guiado por las apariencias

22/6/09

Querida Gatis VI

Querida Gatis:

El otro día soñé contigo y me apetecía contártelo. Soñaba que tenía el poder de hacer que el pasado volviese y se pegase al presente y vivir así las dos cosas a la vez. Y yo estaba de viaje y a la vez en Madriz, y me sentía libre de todos los lastres de la rutina, como aquí, pero a un tiempo seguro y arropado por el cariño de los míos y también por el cariño de la misma ciudad, porque en las cabezas de las personas los lugares también tienen sus afectos y protegen. Recuerdo que iba al Prado, otro lugar que me quiere y que echo mucho de menos, y no estaban sólo el Jardín de las Delicias y la Condesa de Chinchón y el Noli me tangere del Corregio, si no también los cuadros de David del Louvre que nunca he visto y La Venus del Espejo de la National Gallery y la familia del Infante Don Luís de Goya que vi en una exposición pero que no sé en que museo suele reposar. Y hacía el amor contigo y tocaba tu culo grande y redondo, pero a la vez sentía las costillas de María contra las mías y veía el pelo rubio de una chica guapa que cenó hace poco en el restaurante. Y bebía con todos mis amigos, sobrio y borracho, contando todas las historias, escuchando todas las historias, brindando por los presentes, amigos del pasado, amigos del presente.

A partir de un momento, la sensación de maravilla del principio del sueño evolucionaba hacia la angustia. Me abrumaba toda esa totalidad, me hacía volverme más pequeño. Literalmente empezaba a encoger. No me hacía minúsculo, pero pasaba a medir más o menos como un niño de diez años, metro cuarenta, o algo así. Y entonces dejaba de gustarle a la gente, a mi gente y a mis sitios, por ser demasiado pequeño. Os ibais todos y yo me retorcía de angustia y me repetía que sólo podría vivir quedándome solo, olvidándome de todo, dejando todo atrás… y volvía a crecer pero ahora rodeado de una inmensidad negra, y al no tener referencias no podía saber cuanto había crecido pero me daba la impresión de que me había hecho inmenso. Allí solo, me sentaba con las piernas cruzadas, en la negritud. Estaba desnudo y comenzaba a reír y a canturrear sin sentido, y aunque todo el sueño había sido en primera persona en ese momento pasaba a verme desde fuera y me iba alejando, y desde fuera parecía que me hubiese vuelto loco o que tuviese la personalidad de un bebé. Me desperté.

Ahora, al escribirlo, me doy cuenta de que a penas apareces en él, pero me levanté echando de menos Madriz y pensando en ti y en todo lo que dejé allí. El día anterior había estado hablando de literatura con Michael y su novia, hablamos del Aleph de Borges y de la Odisea, y pensé en la vuelta a casa. Les comenté que es curioso que en la Odisea Ulises se muestre muy humano todo el rato, superando los problemas a duras penas, con muchas pérdidas, y que sólo al final, al llegar al hogar, demuestre ser un superhombre capaz de superar pruebas de habilidad imposibles y de vencer a todos los pretendientes de Penélope apoyado sólo por su hijo y dos esclavos. Les dije que me parece algo terrible, porque el héroe más real de la épica, dejaba de ser humano al volver a casa, como si lo más ilusorio de la Odisea fuese la llegada al hogar, como si la Odisea contase que la vida es un vagar, que nunca se vuelve al terruño mas que en la ilusión.

La nueva novia de Michael se llama Pauline y es un verdadero encanto. Es minúscula, rubia, con la nariz grande y gafas enormes. Enseña literatura en la universidad de Winskonsin (lo cual no es nada del otro mundo, dado el nivel del centro), es afable y graciosa y adora a Michael y Michael adora a Pauline. Es judía francesa, le enchufaron en la universidad unos parientes que tenía en Chicago. No se puede decir que sea un genio de su profesión, está bastante más preocupada por tomar cenas agradables, dar paseos y escuchar a Michael tocar la trompeta. Una personita sabia, con talento para ser feliz. Se conocieron porque ella se torció un tobillo justo delante de él, pisó mal al bajar el escalón de una tienda. Michael iba por la calle, la tomó en brazos, la metió en su coche y la llevó a un hospital, esa noche la invitó a cenar al restaurante. En Milwaukee una pareja interracial levanta bastantes miradas pero ellos están tan enamorados que no necesitan nada más que al otro. Él debe ser unas seis veces más grande que ella.

La única pega es que yo me he quedado bastante al margen. Pauline me adora y hacemos planes juntos, pero como es normal ellos quieren estar mucho tiempo a solas. Por lo menos he vuelto a escribir, lo último la historia de un chico de unos treinta años que descubre que es adoptado y busca a sus padres biológicos. Estos están muertos, pero tiene un hermano gemelo que ellos sí se quedaron y criaron. Va a hablar con él y tienen una conversación. Ya te lo pasaré. A ver si voy reuniendo los cuentos que tengo, los corrijo (que es lo que más me cuesta) y monto un librito. En el trabajo voy ayudando poco a poco a los cocineros, Michael, que es la mejor persona del Mundo, se siente un poco mal por no poder hacerme el mismo caso que antes y se esfuerza en compensarme enseñándome cosas en la cocina. Por lo demás voy a parques a leer y vuelvo a pensar demasiado. El otro día fui de excursión a pescar solo, tres días yo y el bosque. Fue una experiencia llena de paz, pero también bastante melancólica, sentir toda esa belleza sin poder compartirla. La naturaleza tiene además una extrañeza, viéndola en toda su opulencia es el sumun de la elegancia, pero si la retratamos, si sacamos una foto, resulta hortera y convencional. Tiene una belleza que no se puede apresar. Estoy un poco mal de la cabeza porque le cogí el coche a Michael sin tener carné. Creo que debería terminar de aprender a conducir para sacarme la licencia, aquí es fácil y necesario. Además dudo que me quede mucho tiempo en Wiskonsin, me está costando hacer amigos, algo raro en mí, señal de que va siendo hora de cambiar de aires.

Pero no sé a donde encaminarme, seguir vagando empieza a ser una necesidad más que una ilusión. En ese libro que los dos odiamos, Rayuela, el pesado de Cortazar dice una cosa que me gustó: "el hombre es el animal que se acostumbra incluso a no estar acostumbrado". Es algo inevitable que me da pánico.

Perdido pero con los ojos abiertos,
te manda recuerdos
el Tejón.

3 comentarios:

Mark dijo...

WoW ... otra entrega en menos de una semana, me sorprendes, muy gratamente.

hartadelnick dijo...

hey!
yo siempre pienso que todo tiene relación o pasa en wiskonsin, conexión mental?
gatis forever!

carletti dijo...

la portada es de nati, es una jefa, joder tu relato va por la cuarta parte voy ,a leermelo desde el principio.