guiado por las apariencias

24/2/09

Lo nuevo de "Querida Gatis".

Querida Gatis:
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Siento llevar tanto sin escribirte. Lo cierto es que están siendo tiempos revueltos, han pasado cosas. No sé, me siento un poco alejado de tu presencia. Tu persona siempre ha sido en mi vida un punto de encuentro conmigo mismo, una cura para la ansiedad, para esta maldita manía que tengo de pensar a borbotones, sin concierto y sin acierto. Al venir aquí, he dejado atrás eso y una parte de mí que estaba adormecida ha salido a la luz. Escribo cientos de folios, pero siempre inconexos. Ayer escribí sobre lo extraño que es el Mundo, sobre que, cuando miras las cosas dos veces, puedes darte cuenta de que no hay nada intrínseco en ellas que las haga familiares, sólo la repetición. Cada una de las cosas que te rodean a diario, en tu propia casa, pueden ser sorprendentemente maravillosas, o angustiosamente ajenas. A veces echo de menos volver a tus brazos, hundir mi cara en tu pelo y dejar de pensar.
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Lo primero que tengo que contarte es que estoy teniendo bastantes remordimientos. Ya sé que dijimos que nos separábamos sin ningún compromiso, pero aun así me siento mal, porque ando metido en una relación que empieza a ser especial, no se… no me atrevería a decir que me he enamorado, y no es por falta de intensidad, si no porque lo que estoy viviendo es… otra cosa. Ahora voy al 13 puntos casi todos los días, y me he liado con la Mejicana que conocí allí. Ella empieza a tener un problema grave con la heroína, supongo que es una persona melancólica de por sí. El jaco es el mejor compañero de la tristeza, la nutre, la hace lo suficientemente llevadera como para que no sea necesario vencerla. Se llama María, como la Virgen, y tal vez es un poco el mismo tipo de persona. María, en realidad, lo tiene todo: es inteligente, sensible, bondadosa, con una cara bella de rasgos indianos y unos enormes ojos negros, negros de verdad. Su vida es como una broma, tiene la estrella de las personas que gustan a todos, que tienen talento para todo. Canta como los ángeles y escribe unas canciones preciosas, tristes sin ser nunca cursis. Cuando la oyes cantar se te revuelven el corazón y las tripas hasta el punto de que dejas de saber cual es cual. Su padre mató a su madre porque ésta dejó de quererle, ella tenía sólo trece. Su familia es rica pero ella se quedó sola, a cargo de una tía que no quería hacerse responsable. Acabó estudiando interna en Estados Unidos. Luego hizo literatura en Vassar y allí deslumbró, sus profesores le ofrecieron publicarle sus poesías pero ella lo dejó pasar. Se fue a Méjico y se enamoró de un tipo del que estuvo colgada tres años, una mañana él se pegó un tiro en la cabeza. A veces, cuando estamos los dos solos en la cama, desnudos, me coge las manos y llora sin sollozar, sin decir nada, mirándome fijamente. Llora unas lágrimas enormes y compactas que le recorren la cara despacio. Siempre me está tocando y excitando, pidiéndome que le haga el amor, pero cuando lo hacemos casi nunca llega al orgasmo. A veces incluso llora, pero no me deja parar, me llama por mi nombre y me pide que no pare y me toca y me anima y retuerce su cuerpo, y yo sigo hasta el final, siempre. Termino dentro y ella me abraza y me dice que me quiere, aunque no entiendo si es verdad. No hay peligro de que se quede embarazada porque se le cortó la regla hace un año. Pensó que era por la mala vida pero los médicos le dijeron que es sicológico, no quiere dar vida.
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Siento haberme extendido tanto hablándote de María, lo que pretendía en un principio era sólo disculparme, no he podido evitarlo. Supongo que me siento tan desconcertado que necesitaba volcarlo. No sé si finalmente te mandaré esto. Estoy perdido, corazón, perdido. He dejado de lado el póquer, lo cierto es que ahora vivo principalmente de vender cocaína. Raúl nunca fue camarero, se dedica a vender droga y me ha metido en el negocio. Nos ponemos bastante, empiezo a pensar que no lo controlamos del todo. Michael, el músico, se entera, y no le gusta nada la dinámica que estamos cogiendo. Es un tipo sencillo y noble, creo que incluso sufre por nosotros. Nos estamos alejando de él. Es de esas personas tímidas que cuando se acercan a alguien lo hacen con todas las consecuencias y le consideran casi su familia, nos quiere de verdad a Raúl y a mí. Cada vez habla menos, pero se le ve melancólico y cuando toca la trompeta la casa se llena de tristeza hasta tal punto que yo callo y Raúl se empieza a sentir incómodo, como si la trompeta de Michael fuese la voz de la conciencia. No entiendo lo que estoy haciendo, la cocaína es una droga necia, absolutamente vacía, el puro vicio. Pero bueno, la vida es una sucesión de momentos diferentes, al menos la que yo he elegido. Es casi una lección que estoy recibiendo. Todo en nuestro interior y en nuestro exterior es tan inestable… creo que ante eso hay básicamente dos actitudes posibles: buscar puntos de apoyo para atenuar la corriente, o sumergirte en ella y rodar montaña abajo.
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En el 13 puntos leo algunas de mis poesías, me estoy haciendo al escenario, aunque estoy muy lejos de producir las impresiones que consiguen generar Raúl y Manuel. A veces suben juntos y se pelean con versos, Raúl en su tono fatalista y Manuel con su ironía. El otro día Raúl empezó a exaltarse mucho, terminó gritando un poema. Hablaba sobre un gran incendio, los últimos versos decían algo así:

