guiado por las apariencias

11/7/08

Qué estoy haciendo ahora.

Voy a intentar sacar adelante una segunda novela, va a ser duro porque es un poco deprimente, pero hoy he leído algo que me da ánimos. Es algo que escribí hace un año cuando empecé a fraguar el proyecto. En principio me pareció demasiado denso, pensé en dejarlo como ideario del asunto y hacer los capítulos más narrativos. Pero aunque eso sigue en pie y la mayoría de los capítulos van a ser más historietillas, voy a meter éste porque al redescubrirlo me ha gustado bastante. Me ha sorprendido porque ha pasado un año pero creo que se ajusta más a mi estado actual que al de entonces, es como si ahora lo entendiese mejor. La novela se va a llamar El Jardín de las Delicias y va sobre lo que dice este texto.

Besos.




Pero quien sabe.

Es un problema diferenciar entre el cuerpo y la persona y es un problema asimilar que somos la misma cosa. ¿Lo somos?

Julián piensa ante la pantalla del ordenador. Se encuentra en un momento de su vida en el que ha dejado de entender su estado de ánimo. Sospecha que es una suerte de progreso triste.

En casa, solos él y el gato. El cariño por su gato le recuerda hasta qué punto el amor es una invención. El gato es persona en la cabeza de Julián y le quiere. Aunque no sabe si realmente es persona o no.

Tiempo sin relaciones sexuales. El sexo se había convertido en algo tan crucial en su vida… Practicarlo; el sexo en abstracto es importante para todos. Ahora, la falta de contacto físico le desconcierta. Cuestión de acostumbrarse. La calle es tan fría. La gente a distancia, distancia de la ropa, de la voz, de la imagen, del humor, de las frases. Miles, millones de palabras de distancia. Y la gusta la gente. Julián habla aunque no sabe, no sabe hablar, nunca supo, sólo sabe decir lo que piensa. Eso a veces es terriblemente necio, si tienes un día tonto y no llevas ningún discurso preparado…

Piensa en su inteligencia, a base de pensar demasiado se ha vuelto más tonto en muchos aspectos. En un pasado que parece remoto, tenía el don de deslumbrar a los demás. En parte seguridad inconsciente, en parte rapidez. Julián quiso volverse más lento, pensar pensó siempre sin parar, pero antes lo hacía deprisa, al ritmo de las palabras. Ahora lo hace despacio, a un ritmo que él cree real, el ritmo interno de las cosas. Ha quedado desfasado del tempo vertiginoso del mundo que le rodea. Nunca fue capaz de pensar a dos velocidades. Le cuesta cambiar de ritmo, cambiar de esquemas. Cerebro cerrado. Capaz de cambiar mucho en un año, incapaz de cambiar un poco en unas horas. Nadie es listo para todo. Casi nadie, al menos.

El problema es diferenciar entre el cuerpo y la persona, asimilar que somos la misma cosa. ¿Lo somos? ¿Cómo?

El sexo, el conflicto entre la inocencia y la cultura. La primera cultura es la norma sexual. La familia surge en torno a la norma sexual. El otro principio; la muerte. El sexo y la muerte son el principio y el fin de la vida. Mirar a la muerte a los ojos y hacer el amor son los dos mayores momentos de realidad que un hombre puede vivir. Porque escapan a la norma, la norma se crea a partir de ellos; para intentar domesticarlos, domarlos, para intentar esconder que somos animales. Pero es batalla perdida, porque siguen siendo ajenos. Tantos rituales en torno suyo no pueden camuflarlos. El gran teatro del mundo humano se celebra sólo para esconder el sexo y la muerte. 2 + 2 = teatro. (E=mc2)= teatro. La lógica = teatro. Ingeniería, ciudades, moda, política, dinero, poder, historia, arte, literatura = teatro. Y lo más duro de todo: amor = teatro. Julián siente un escalofrío al escribir esto. AMOR = TEATRO. Pero no es tan grave, porque nosotros somos personajes de teatro, no somos reales. Somos de mentira, la parte real es la que folla, caga, come y muere. Y ni siquiera folla, caga, come y muere, porque follar, cagar, comer y dormir son palabras y palabras = teatro.

La muerte la encuentras de bruces. Vives en la más completa inconsciencia de ella, de espaldas a ella. Se dice mucho que nuestra cultura laica vive de espaldas a la muerte, sin prepararse para ella; mientras que las sociedades religiosas viven preparándose para el gran paso, en contacto con él. Verdad a medias, las sociedades religiosas suelen preparar durante la vida una escatología que evada la muerte, que haga sentir que la muerte no es el final. Pero nosotros afirmamos que es el final y por eso vivimos de espaldas a él, porque el final del teatro no se puede concebir ni asimilar, porque no somos vida, somos teatro y al morir no se acaba la vida, pero sí el teatro. No somos más listos, ni más valientes, sabemos que morir es final por lógica, pero no lo aceptamos porque no podemos; y sería mejor inventar una poesía que nos engañase porque poesía y lógica son sólo teatro y una, ayuda más a vivir mejor que la otra.

