guiado por las apariencias

10/2/09

El 13 puntos.

Querida Gatis:

Te escribo de nuevo desde La Gran Manzana, que estos días es sin duda la ciudad de Barak Obama y del entusiasmo que su figura despierta. Mientras este país siente que está viviendo su historia, yo vivo la mía propia. La noche de las elecciones Michael se había ido a su pueblo a votar y Raúl me dijo que teníamos que ir a su bar porque era el único sitio de toda la ciudad donde no se iban a seguir los resultados. Aunque cada vez le tengo más cariño, ya empezamos a discutir cuando abusa de esa actitud tan negativa. La crítica sin medida es una posición muy cómoda, por muy amarga que resulte para el que la practique. Lo peor de discutir con él es que es más listo que yo, aunque también pienso que ser listo es más fácil si eres así de pesimista. Raúl escribe poesía pero nunca enseña nada, dice que lo que él escribe es sólo para ser recitado y que el sólo recita en su bar. Nos hemos hecho íntimos muy deprisa, pero nunca me había invitado hasta esa noche y, aunque me parecía tonto estar en Nueva York y no participar del momento histórico que se iba a vivir, terminé aceptando pasar la noche en el 13 Puntos. Y la verdad, Gatis, es que no puedo decir que me arrepintiese.

El 13 Puntos es un antro extraordinario. Está en un sótano de Brooklyn, en algún lugar cerca de la orilla del East River. Si no sabes a dónde vas es muy difícil que lo encuentres por casualidad. Desde la calle tienes que bajar unas viejas escaleras hacia una puerta de metal sucísima que tiene un cartel de neón apagado lleno de polvo en el que se lee: "Drinks". Al pasar encuentras otras escaleras iluminadas por una luz de emergencia que terminan en otra puerta oscura. En el dintel de esta entrada definitiva hay una inscripción: "Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate": "Abandonad toda esperanza vosotros que entráis", lo mismo que está escrito en las puertas del Infierno. Para cuando leí esto yo ya estaba emocionadísimo, Raúl se dio cuenta y me bajó un poco los humos. Me dijo que tanto la frase como el cartel no eran parte del 13 Puntos, llevaban allí desde los setenta, cuando el sitio era un punto de reunión de punks. "Lo que sí es verdad", añadió, "es que aquí dentro han pasado muchas cosas".

El 13 Puntos parece un mundo a parte. Dentro, uno se siente como si estuviese en una escena de Blade Runner. Es un sótano de paredes de cemento sin pintar, completamente diáfano con algunas mesas desperdigadas. Mucha gente se sienta en el suelo e incluso encuentras a más de uno durmiendo. Se habla más español que inglés, porque está lleno de latinoamericanos. La iluminación irregular causa una impresión muy extraña: en algunas zonas hay grandes tubos de neón blanco en el techo, como los que se usan en los parkings, pero no dan una luz consistente porque muchos de ellos parpadean o están fundidos del todo. En otras zonas hay lámparas de pie, con mesitas y sillas alrededor. No hay dos objetos iguales en el 13 puntos, ni dos zonas iluminadas de la misma forma, eso da una extraña impresión de multiplicidad de ambientes en un local que sólo tiene un espacio. A pesar de lo grande que es sólo hay una barra, todo huele mucho a humo y la concurrencia se divide entre indigentes y bohemios. Bohemios auténticos, Gatis, sucios, cultos, pobres y creativos, como no quedan ya casi en ninguna parte, cabezas en un equilibrio imposible entre el idealismo y el hastío. Argentinos, chilenos, mejicanos, también "gringos" y europeos. En el escenario tocan jazz contemporáneo, recitan poesías, hacen slang, cantan, ese día incluso se subió un pintor a promocionar su obra, había montado una especie de performance. Lo más impresionante es que a pesar de lo cochambroso del lugar, todo es fantástico. Todo está bien hecho, todo es fresco y arriesgado, pero nada estúpido ni desapasionado. Una chica recitó una poesía en español (era Argentina), hablaba de que perdía a su hijo, usaba muy pocas palabras, en seguida se puso a gritar a pleno pulmón: "¡Luíiiiiiiiis! ¡Luíiiiiiiiiis!", tenía un control sobre su voz extraordinario, conseguía modularla a la vez que se desgañitaba. Terminó subiendo el grito hasta quedarse absolutamente sin voz y luego rompió a llorar y con las manos en la cara recitó muy rápido otro poema largo, lleno de frases de angustia, dichas con claridad entre sollozo y sollozo. "Te añoro en mis muslos y en mis muñecas, como un telón de terciopelo negro", recuerdo que decía un verso.

