guiado por las apariencias

18/8/08

Me voy.

Pareja, por el Señor Tejón, año 2003. (Dibujo como el culo).

Me voy a Galicia hasta el Viernes. Esta semana con las fiestas en mi barrio ha pasado un montón de gente por aquí y casi no he podido dedicarme a mis cosas pedantes, pero por otro lado he visto a un montón de amigos y he tenido un montón de conversaciones intensas. De eso también vive un Tejón, casi más que de ninguna otra cosa. No me da tiempo a escribir nada nuevo, pero me gustaría dedicar algo bonito a todos, por eso cuelgo este texto antiguo que hice hace bastantes años y que durante mucho tiempo fue el que más me gustaba de mi repertorio. Os lo dedico a todos, que esta semana habéis sido muchos. Añado una poesía que escribí anteayer en honor a Capitán y le envío un abrazo tremendamente especial a Raquel. Y como el texto va de ideales se lo dedico en concreto a Almudena, porque cuando pienso en ideales siempre me viene su presencia, que es ideal de talento, bondad, inteligencia y belleza, y también ideal de otro tiempo en el que todo era sencillo y feliz.

Ala, a cascarla.


* * *


Asustas.


Me asusta tener la cabeza vacía. Cuando me siento delante de la pantalla o la hoja en blanco y no puedo escribir nada o lo que escribo es basura, el mundo se me viene encima. Tengo que escribir, tengo que inventar, que crear. Necesito, necesitamos darle un sentido a las cosas, pero las cosas, el cosmos, no parece tener un sentido concebible por nuestras pequeñas y oscuras cabecitas. Por eso tengo que hacer nuevos sentidos, falsos como todos los sentidos dados a las realidades, fugaces, variables, tan sólo instantes brillantes, burdas bromas al silencio del Espacio que, al menos en el momento que ven la luz, parecen tener sentido. Mañana se habrán fundido en las sombras de la duda, del olvido, de lo viejo. Da lo mismo que sean historias poesías o ensayos, todos son destellos de un cuchillo que se agita en la noche tratando de rasgarla como si fuera una manta negra. Qué torpes se me antojan todos nosotros, los individuos, personajes minúsculos agitando nuestros puñales, intentando atravesar la oscuridad intangible, prístina.

Imagino una Diosa que tiene la cara de Kate Winslett y que me observa pura y noble intentando hacerme comprender. Soy ciego para su imagen, o, mejor, llevo una cinta en los ojos, una cinta que arde y me quema. No puedo verla a través de la tela pero sé que es preciosa. No tiene 20 años y un cuerpo esculpido, tiene treinta y cinco y está hecha de luz y su cara es cándida como si este adjetivo se hubiese inventado para ella. En mi mito de la caverna nadie se quita la venda, nunca. Nacemos con ella y aunque la diosa es buena no podemos hablarla, ni tocarla, ni sentirla, ni escucharla mientras me explica que tiene miedo como yo o nos reímos de algo. Todo en el bosque que me rodea, desde dónde ella observa, es azul y nocturno, todo funciona sin sentido en la paz de las noches sin personas. Pero mi cinta es de fuego y quema mis ojos y me da ilusiones de un mundo cálido.

Miro a través del fuego y me abraso y me hago viejo. Quemo mi ojo; mi globo blanco, marrón y negro hace un ruido desagradable mientras arde y se consume, pero miro, intento ver a través y sólo veo la llama y describiéndola escribo cosas sin sentido. Mientras se queman los ojos, se va descubriendo lo azul y todo pierde su significado.

Hoy sólo puedo pensar en mi diosa, si viniese a vernos sería parecida a Cristo, quizás en chica. Pero es buena, no viene porque no puede. No lo puede todo mi diosa, carece de voluntad. Nos da la vida, nos mira, impotente sonríe. Brillando entre azul y blanco, con las manos en las mejillas, sonriendo con toda la ternura, con toda la pena. Es tan bonita… me gustaría no tener alma y no tener cuerpo para poder ser como ella. Sin sentido podríamos serlo todo: mi novia, mi madre, mi esposa, mi amiga, mi hermana, mi desconocida de mirada que me marca en un segundo para toda la vida, mi hija, mi dulce hija. Cómo un místico me siento enamorado de ti, de Dios, pero no quiero subir, trascender, iluminarme. Quiero hacerte el amor y desayunar contigo, olerte cuando sudes y calentarme con tu cuerpo del frío. Vivir en el pecado y la blasfemia que supone mi deseo y, al ser como tú; ser libre, no tener sentido, amantes perfectos.