Pero el sexo no sobreviene. Da igual que encontremos de repente a una persona, la conozcamos muy poco, o nada, y mantengamos en seguida relaciones sexuales con ella. Lo hemos preparado. Preparamos dónde acudir para encontrarlo, cómo comportarnos y qué aspecto tener para conseguirlo. Luego, mientras follas; preparas juegos, gestos, posturas. Pero desnudo junto a otro "animal con teatro", o junto a varios, siempre hay momentos de inconsciencia, de lucidez inconsciente, de liberación del teatro, de catarsis. Ser animal. Que el contacto quede vacío de significado.

A Julián le gusta decir el nombre de la persona a la que se folla mientras se la folla. Al decir su nombre, la palabra más cargada de significado para el otro, por un lado intenta atrapar a la persona porque le da miedo perderse en el sólo cuerpo, por el otro se maravilla de que esa palabra tan íntima pierda su sentido. El nombre del protagonista del teatro de la otra persona y del actor principal del teatro de Julián en la escena que está viviendo; de repente pasan a ser nada, lo cual tiene algo de alivio. Temer el teatro o resguardarse en él, oscilamos entre dos principios opuestos, vivimos así. Apolo y Dionisio no pueden entenderse pero están forzados a convivir. Con refugio religioso o sin él, la naturaleza humana es esquizofrénica.

Difícil estar tiempo sin el contacto de un cuerpo desnudo. Ya han pasado semanas desde que acabó con Sonia, sólo una relación esporádica desde entonces. No es suficiente. Acusa la falta de otro cuerpo. Nunca fue suficiente, pero la escasez actual es menos suficiente que nunca. La costumbre mitigará la ansiedad. La costumbre es el arma más poderosa del hombre.

Julián piensa demasiado, Julián piensa bien pero tarde, Julián se está volviendo un tonto sabio muy poquito a poco, Julián no sabe vivir… ¿Pero quien sabe?

Por suerte, está la risa. La risa es humana y lúcida. Total y absolutamente lúcida. Por un momento: "anda, pero si todo es un teatro". Sin necesidad de tener la muerte o el sexo presentes. Sin necesidad del cuerpo, el teatro se descarga siendo consciente por unos instantes de su propia teatralidad; el absurdo. El humor es la maravillosa profanación de cualquier cosa que parezca sólida, real. Sin necesidad de sexo o muerte. Aunque algunas de las risas más liberadoras se dan a la salida de un funeral o durante el cigarrillo después de un polvo. El humor es el colmo de la eficiencia de la razón, es el único atisbo de su eficiencia a parte de la superpoblación. Y lo curioso es que todo el mundo ríe, hasta el más necio.

Julián recapacita… "¿Por qué empecé a escribir? Salí por la noche, nada especial. Bebí algo. No me siento tan pletórico como para vivir con intensidad una noche sobrio. Volví a casa pronto, a las cuatro pasadas… Mañana tengo que preparar el comentario para explicar El Jardín de las Delicias…". Todo viene de allí, de El Jardín de las Delicias del Bosco.

Julián ve amanecer, Julián ha de escribir mañana, terminar lo del jardín y estudiar. No tiene sueño pero mejor se va a dormir. Julián simplemente no sabe qué pasa. Lo que es peor, sabe que no pasa nada pero su cabeza insiste en que algo pasa y tiene que saber qué es. Julian necesita escribir. Escribir es teatro, escribir se hace en soledad. Julián desea una mujer ideal; que sea entusiasta, con los ojos grandes y que hable de forma desconcertante, como él. Pero como dijo Mick Jagger:

"No siempre puedes conseguir lo que deseas.

Pero si lo intentas, a veces, es posible que descubras

que has conseguido lo que necesitabas".

Abre el cajón, coge el móvil. "Escribir nuevo mensaje de texto", no entiende por qué va a hacerlo.


1 comentario:

Mark dijo...

Miro a veces el fondo de los ojos de un gato. El animal domesticado ha adquirido al precio de su ingenuidad elemental la facultad de dirigirnos esa mirada, a nosotros que no somos ya animales. La mirada iluminada de ese gato al contacto con la mía me pregunta: ¿te interesas en mi? ¿es que existo para ti? ¿es que existo?

*Terapia Gestalt, la vía del vacío fértil: Martin Buber: Yo y tú.


Creo que de esta entrada han surgido muchas cosas....