guiado por las apariencias

25/8/08

Lo que sea.


Esto lo escribí el verano pasado:

"Sueño con que el pasado volverá. Día en que sentimos que éramos como héroes, que algún día seríamos héroes. Héroes pequeños. Todo lo que orbita alrededor del espíritu gris de esta ciudad es un sueño de un sueño que un gorila negro, grande y viejo está teniendo mientras reposa en la rama de un árbol. En una selva verde oscuro a miles de mundos de distancia. Y aquí el aire se enrarece por el humo de las personas del siglo XXI. En la nostalgia de la música de finales de los años 60' me llega el llanto de una hippie adolescente y embarazada con un vestido de flores, embebida en su juventud y en su esperanza. Cuando el mundo era joven. Cuando el mundo era joven y tierno como un brote.

Yo y Sergio caminamos por la noche de Madriz. Me acuerdo de todos. De Almudena y de Raquel. De Javier y del Ato. De Arregui y del Yoni. Me acuerdo de aquello que cantaba el Yoni: "Y como no, pongo esta para los ausentes. Amigo del pasado, amigo del presente". Me acuerdo de Pablo y de Julián, de Rumiko y de Eleusía. Los tiempos pasados van dejando migas de algo transparente sobre los hombros. Algo que no se va. Me aterroriza no volver a escribir. Compramos la última lata de cerveza.

Sentados en el suelo. Amanece un sol que no se ve. Llega un momento en el que dejas de tener claras algunas cosas, y después, dejas de tener claro nada. Recuerdo una página del tebeo Akira, en la que Tetsuo se enfrenta a su desmembramiento como persona, consumido por el poder. Restos de sus recuerdos en forma de viñetas se extienden por la página. De amigos, de primeras veces, de miedos, de esperanzas; se desvanecen.

"Y el viento que nos hizo titanes

Se lleva ahora el cordón de nuestro tiempo

La ilusión se escapa entre los dedos

Los niños se visten con piel de animales y andan perdidos"

Los niños vestidos con piel de animales podrían ser los niños perdidos de Peter Pan. Sergio sonríe, realmente parece polaco. Últimamente las noches de calle me llevan a un momento en el que no quiero quedarme ni quiero volver a casa. Quizás es el calor, o el verano. Pero hago planes sin confianza. Como no consiga acabar la novela de una vez me voy a morir, me angustia y no sé si la angustia es la mejor compañera del escritor.

Perdí una chapa con una cápsula y la palabra "Akira" escrita en japonés. La cápsula era mitad roja y mitad negra, como las cápsulas de ginseng que tomo para mantenerme espabilado. No escribo más que mierda. Me preocupa mucho, he perdido la inspiración. El tiempo pasa, nos cambia. ¿Y si me quita el talento? ¿Y si me lo ha quitado ya?

En el concierto de Björk, hace unos días, mi adolescencia volvió a mí con una fuerza inusitada. No podía evitar cantar a gritos y se me saltaban las lágrimas. Años atrás tenía la pared de mi cuarto empapelada con sus retratos. Música como de cuento, la Hiper Balada. La he visto tres veces ya; cuántas más la veré. Las cosas que me gustan, me envuelven. Me arropan. No podría pasar sin ellas. Björk. Ayer unos cuentos de Guy de Maupassant. La Víbora Negra. Es increíble cuantas hay. Paisajes de Van Gogh. Voy consumiendo bocaditos de cultura y no quiero trabajar nunca jamás. Pero ya está. Ya no es "algún día". Soy uno más. No soy un escritor. Me he perdido por el camino. Por eso no sé nombres de calles, por eso me pierdo, por eso pierdo las cosas. No quiero encontrarme como el uno más que soy. Sentimiento mezquino de altivez soñadora sin fundamento. El Año que Vivimos Peligrosamente. Seinfeld. Lo malos que son los Cartones para Tapices pintados con 30 años y lo increíble que es el Aun Aprendo dibujado a los 80. La esperanza de poder ser aun grande haciendo algo. El sexo, el sexo me obsesiona demasiado. Echo de menos el otro cuerpo, la mujer, la curva, la grasa, el dejar de pensar.

Echo de menos todo lo que pasó. Y ya no sé si echo de menos el futuro.

- ¿Y el presente?

Me pregunta Sergio.

- El presente no sé si nunca estuvo ahí.

Sobre todo te echo de menos a ti. A ti de ayer, a ti de hoy, a ti de mañana. No lo sé."


