guiado por las apariencias

12/10/08

En 1969.

En 1969.

Por fin volví a soñar. Fue un sueño fantástico, inquietante, oscuro. Los sueños casi siempre son inquietantes, fantásticos y oscuros, pero yo casi lo había olvidado. Me enamoraba de la chica guapa de mi facultad que me cae mal. Creo que la odio simplemente porque tengo serios fundamentos para pensar que no es tan maravillosa como parece. Soñaba que la chica era David Bowie. David Bowie en el cuerpo de la chica guapa era un ser atormentado. Una especie de ángel encerrado en un cuerpo humano con una turbadora capacidad para ver el futuro, ver el futuro equivalía a ver horror, ver el horror que se avecina sin remedio. Yo tenía la suerte de que me eligiese para pasar un fin de semana; incapaz de amarme, al menos le servía de evasión y eso era ya un privilegio. Patetismo en parajes profundos y lejanos; moteles de carretera de película americana y una casa en obras con una piscina en obras llena de agua. Todo muy raro, colgado de Dabid Bowie con aspecto de chica preciosa, preciosísima. Bowie perseguido por policías oscuros que ansían sus poderes sin entender que son inútiles. Ha de escapar, lo ayudo, siempre tan bonita, y melancólica y triste. Huyendo por pasillos de motel de color pardo; extraño, casi nunca soy capaz de soñar con espacios en los que nunca he estado. Policías de negro tras nuestros pasos; me despido definitivamente de él/ella en la puerta de un ascensor, se cierra corredera, mecánica; su cara desaparece tras el metal. Yo sólo. Pasan 39 años, ya no estamos en 1969.

En el presente veo a la chica, ya no es David Bowie, no me importa, después de haber tenido una relación con un ángel y de haber vivido 39 años sólo; me siento sabio, liberado de sentimientos y sentimentalismos. Veo a la chica junto a otro gafapasta de mi facultad, juntos y acaramelados, les sonrío con ternura. Está Raúl por ahí, en la especie de espacio moruno en el que me encuentro: Una recreación onírica de las estancias del harén de Delacroix. Le cuento lo ocurrido con miedo a ser tomado por majadero o mentiroso: he soñado que 39 años atrás mantenía una relación con esa chica, que era David Bowie, que es un ángel fatal. Desperté aquí, pero al haber soñado lo anterior a pasado a ser real en nuestro pasado, ha ocurrido. Raúl me cree. Luego, sentados en torno a una mesa cuadrada, en la penumbra: yo, Raúl, el gafapasta y ella; conversación intrascendente y por fin me decido y le pregunto: "¿tú me has conocido antes?", responde: "no". Su no me estremece; terror, pánico. Miro a Raúl que me sonríe con piedad. Entonces, ¿qué pasó? Yo sé que fue real, hace 39 años, quizás debería hablar con David Bowie que al fin y al cabo aportaba el alma al asunto, ¿qué pasó? ¿qué pasó?

Me despierto con una erección importante. Hoy, quizás en el mundo real.


1 comentario:

Julio Teruel dijo...

Jejejeje, gran final! Y gran manera de contar un sueño, que es siempre jodido, con descripciones que son garabatos de nada, como son los sueños.
Enorme meter a David Bowie en el cuerpo de la pija de turno.
En 1969 tal vez Bowie era un niño que luchaba por ser niña y enamorar a estudiantes perturbados. Y fue entonces cuando le conociste, pero ya no nos acordamos, porque siempre soñamos, pero olvidamos sin darnos cuenta de que hay algo que olvidar.

Al menos siempre nos queda la erección mañanera.