"…nievan cenizas de campos y ciudades,
de madres con sus hijos, de hombres solitarios,
de noches de fiesta y de días de diario,
de cosas de verdad
y de escenarios.
Han ardido la sangre de los poetas y los estómagos de los campesinos,
los recuerdos de los viejos,
la fe de los niños…"

La poesía no era de las mejores, pero tendrías que haber visto como la gritaba, con las venas de la frente hinchadas, ido por completo. Y luego empezó a decir que cuando saliésemos del local sólo encontraríamos cenizas porque todo había ardido y le empezó a sangrar mucho la nariz y tuvo que bajarse del escenario temblando y sentarse en una silla donde se quedó resoplando. Casi se desmaya. Luego todos volvimos a mirar Manuel que seguía allá arriba y que no había movido ni un músculo. Aguanto un instante largo, se encogió de hombros y bajó también. Lo hizo de una forma tristísima que resultó aun más desasosegante que el número de Raúl.
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Cuando se cansan del arte en el bar, se ponen a hablar de política. Lo hacen como si estuviesen en posesión de la verdad, critican llenos de autosuficiencia. A María y a mí no nos gusta el tono, dada la vida que llevamos nos parece mezquino, aunque Manuel ponga un poco de orden con su humor. En esas ocasiones ella y yo nos apartamos y hablamos abrazados y nos besamos, casi como una pareja normal. Me canta sus poesías que nunca recita en el escenario, y mientras la escucho se da cuenta de que me gustan de verdad, de que siento que es la más brillante de todos nosotros. Parece que es lo único que le da cierta felicidad, ver que al escucharla me siento como si estuviese viviendo la Historia, porque soy tan tonto que aun creo en los genios y me dejo fascinar por su voz y por su piel de color tierra. María sonríe como si supiese algo que tú no sabes. Tal vez Dios es así: una chica tierna y poderosa, pero impotente.
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Esnifo demasiado, a veces nada más levantarme. A veces me despierto en casa de María y me pongo a hacer café y cuando vuelvo al cuarto ella se está preparando un chino y a mí me da tanta pena que esnifo, aunque no entienda cual es la relación entre mi pena por María y drogarme. Y mientras la veo hacerlo siento una angustia terrible, pero al mismo tiempo es algo bonito: el alivio tristísimo en su rostro y como me pide que la abrace después. Nunca lava la almohada y llora tanto que deja manchas.
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Con ella me pasa como contigo, que me deja sin palabras.
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Y creo que eso es todo por ahora, espero que tú estés bien. Por mí no te preocupes demasiado, tengo la intuición de que esto no va a quedar aquí, de que saldré de esta fase, aunque no sé como, ni qué perderé por el camino. Esa es la cosa, vivir es cambiar, vas dejando atrás lo pasado, aceptas lo nuevo. Tal vez lo más frustrante es que nunca pierdes lo que esperabas y a menudo sientes su ausencia cuando ya se fue. Y entonces te despides de lo que no está. Porque algo así es la melancolía, un largo adiós a todo aquello que ya está ausente.
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De una forma u otra, siempre tuyo,
El Tejón.
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