guiado por las apariencias

8/6/08

No hay destino.


Como tengo mañana un examen de Historia Medieval del que no tengo ni idea y quiero aprovarlo a muerte porque si no no acabo la carrera en Junio, he decidido escribirme una entrada del blog. El texto está pensado para leer escuchando esto. Como me sobraba tiempo, también he traducido la letra de la canción. Se admiten apuestas sobre mis resultados en el examen.

No hay destino.

De crío una de mis películas favoritas era Terminator 2 (aun sigo pensando que es un peliculón), una de las frases míticas de la película es "no hay destino". Parte de la trama trata de viajes en el tiempo, se plantea la posibilidad de saber con certeza que el futuro se puede cambiar. Es algo curioso de plantear, algo que el hombre se ha planteado siempre: si su camino está ligado o no a la fatalidad. El entuerto es terrible en dos sentidos: por un lado nuestra razón que constantemente intenta controlar y someter lo que le rodea, siente una especie de descanso ante la posibilidad de que los esfuerzos de la voluntad sean inútiles y de poderse abandonar al imperio de las circunstancias. Pero por otro lado, está la frustración de sentir que nuestros actos son futiles ante la inmensidad del cosmos.

A veces, da la impresión de que podemos ver el futuro: visionamos el fruto de nuestros esfuerzos, de nuestras esperanzas, con una claridad prístina. Cuando en una época se da la sensación de que los objetivos se cumplen, de que voluntad y circunstancias van de la mano, se produce una sensación de pujanza, de alegría con el Mundo en el sentido filosófico del término, de armonía. La Atenas de Pericles, la primera Francia revolucionaria, incluso la contra cultura hippie. Suelen ser periodos cortos, intercalados entre grandes momentos de mayor o menor desaliento, de decadencia, de añoranza de esas Edades Doradas.

Goya vivió desde España la Edad Dorada de la Revolución, con el notable aumento ideal que da la distancia. Goya era un afrancesado. Luego, esa Francia ideal, de manos de Napoleón, esclavizó su España, a sangre y fuego. España consiguió revelarse y zafarse del yugo en la innegablemente heroica y absurda Guerra de Independencia. Pero la consecuencia fue el reinado de Fernando VII: el horror tras el horror.

Goya no pudo más, no quiso poder más. Se retiró con su joven amante, Leocadia Weiss, a la Quinta del Sordo, a vivir un merecido retiro después de una vida llena de sueños de un Mundo mejor. Decoró los muros de ese nidito de amor con paisajes, intentó evadirse, intentó envejecer y morir de espaldas al destino que tan cruel se había mostrado con los hombres, y con él como observador sufriente.

En 1820 llega el trienio liberal, un nuevo sueño y un nuevo horror. Y Goya no puede quedarse al margen. Es un viejo, no puede actuar, pintará sobre los paisajes, sobre la evasión: Las Pinturas Negras. Sobre prados y flores, el perro hundiéndose en el fango de la fatalidad.

Al final, acaba sus días exiliado en Francia. Allí, una tarde en París, visitará a la Duquesa de Chinchón.

La Duquesa de Chinchón era la niña que le miraba en el cuadro de La Familia del infante Don Luis, con una complicidad inocente y maravillosa. A veces el destino también es jodido con los poderosos: al morir su padre, la metieron en un convento, del que salió sólo para casarse con el despreciable Godoy, que jamás la quiso. Con los años, sus lazos familiares y sus ideas también le valieron el exilio. Goya la retrató embarazada de su único hijo: como de niña aparece tan bondadosa, inocente y cándida.

Daría dos dedos de mi mano izquierda por poder mirar por un agujero el encuentro de los dos personajes. Dos caras del desengaño. Siempre que voy al Prado me paro ante el retrato de ella y le saludo y le dedico tiempo. Según sigo viviendo tengo más claro que el Destino pinta perros agonizantes encima de los paisajes de nuestras esperanzas. Según vivo entiendo más y más que El Sueño de la Razón Produce Monstruos.

¿Y qué va quedando? La risa, y las cosas que aprender. Porque aunque todo sea tan confuso que a menudo no sepa por qué sigo aprendiendo o si sirve para algo, supongo que me divierte y me hace apreciar más las pequeñas cosas y el cariño de aquellos que pasados los años siguen a mi lado. Como Goya y la Condesa.

Goya a los 30 años era un artista mediocre, cuando murió tenía 82 años y dejó una obra que está llena de cosas que el tiempo aun no ha entendido, que están delante de nosotros. La Condesa vivió 48 años, murió el mismo año que Goya, y seguramente y a pesar de todo, guardó hasta el final toda esa inocencia en su rostro.



Pinchad en las fotos para verlas grandes. Y de propi, una poesía de Borges, que también viene al caso:

Y uno aprende

Después de un tiempo
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma.
Y uno aprende
que el amor no significa recostarse
y una compañía no significa seguridad.
Y uno empieza a aprender...
que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas.
Y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno empieza a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que, si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
Y con cada adiós uno aprende.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En cuanto al texto no diré nada, me ha gustado, aunque no comparto lo de la absurdez de la guerra de independencia, pero bueno, reflexionaré para darte una replica.
En cuanto a la porra de tu examen apuntame: Tejon 1 historia medieval 0. APROBADO.

Suerte majete!
Juan

h_sin_remedio dijo...

1) Apenas se de historia
2) No se de arte

pero me gusta como escribes Germán.

Anónimo dijo...

german envidio tu pasión por el arte, de modo sano, pero la envidio, más bien la añoro, antaño yo llegue a disfrutar de cosas así, por que no ahora? buen texto, como siempre buscas y consigues emocionar, si fueras músico tirarías hacia el agudo como decía nuestro perdido hiberni.
Kefir.

Mark dijo...

Hola Señor Tejon.

Soy de México DF, y le escribo para decirle que me gusta mucho su manera de expresarse y su manera de ver el mundo,.

He llegado a su blog, por medio de la imagen de Goya llamada “Aun Aprendo” me a apasionado de sobremanera la poesía que la acompaña a la vez que toda la entrada en si.

En ocasiones también me siento como un perro hundiéndose en el fango de la fatalidad, pero de eso no he de hablar.

Cuídese mucho

Saludos.

Marco S.