guiado por las apariencias

27/9/09

A mi estimado David:

A mi estimado David:


Sólo a ti te dedico ésta mi última carta. Aunque supongo que un suicidio tiene siempre un cierto sabor a derrota, intento con él ejecutar mi único acto de auténtica libertad, que es, como incansable buscador de ésta que soy, mi única victoria. Con las manos rebosantes de sangre, hundidos hasta los hombros, negamos a Dios con la esperanza de que no existiese, porque de existir, nada podría evitarnos el más rojo de los infiernos. Cortamos la cabeza del rey y de los nobles, de los simpatizantes, arrebatamos su poder a los burgueses, hicimos rodar cabeza tras cabeza. Cavamos el hoyo de la justicia con la pala del horror. Al final, se esfumó el sueño y despertamos sumidos en la más siniestra de las pesadillas.


Utopía es locura. Realidad; injusticia y desgracia. La libertad; una idea, y como tal perteneciente a una dimensión preciosa pero inalcanzable, cruel. Se les advierte a aquellos que desean, que la obtención de sus anhelos puede ser un castigo peor que la insatisfacción. No existe aquello lo suficientemente bueno como para colmar la expectativa humana, y cuanto más alta es la expectativa, mayor la decepción. Nosotros, los revolucionarios, apuntamos al cielo. Pedimos una vida verdadera. Cosechamos cadáveres. Más sentido tiene el oficio del artista que gracias a la ilusión de la forma consigue hacer verosímil la encarnación del ideal. Felices vosotros los pintores, también los músicos y los poetas, y todos aquellos que viven y venden mentiras preciosas, vuestra es la única libertad posible.


Para el pueblo de Francia sólo tengo mis más humildes excusas y la más burda de las defensas: mis intenciones fueron puras. Pido a Dios, si existe, que nos libre en adelante al menos de las quimeras, que se olvide de todos aquellos que se creen iluminados por Él o por cualquiera de sus máscaras, entre las que incluyo a la Razón. Razón mentirosa, que ha llenado nuestros días de sombra.


Pinta la humillación de mi muerte. Dale a mi tragedia una moraleja. Que gracias a mi desesperado final, entiendan todos lo inútil que es perseguir un sueño.
Con el cuchillo en la mano, mi último recuerdo es para los franceses, el fantasma que dejo vivirá la eternidad consumido por el tormento de haberles fallado.

Tu amigo y compañero,
Marat.

1 comentario:

Mark dijo...

"La resignación es un suicidio cotidiano."
Honoré de Balzac.


"Hace mucho tiempo que me hubiera suicidado de no haber leído en alguna parte que es un pecado quitarse voluntariamente la vida mientras pueda hacerse todavía una buena acción. La vida es hermosa, pero la mía está envenenada para siempre."
Beethoven.


"Yo entiendo que la posibilidad de matarse constituye una válvula de seguridad. Teniéndola, el hombre no tiene derecho a decir que la vida es insoportable."
Tolstoy.


"¿Qué es un suicida? Su propio verdugo o su propia víctima"
Valeriu Butulescu.