guiado por las apariencias

7/9/11

Las historias importan.

Como las identidades, como las ideologías. Hoy las despreciamos, pero importan. Nos dicen que sólo importan los mercados, la economía, las propuestas y medidas tangibles, pero no es así. Las historias importan mucho más, como importan las imágenes, que son sus rivales y sus amantes. Las historias importan y dan dignidad a las personas que las crean, las portan y las viven. Las historias nos convierten en sujetos, son el arma para resistirnos a convertirnos en mercancía, nos liberan de los estereotipos, de los prejuicios, de los nacionalismos. Las historias nos individualizan y nos acercan; las buenas historias, las sabias y verdaderas. Necesitamos historias que no sean panfletos, que sean múltiples y libres, que seduzcan a nuestro hambre de conociemiento, no a nuestros miedos y odios.

El hombre, para conocer, necesita historias. Sin historias no sabemos nada. No existe el ensayo, sólo existe la lúcida intuición de la poesía, y el sólido encanto de la narrativa, y de sus historias.










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