Un jueves
por la tarde yo encajé en los planes de Dios
un rayo cayó
sobre mi cabeza
recto y
brillante
como
dibujado por un lápiz incomprensible.
Creí.
Aun creo.
Pero pasaron los días
y no volví a saber nada de Dios.
Cuando dicen que los Caminos del Señor son inescrutables
tienen razón.
Inescrutablemente mi compañero murió en mis brazos.
Fue Dios el que me hizo anarquista.
Creí.
Aun creo.
Pero pasaron los días
y no volví a saber nada de Dios.
Cuando dicen que los Caminos del Señor son inescrutables
tienen razón.
Inescrutablemente mi compañero murió en mis brazos.
Fue Dios el que me hizo anarquista.
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