Raúl es un personaje querido en el 13 Puntos, en seguida saludó a Malcolm, el barman, un mulato con la piel muy clara y rasgos de negro. Le pidió dos tragos de un bourbon horrible. Raúl me explicó que muchos de los artistas del 13 Puntos han rechazado ofertas para actuar en clubes de mayor status y que sólo lo hacen en ocasiones puntuales para sacar dinero. Los que deciden intentar triunfar y van dejando de lado sus actuaciones allí, casi siempre dejan también de ir porque el resto les desprecia. Debe ser el único lugar de este país donde es impopular venderse.

- Pero casi todos sois extranjeros. ¿Habéis emigrado para seguir pobres?

Le pregunté. Y él respondió:

- ¿Tú estás aquí para triunfar?

- Mmm… no.

- ¿Y por qué viniste a Nueva York?

- Porque quería vivir en Roma. Siempre he pensado que si hubiese vivido en el siglo I, me hubiese gustado vivir en Roma.

- Pues por eso estás en el 13 Puntos.

Y me sonrío, hasta ahora es la única vez que le he visto hacerlo.

Luego me contó por qué el sitio se llama así. En un principio se abrió exclusivamente como una tapadera para vender droga (función que todavía conserva). Un día entró un homeless que pidió un trago. Como tenía dinero, le sirvieron. Empezó a hablar con Malcom. "It's easy to make friends but It's hard to keep them", repetía el pobre trastornado sin parar: "es fácil hacer amigos, pero es difícil mantenerlos". Al rato pidió un bolígrafo y una servilleta y se fue al baño. No volvieron a saber de él hasta que al cerrar lo encontraron muerto en uno de los váteres, estaba cirrótico perdido y había tenido una hemorragia interna. En la servilleta había dejado escritos 13 puntos. Raúl le pidió a Malcolm que me enseñase la servilleta enmarcada y colgada en la pared entre las botellas. Es el único elemento decorativo del bar.

Los puntos están en inglés, pero dicen algo así:


1 - Procura no caer nunca en los tópicos.

2 - Cambia todo lo que no te guste, no cambies nada si no sabes por qué lo estás cambiando.

3 - Si no te queman los dedos, no escribas. Si no te quema el corazón, no ames. Si no te quema la cabeza, no pienses. Cuando sientas frío, descansa. Si descansas demasiado, cambia.

4 - Escucha a los demás y escúchate a ti. Es difícil conocer a la gente, pero sobre todo porque es mucho más fácil ignorarla.

5 - Sé sincero con los otros y contigo. Las mentiras piadosas no existen.

6 - Si lloras, ríete después. No dejes de entender en un resquicio de ti que eres ridículo, que todo lo es.

7 - Recuerda que pueden pasar tantas cosas malas que muy rara vez pasan las que temes. Cuando cambias nunca pierdes lo que esperabas. Sé intrépido.

8 - Aquello que te hace fuerte es aquello en lo que te apoyas. Por eso es, al tiempo, tu debilidad. Acomodarse es exponerse.

9 - Intenta ser intuitivo, fíate de las primeras impresiones. Pero vigila que éstas respondan a la pura intuición y no a los prejuicios.

10 - Desconfía de los mezquinos, los mentirosos y los envidiosos. El egoísmo, en cambio, es un mal congénito, por eso sólo es reprobable su exceso.

11 - Si consigues ser una persona paciente y apasionada a un tiempo, habrás conseguido mucho.

12 - Perdona y pide perdón. Pero si alguien muy cercano a ti te traiciona de veras, perdónale pero no olvides.

13 - Si no quieres perder a los tuyos, no les traiciones nunca. Esto último es lo más importante de todo.


Curioso ¿verdad? Supongo que es la obra de un loco, de un loco lúcido (hay muchos). Aunque Raúl sostiene que la lista la escribió Malcolm ("que se cree sabio y no lo es tanto, como todos los barmans").

