al servicio de la estabilidad social y de la estabilidad mental del individuo. El arte es necesario para recordar a la gente que el Mundo tiene un orden, para que la gente no caiga en la ironía supina y se entregue al desenfreno nihilista. Los Griegos pensaban, y sabían que morían, por eso estaban mucho más cerca de caer en la desesperación, por eso necesitaban poner toda su belleza al servicio del arte público. Por maravillosa que sea su cerámica resulta evidente que todo su enorme potencial estético se halla al servicio del arte. Egipto era una cultura lo bastante serena como para permitirse invertir muchísima energía en el diseño. En el Rococó pasa justo lo contrario, la aristocracia ve tan evidente la pérdida de su razón de ser que se entrega a la ornamentación privada, se olvida de intentar dotar de sentido al Mundo, desiste.

El tópico dice que la principal diferencia entre arte y diseño es que el segundo tiene una función práctica mientras que el primero no. Pero es exactamente al revés, el arte es necesario, la belleza recubriendo a la idea es vital para el ser humano, nos ayuda a que las ideas nos seduzcan, nos ayuda a creer en las ideas. No existe conocimiento sin creencia, la razón pura es duda sin medida. En el diseño, en cambio, la belleza no tiene utilidad alguna, se puede comer con una cuchara más fea, cuando se hace más bonita se hace por pura estética, o por estética pura. Un cuadro feo no sirve absolutamente para nada, pero un sofá horrible puede ser comodísimo.

Luego, la revolución Industrial y el capitalismo cambian las reglas del juego. El hombre contemporáneo vive abocado a la ironía, pero toda esa insatisfacción se palia con una sobredosis de diseño, de estímulos estéticos vacíos de sentido. Hoy sí se le ha dado una función al diseño. El consumismo es necesario no sólo a nivel económico, es necesario a nivel social. Necesitamos una cantidad de imágenes brutal para poder seguir adelante, aturdidos, con nuestro vacío.

Sólo un arte es posible en nuestro tiempo, el cine, el cine que construye historias coherentes, a partir de cientos, de miles de imágenes consecutivas. Qué medio tan fascinante, tan nuestro.

Cuando el arte conceptual deja de lado la estética comete un error terrible, pierde su sentido, su capacidad de seducción. La mejor manera de transmitir conceptos concretos siempre será un ensayo. Con su preocupación por dotar a esos conceptos de un soporte estético, el arte se convierte en algo mucho más seductor, mucho más sugerente y mucho más importante para el hombre. Duchamp entiende todo esto, cuando se dedica a lo puramente conceptual no está haciendo arte, no pretende hacerlo, pretende lo contrario. Es un teórico y un humorista, se mueve siempre en un equilibrio entre la ironía y la nostalgia de una lucidez abrumadora. El urinario no está pensado para emocionarnos. El étant donnés es otra historia.