* * *


Unos meses después conseguí terminar la novela. El resultado fue La Espera, que trata, principalmente, del miedo a los cambios. Creo que es algo que me persigue de siempre, el miedo a cambiar. Vivimos en un Mundo gobernado por el cambio; en la moda, en la naturaleza, en el clima, en las vidas… Durante mi adolescencia pasé una época muy obsesionado con las religiones, supongo que hubiese estudiado historia de las religiones si hubiese existido esa carrera en mi país. La religión ofrece una posibilidad de contrarrestar la temporalidad, de anular el devenir histórico, como tan bien explica mi querido Mircea Eliade en El Mito del Eterno Retorno. Como es absurdo creer si vives en un Mundo en el que Dios no existe, terminé acudiendo a otro recurso para amortiguar lo más posible la sensación de vértigo. Me escondí, como tanta gente de mi tiempo, detrás de la ironía. La ironía puede ser un refugio de soñadores verdaderos. ¿Quienes son más soñadores entre los hombres que los artistas? Los grandes artistas europeos de las segunda mitad del s. XX fueron grandes ironistas… Yo, como los artistas más modernos, guardé mis sueños bajo llave, los recluí en mi cabeza, me volví un maestro absoluto de la masturbación mental, de los cuentos de lechera, que quedaban siempre sólo en eso, en cuentos de lechera, porque el ácido de la risa los aplastaba con la certeza de su imposibilidad.

Afortunadamente, Lo que sea (el nombre que a partir de ahora tendrá en mi vida Dios, el destino, el azar, la nihilidad o lo que sea…), otorgó al hombre una capacidad de cambio a veces sorprendente. Hace unos meses cambié el chip. No puedo decir que sea otra persona, porque la base, el carácter, no cambia, pero muchos planteamientos son radicalmente diferentes. Mi fuerza ya no radica en mi neurótica invulnerabilidad risueña, ahora radica en una nueva, flamante e igualmente neurótica (la base no cambia) capacidad para asimilar los cambios. En los últimos cuatro meses han cambiado radicalmente mis relaciones con varias de las personas más más importantes de mi vida, de las que ya sé que serán de las más más importantes de toda mi vida. En los últimos cuatro meses he perdido muchísimas certezas, muchas cosas que antes eran fijas se han vuelto relativas. Ya no creo en que pensar me valla a llevar a ningún conocimiento medianamente fiable, cada vez sé menos cosas, cada vez estoy más seguro de esas pocas cosas que sé, que las sé sin saber por qué. Supongo que empecé a creer y creer es la única manera saber algo con seguridad.

He aprendido que a veces hay que estar triste y que a veces no puedes evitar sentir una punzada en el pecho que dura horas. Que el fuerte es el que aguanta eso, no el que no lo siente. Que otras veces simplemente eres inmensamente feliz sin motivo. Y voy a aprender a echar las cartas. O Lo que sea


Y tú:

¿Cambias?

¿Crees?

Lo que sea ;)


* * *


Cuando sigo viajando todo va bien,

mis dedos bailan por el teclado y salen palabras.

¡Magia!

Bendita magia.

Sin ella ¿qué harían los corazones y los muslos de las chicas que duermen solas?

¿Qué haría yo?

Animal peludo, animal quemado por las luces caducadas de las farolas.

Y la ciudad: ni contigo ni sin ti,

y los amigos: que jubilaron a muchos sueños.

Cuando sonríes con los ojos húmedos

vas por buen camino.

Pero ya no te importa,

porque eres como un coyote,

que se sabe grande y pequeño,

que con una mirada vacía entiende el día y la noche,

que sus ojos son canicas,

que ya nada tiene tanto sentido como Lo que sea.


Ayer no arde porque no existe,

un hombre fuerte con los puños cerrados,

un gato perdido,

una flor blanca sobre un puente de cemento, sobre una carretera de asfalto, sobre una autopista de metal, sobre un mundo de humo negro

y Lo que sea


Y el sueño de un beso

y Lo que sea

y un puñetazo en caras de piedra

y Lo que sea

y una traición a un hermano

y Lo que sea

y la noción de que hay Terror

y Lo que sea

y ver que somos tontos por hacer planes

y Lo que sea

y mármol congelado sobre nuestros hombros

y Lo que sea

y sabor a ti

y Lo que sea

y fe

y Lo que sea

y un suspiro de un niño que es como yo y que justo ahora muere de hambre

y Lo que sea

y mi alma gemela que fue una campesina egipcia de los tiempos de Amenofis Cuarto

y Lo que sea


Y volcando la caja de Pandora

se vacía de Esperanza

y en ese vacío negro

como una mancha en un resquicio

queda el humor.

Que puede ser punzante o sedante o reconstituyente

o Lo que sea.


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