guiado por las apariencias

28/3/09

Volviendo a entrar en calor.

Bueno, el cuento sigue en barbecho, cuelgo esto que me ha salido hoy (es malo)…

- Pero ¿por qué?
- Los últimos años… los he notado mucho. Cada vez estoy más cansada, se me olvidan las cosas. Muchos días no tengo ganas de coger un libro o de escribir. Y desde que él se murió… le hecho de menos. Casi no me quedan ni amigos, están todos muertos, o chochos. No quiero que mi vida sea pasarme el día esperando a que llegue el Domingo para poder ver a mis hijos y mis nietos durante un par de horas.
- La gente a tu edad se conforma con no tener dolores, todavía estás bien.
- Pues precisamente por eso, es justo el momento.
- Te has vuelto loca del todo, estás tan chocha como tus amigos.
- Tal vez, pero es mi decisión. Para mí una de las cosas más importantes de la vida ha sido tomar mis propias decisiones.
- La libertad es muy egoísta.
- La libertad sirve para elegir uno mismo por qué y por quien merece la pena no ser libre.
- Pues aplícate el cuento.
- Lo mejor para uno y para los demás no es lo que se prefiere, si no lo que es realmente mejor, y yo creo que ahora mismo esto es lo mejor para todos.
- Para mí no.
- Si me voy ahora, me iré con la cabeza alta, sin que nadie halla tenido nunca que limpiarme el pis y la caca.
- Pero es que yo quiero limpiarte el día que lo necesites, lo haré feliz.
- Pues entonces tienes que ser tú el que se sacrifique y me deje ir.
- Y ¿por qué me lo dices a mí?
- Siempre fuiste el más fuerte.
- Ser el fuerte es una mierda.
- Ya… lo siento, desde pequeño has sido al que más le he exigido.
- No lo sientas, lo entiendo, siempre lo he entendido todo, pero esto… esto no.
- Míralo así, ¿Querrías tú que Miguel tuviese que cuidarte como a un inválido?
- Si a cambio puedo verle crecer.
- Tú ya has crecido, mi cielo.
- No tanto como para aceptar lo que me estás pidiendo.
- Mira, no lo haré si no tengo tu apoyo, así que tómate tu tiempo y dame una respuesta.
Silencio. Jonás se levanta y se dirige a la ventana, mira a la calle unos instantes y después:
- ¿Sabes? cuando me fui por primera vez de campamento, debía de tener diez años, el día que los padres venían de visita comimos en el campo…
- Me acuerdo.
- Tú viniste sola, pero nadie se sintió tan acompañado como yo. Cuando los monitores nos llevaron a dar una vuelta y hubo que cruzar el río, fuiste la única de los padres que lo cruzó. Tú siempre eras la más… tu no parecías una madre, como si fueses joven, o atemporal. Cuando era niño, siempre que estaba contigo en público me sentía tan… tan orgulloso. Nunca eché en falta que papá no estuviese allí…
- Está bien, cariño, lo entiendo. Esperaré.
Jonás se da la vuelta y mira a su madre:
- No, no… Sigues siendo esa persona, aun eres la única que quiere cruzar el río. Te apoyaré, se lo explicaré a Alberto y Raquel. Incluso si hace falta… te ayudaré, te ayudaré a morir.
Ella con lágrimas en los ojos.
- Gracias.
Jonás se acerca a su madre y se abrazan.
- Te quiero mucho mamá.
- Yo también te quiero.

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