Cegado en la locura del escrito me veo caminando hacia ti, te toco. Tu cuerpo es de vapor de hielo. Tan bonita, con unos pómulos que me hacen saltar las lágrimas de puro resguardo, con la ilusión de la bondad misma en tus facciones, sin palabras en tus labios que yo me duelo llenando de besos. Me consumo en tu no ser, muero, expiro, con un sonido de aspirar de aire. En la noche de tu bosque misterioso me borro, más que morir, me voy, me voy del todo. Mi carne, mi energía, ya no están, como las tuyas. No soy más que un ente azul, la representación de mi imaginación de algo que no existe. Sobre el paisaje oscuro nos elevamos, miedo es lo último mortal que siento. Ahora, encima de las copas de tus árboles, bailamos.

Bailamos un vals, ¿por qué no? Somos libres. Sonreímos como locos, nunca dejaremos de querernos. Al ritmo de nuestros compases el horror de los hombres sigue allá abajo. Impotentes, perfectos, soñamos su salvación imposible con melancolía. Giramos y giramos en nuestro vuelo con una locura que recuerda a los libros de Howard Phillis Lovecraft. Vueltas y vueltas y vueltas.

En mi cuarto, frente a la pantalla zumbante me muero de frío que no existe mientras escribo esto. Estoy tiritando y apuro un pitillo que no quería fumar. Me pregunto si siento y me acuerdo de la gente que quiero, me alejo tanto de ti. Vuelvo a sentir el fuego.

Que triste estoy pensando en todos, ruines amantes somos. Cargados de miedo y esperanza; en los bloques de ladrillo, en los tubos de escape, en la pantalla de mi máquina. Ya está amaneciendo y anocheciendo en otros lugares y chicas hacen el amor por primera vez y personas sufren torturadas. Es demasiado para mi pobre cabeza, casi no puedo soportarlo. Escuece y me da nauseas.

Si pudieses, te pediría que me escribieses, pronto. Si pudieses, juntarías las palabras que me recordasen el romance de esta noche y nunca podría tenerte, pero nunca tendría celos de que bailases con otro. Sería como un enamoramiento de verano, el primero, el más intenso, falso y puro. Tus cartas lo mantendrían en un resquicio de mí y siempre podría volver a él, como si del mito de la creación de la esperanza se tratase. La rara esperanza de los hombres que tan poco sentido tiene. Como del héroe de una gesta hablarían de mí las leyendas y los viejos contarían que si la esperanza nos sigue moviendo a pesar de todo, es porque una vez tú y yo bailamos sobre las copas de los árboles y, vacíos, fuimos amantes perfectos.


* * *


¿Qué fue del niño?

¿Qué fue del viento?

¿Qué fue del susto que nos dio el tiempo?

¿Qué fue del perro?

¿Qué fue del amo?

¿Qué fue del amor que duraría mil años?

¿Qué fue del sol?

¿Qué fue de las hadas?

¿Qué fue de las mentiras que tú me contabas?

¿Qué fue de mí?

¿Qué fue de ti?

¿Qué fue de todos?

Yo nunca quise volverme el dios que un día inventó los polos.


Ayer la vida se fue por un sumidero,

dejó por respuesta la forma perfecta de un gran agujero.


Ya sólo queda el tacto caliente de nuestras manos

el pelo, la carne, el hedor y la sangre de nuestros hermanos.


Sonrisas de palo que salvan semanas que olvidan los años,

ya nadie se atreve, ya nada me sabe, ya no sé hacer daño.


Yo quiero morirme, todos los días, algunos momentos,

Porque echo de menos todas las cosas y todos los cuentos.


Y la lección del agua que corre en el río;

a mí no me sirve. No quiero ser sabio, no quiero ser frío.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por el tiempo, gracias por ser un tejón idealista.