guiado por las apariencias

9/10/08

El lunes fui a un concurso de la tele.

El lunes fui a un concurso de la tele. El público eran viejos de Torrejón y les hacían grabar unas cuñas, era increíble su desparpajo y su inocencia. Son personas que han pasado una guerra en la que la mayor parte de los hombres tuvieron que matar, que disparar a otros, son personas que tuvieron que pasar una posguerra, personas que han nacido en un mundo rural, en el que el estilo de vida de la gran mayoría llevaba siendo muy similar desde la Edad Media y que han vivido todo el despegue económico español, el cambio al modo de vida urbano e industrial. Hoy graban tonterías para un programa de televisión, con toda la ilusión del Mundo.

En la vida muchas cosas vuelven. Vuelve la infancia, vuelves a no ser autónomo, a necesitar que te cuiden, vuelves a ser caprichoso y despreocupado. Al final vuelves a ser un bebé, si vives lo suficiente. Te haces tus necesidades encima, dejas de poder hablar o andar… Seinfeld dice que los dos cumpleaños que más se parecen son el primero y el último: en ambos tienen que preparar la fiesta por ti, invitan a gente que no son tus amigos, tú ni siquiera sabes que es tu cumpleaños, soplan las velas por ti, comen la tarta por ti porque no tienes dientes…

Pero, aunque la vejez en su estado final más deteriorado es terrible, los ancianos que aun tienen capacidad y ganas de vivir, son a menudo fascinantes, como los niños. Sin grandes ambiciones, sencillos. Qué poca publicidad hay dirigida a los viejos. Es curioso, la tele diseña gran parte de su programación pensando en ellos, porque cada vez hay más y suelen pasar demasiado tiempo en casa frente al televisor. Pero luego los anuncios que pagan esos programas nunca van dirigidos a los viejos que los ven. Van dirigidos a padres de familia, a mujeres de mediana edad, a jóvenes, muchos a los niños también. Supongo que cuando vas teniendo más y más presente la realidad del final, menos ansiedad consumista te queda. Te conformas con los placeres más sencillos: la familia, los amigos, el sosiego, los juegos, la comida; recuperas, como de niño, la conciencia de lo que es verdaderamente importante.

El martes le eché las cartas a alguien por primera vez. Como me pasó la vez que me las eché a mí, el resultado fue certero y me impresionó. Tiempos movidos para mi querida Pino, te deseo mucha fuerza y ya sabes: acepta lo que venga, porque en este momento no depende de tu siempre magnífica energía. Es terrible lo de mi intuición, nunca había tenido conciencia de ella y se ha despertado de repente con una fuerza que asusta bastante. Yo diría que no me estoy volviendo loco, pero entonces las cosas que siento son verdad: una de dos, y creo que ninguna de las dos me gusta demasiado…

Hay algo en el tiempo que no comprendo, un sentido oculto que no es ni benigno ni maligno. Algo fuerte. Sé que ahora voy a tener suerte durante una temporada siempre que sea valiente y viva como me viene y tome las decisiones que debo tomar según se me presentan. Una fundamental: emancipación ya. Es probable que acabe en Vallecas, el Centro se ha convertido en un hogar para mí, pero no debo rechazar una buena oportunidad de vivir con dos personas fantásticas, sería ir contra corriente, así que me veo allí…

Supongo que estoy un poco melancólico, es por el tiempo y porque no consigo escribir. Tengo entre manos el editorial de la revista que quiero hacer con el gran Guillermo Supermaxi y la novela de Dina. Ambas cosas cada vez me gustan más según las maduro en mi cabeza, pero esta semana estoy sin talento. Estoy leyendo la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Murakami, y no ayuda a mi situación. El libro va lleno de presagios, lleno de referencias a mí. Es maravilloso cuando una obra conecta con uno así, pero trastoca. Y cuando se vive la propia vida con tanta intensidad te quedas en un estado adecuado para escribir textos de blog y poesías. La distancia necesaria para una novela o un ensayo serio se hace mucho más difícil. Tengo miedo, tengo pánico de no llegar a convertirme en escritor.

Mañana visitaré a la gran gatis, todo está siendo complejo esta semana.


Un pasaje del libro de Murakami:

"- Oye, señor pájaro-que-da-cuerda -dijo tras un corto silencio May Kasahara, como si se le ocurriera de repente-. No sé, pero creo que si la gente teme quedarse calva es porque eso les hace pensar en el final de la vida. Es decir, me da la impresión de que sienten que, conforme se van quedando calvos, la vida se les va acabando. Como si se acercasen a pasos agigantados a la muerte, a la destrucción final."

Cada vez tengo menos pelo.



Cuando vuelva a levantarme

tomaré un desayuno de derrota

romperé mi pecho entre señales de alarma

esnifaré un suspiro desgastado.


Reventaré una carcajada hueca

buscaré otra princesa en camiseta

beberé el licor de la aventura.


Soñaré con mañanas de mentira

negaré la evidencia del fracaso

viviré la ilusión de tu dulzura.


Adoptaré a los gatos mal queridos

tildaré de farsantes a gigantes

estaré para todos mis amigos.


Abrasaré las flores con mi aliento

volveré a ser señor de mis recuerdos

subiré la escalera de las dudas.


Pero eso será mañana,

cuando vuelva a levantarme.


Y para continuar en esta dinámica de buen rollo; unas imágenes de agentes de bolsa durante estos últimos días all around the world!!!


Yakarta.

Wall Street.

Sao Paulo.

Francfort.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Pufff, menudo soliloquio sobre la vejez y el paso inexorable del tiempo, sobre deseos, anhelos, frustraciones... Cuánta miga en tan reducido texo.
Dice García Marquez que el secreto de una buena vejez es un pacto honrado con la soledad... y es cierto. Es sorprendente y fascinante la serenidad de la vida cuando ya no tiene prisa por llegar a ninguna parte. Y no creo que se trate de conformidad, sino más bien de selección... sabe seleccionar lo verdaderamente importante y auténtico tras una larga vida llena de experiencias de todo tipo.
Por citar a Neruda en un bellísimo verso; "qué tristes son los muelles cuando atraca la tarde", pero hasta ese entonces -aun con preludios de alopecias o sienes plateadas- son muchos los mares que surcar... cursilada soberana la mía, pero una gran verdad. No perdamos más tiempo.