Y allí pasamos la noche sin acordarnos de las elecciones en absoluto. Esnifamos algo de cocaína (en el 13 Puntos sólo se gasta el dinero en droga) y Raúl me presentó a varios amigos. Conocí a un Mejicano llamado Manuel, pequeño y menudo como yo y como Raúl, con el que en seguida hice buenas migas. Es un tipo irónico y cordial a un tiempo, muy fino. También ha estudiado historia del arte y me dijo que conocía a gente que trabajaba en el MOMA y que podrá pasarme gratis. Estoy deseándolo porque desde que estoy aquí no he ido aun a ver pintura y es algo fundamental para mí. Manuel es rápido como una centella y se ríe constantemente del dramatismo de Raúl, lo cual resulta muy saludable para todos. Siempre le dice "no se estrese, capitán". Le llama "capitán" y Raúl se pone muy nervioso, es realmente gracioso. Y aunque Raúl no se ríe se lo toma bien porque en el fondo es consciente de que interpreta un personaje. Manuel es feo, con el Pelo rizado largo y muy encrespado. Tiene un aspecto tierno e inofensivo que contrasta con el rostro perfilado y elegante de Raúl.

Y mientras los dos creaban conversación y polémica a su alrededor yo me puse a hablar con María, otra mejicana, dulce y apacible, versadísima en poesía contemporánea, que me enseñó muchas cosas y me dios unos besos maravillosos, cándidos, mostrándose luego reacia a nada más. A la mañana siguiente Raúl me explicó que iba de heroína hasta las cejas, como cada noche últimamente.

Subimos los dos tramos de escaleras cuando ya había amanecido. De las celebraciones de la victoria demócrata sólo quedaban los restos. Salimos de aquel inframundo dejando atrás la inscripción: "Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis." Y realmente habíamos pasado la noche de espaldas a esa esperanza que vende Obama.

Y eso, Gatis, seguro que volveré al 13 Puntos. Parece que ya me estoy asentando en la ciudad. Por increíble que parezca, el póquer cada vez se me da mejor y me entretiene. Como voy sacando dólares, estoy dejando un poco de lado el buscar trabajo. Escribir, escribo, pero tan disperso como siempre: entradas del blog, mails como éste, notas… y últimamente bastante poesía también. Como me siento tan solo en la cama por las noches, el otro día me salió esto:


"Solo de pie en la autopista

y las luces de los coches, siempre las luces de los coches.

Me confunden con las estelas que dejan a su paso,

en la vida ocurren demasiadas cosas.

Todo se escurre entre los dedos,

se escurre entre los dedos,

no puedo asimilar tantas pérdidas,

atragantado como estoy de cosas nuevas.

Todo muere,

ni si quiera puedo decir adiós

a las estelas de luz de los coches.

Siempre las luces de los coches.


He olvidado el mar

y el bosque.

He olvidado el pasado que fuimos,

que fuimos animales, todos.

He olvidado que somos.

Quiero agarrar,

a penas puedo retener algunas caras…

Entre tantos ya no distingo.

Y estoy solo.

Aturdido.

Atronado por las luces de los coches.


Ahora de cuclillas

me agarro la cabeza con las manos.

Me duelen las sienes,

se hinchan.

Mis sienes se hinchan mucho.

Dolor insoportable.

Dolor

en mi cabeza…



Revientan.


Pero no son mis sienes, sino mis tímpanos.

Sangro por las orejas y aun me duele.

Un dolor menos agudo, sordo.

Ya no puedo oír.

Pero aun veo,

aun las veo:

las luces de los coches.

Siempre las luces de los coches,

que no cesan de pasar…"


Ya me dirás qué te parece. Te mando un beso enorme. Espero que estés bien.

El Tejón.

3 comentarios:

Germán Huici dijo...

Es una mierda de texto, pero bueno. Lo acabo de repasar un poco y como me ha llevado un rato lo cuelgo. Tuve un principio de enero muy potente y ahora estoy más flojo, pero qué se le va a hacer...

Anónimo dijo...

Pues a mí me ha gustado hombre!

hace mucho que no leo tus cosas y éste me parece guapo.

Jose dijo...

Ya sabes que soy un vago leyendo.

A mí me gustó mucho el de los viajes a una ciudad desconocida y los sueños raros que tuvo, de una pareja. Menuda descripción. Ése me gustó mucho.

A ver si me leo éste también!