guiado por las apariencias

27/10/08

Sin saber.



Hace unos días un compañero tarado colgó en nuestro blog esta joya. Es un video que yo vi cuando era niño. Creo que venía en unas cintas de cortos variados que publicaba Disney. Mi padres me las alquilaban en el Vips cuando salían a cenar y me quedaba solo en casa. Desde muy pequeño me encantaba que mis padres y mi hermana saliesen para poder quedarme solo y tener tiempo para hacer las cosas que me gustaban en la intimidad.

Yo había olvidado por completo ese corto de animación sobre las teorías pitagóricas del universo armónico y ordenado, pero al volverlo a ver he recordado cuanto me gustó y lo profundamente que me impactó. Es curioso como vuelven las cosas

Durante muchos años fui una persona muy racional, no creía en ningún tipo de escatología, ni en el destino, ni en ninguna clase de fenómeno metafísico. Pero ya en la adolescencia, empecé a comprender que las explicaciones racionales desembocan en la frustración inevitablemente, muy especialmente para los que, como yo, vivimos en una era crítica y confusa. La razón era aun mi principal creencia cuando empecé a interesarme por las religiones. Aunque es un tema que hoy tengo bastante abandonado, durante años fue lo que más me interesó en el Mundo. Descubrí a Mircea Eliade, a Allan Watts, a Suzuki y a Nishitani. Leí los Evangelios, el Tao Te Ching, el Corán, poemas haiku, la Baghavad Gita y multitud de mitos de las más diversas culturas. Pero creo que aunque creí creer en algunos momentos, en realidad lo hice siempre desde un punto de vista romántico y melancólico, sabiendo que, en realidad, no escapaba de la necedad de tener una cabeza que tendía a lo racional. Un razón testaruda que se mostraba inútil a la hora de satisfacer un carácter demasiado sentimental. Si no tuviese un sentido de la ironía profundo (y lo tengo, a pesar de ser tan pedante), creo que me hubiese vuelto loco en algún momento entre los 13 y los 25 años (mi relación con cierta persona también ayudó)…

Así como descubrí el humor a finales de mi infancia, últimamente, por fin, me he abierto a la intuición. Por fin he dejado de saber nada. Una crisis enorme ha agitado mi ser y como una terapia de electro shock me ha dejado desarmado. Ya no tengo un lugar concreto asignado en mi cabeza para todo lo que me rodea, antes lo tenía con conciencia de que era algo absurdo (ahí estaba la broma), pero ahora, simplemente, no está. Y tal vez, en algunos sentidos, esté viviendo de verdad por primera vez.

Llego a los sitios sin saber como me voy a sentir, sigo arriesgándome y probando cosas nuevas, pero lo hago sin saber que va a ocurrir. Conozco a personas y, si me gustan, me acerco a ellas sin saber que busco exactamente. He perdido mucha seguridad y creo que se me nota. En muchos sentidos me he hecho más estúpido. Mientras que en otros, en cambio, me siento muchísimo más listo. Como por ejemplo a la hora mirar a alguien a los ojos y saber desde un principio qué tipo de persona es. Las primeras impresiones son imprecisas y difusas, pero precisamente por esto a menudo están más cercanas a la verdad.

En el colegio se me daban bien las matemáticas. Como mis padres eran cultos y me hicieron leer algo, también me manejaba más o menos bien con las redacciones, pero, sin duda, para lo que tenía verdadera facilidad era para las matemáticas. Aun así me empeñé en hacer letras. Supongo que fue el principio de un proceso que aun está en curso y que es mi vida.

Las proporciones áureas, la música de las esferas, la búsqueda de patrones en la Naturaleza, responden a una realidad: hay un ritmo en lo que nos rodea. Pero la voluntad de medir, de nombrar, de precisar ese ritmo, es el paradigma de la tragedia humana. Porque el ritmo es algo real, pero los números, las palabras, las ideas, son humanas, puros artificios, puros trucos que deslumbran como fogonazos pero se desvanecen en seguida en pequeñas nubes de humo. Sólo la intuición que anuncia sin cuantificar, sin nombrar, sin concebir, se acerca lejanamente a algo, a Lo que sea.

El otro día fui a ensayar agotado, cabreado y con pocas ganas. Lo que pasó dentro del local 37 del Ritmo y Compás esa noche, es una de esas cosas que… hasta yo a veces me quedo sin palabras.

Besos.

El Tejón.

P.D. Joder, este texto podría haber sido bueno pero me ha quedado fatal. Últimamente he perdido el ritmo narrativo por completo. ¡Qué puta mierda! Espero que me vuelva un día de estos…



4 comentarios:

Julio Teruel dijo...

no escapaba de la necedad de tener una cabeza que tendía a lo racional.

Cojonudo.

Y en cuanto al ritmo narrativo, estoy de acuerdo en lo que atañe a este texto en concreto, porque este texto, en mi humildísima e ignorante opinión, está compuesto de bosquejos de diferentes textos, unidos por una idea mental momentánea pero que se intuye (la infancia hilvana, qué duda cabe), así que aquí no puedes achacarte falto de ritmo, porque es un ritmo que va a trompicones, como el propio texto. A mí me suena a escritura automática, a que te sentaste pensando en todo lo que te había venido a la cabeza viendo el vídeo, y boom, sin más. Y eso no es malo. Es un estupendo ejercicio de escritura.
En otras palabras y de forma mucho más escueta, prosaica y liberada de valoraciones pretenciosas: quita la posdata, coño!

Germán Huici dijo...

JJJ, Gracias, gran Julius. No voya quitar la posdata, yo soy muy creído cuando escribo algo que me gusta y muy rallado con lo que considero que hago mal. En general no tengo puntos intermedios para casi nada. Aun así te agradezco tu jugoso e interesante comentario.

Otra cosa: he descubierto de dónde viene esto, de un video de 30 minus de 1959 que se llama Donald en el País de las matemagias. está entero en el youtube en español y en versión original.

Saludos

Germán Huici dijo...

Mmm... me lo estoy viendo y es la polla.

Anónimo dijo...

Joder Tejón, me siento muy identificado con tu curiosidad, tu relacion y forma de acercamiento a la religion.

¿Por que coño no vi yo esto en los tarados?

Hablando de casualidades y demas..
Justo ahora me estoy leyendo un libro que habla de estas cosas y ahora me encuentro al pato donald con lo mismo!

El libro tiene muy buen pinta, se titula "La Divina Geometría" de un catalan creo. Me lo acabo de empezar, si me mola y te interesa te lo paso.