guiado por las apariencias

27/11/08

Virtualidad.

Probablemente lo único brillante que he hecho en mi periplo universitario fue un trabajo de grupo sobre estética india. La parte principal del trabajo trataba sobre rasa. "Rasa" es un término relacionado con el sentido del gusto, significa algo así como "saborear" y se refiere a algo que sentimos cuando contemplamos una obra teatral (en concreto de alguno de los tipos de teatro musical tradicionales indios). Rasa es la emoción que el actor transmite al espectador, una emoción que el espectador no siente por sus experiencias directas propias, si no al identificarse e implicarse con el personaje. Según el tipo de emoción transmitida hay nueve tipos de rasa: cómico, terrorífico, violento, heroico, romántico/erótico, patético, odioso, fantástico o sereno. Una teoría bastante sofisticada de hace más de 2.200 años.

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Vivir historias ajenas, historias perfectas, modélicas, inventadas y refinadas para que el público desee vivirlas. Recuerdo como descubrí Demian de Herman Hesse en una etapa de mi vida en la que nunca leía, cogiéndolo al azar de la librería sólo porque estaba de exámenes y no quería estudiar, recuerdo como viví su historia y sentí su maravilla y su confusión al enfrentarse al paso a la edad adulta, de una forma mucho más intensa que mi propia adolescencia. Recuerdo el frío atenazador y el trabajo tenaz de la excursión al polo de la Universidad de Miskatonic de Arkham, cómo tenía que abrigarme para leer ese libro, como sentí el desasosegante horror de descubrir en las cavernas heladas a los inconcebibles antiguos. El dolor insufrible de enfrentarme a la constatación de mi terrible intuición: de tener que admitir que él es mi padre, él, que mató a Ben y que esclaviza con mano de hierro la galaxia. Tener que matar a un ser tan confuso como yo, leer el informe que notificaba la "retirada" de un replicante y que eso no me hiciese sentir mejor que si le hubiese disparado a una mujer real por la espalda. Tocar la trompeta con esos trajes tan subidos de cintura de los años treinta, a punto de perderme por mi tendencia a la fatalidad, vadeando el desastre, guiado sólo por mi talento y por mi amor al sonido surgido del metal. Tan ridículo, intentando copiar en aquel examen de matemáticas en el que me confundí de hoja de preguntas. Tan cansado, observando a mi hija y a mis más cercanos, desesperado por no cumplir con mi obligación y no dejar un hijo varón, mirando a los ojos de, quizás, mi único verdadero amigo, al que envidio porque es rey de un reino, el de la pintura, en el que es verdadero señor, no como yo que vivo el inexplicable tormento de la providencia. Y aquella vez que bebí ese extraño champagne por error y tuve un sueño delirante plagado de elefantes rosas, sumido en la sutil franja que separa el sueño de la pesadilla. Y cientos, miles más. Me resultaría difícil decidir que ha tenido más peso en mi vida; las historias virtuales o las "reales". Hasta los 18 ó 20 años, las primeras, sin duda.

En realidad, ¿hay diferencia?. Si la vida es algo personal, se basa en lo que sientes. ¿Qué más da que las experiencias sean producidas por fenómenos reales o virtuales? Importa sí, es algo que hay que tener claro si no quieres caer en la locura, pero no sé por qué. He tenido relaciones muy cercanas con varias personas esquizofrénicas en mi vida, Vilamatas dice algo que da que pensar, que la locura es autocomplacencia. A veces, viendo el mundo que hay a un lado y al otro, es difícil entender qué nos retiene aquí. Por suerte, a pesar de estar como una regadera, en el fondo, soy un cuerdo crónico.

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Lo dicho anteriormente es mentira, una trampa. Hay un punto de ternura, un punto de cercanía, un punto de imperfección, un punto de incertidumbre; que sólo las personas de carne y hueso nos pueden dar, que sólo nosotros podemos darle a ellas. El patetismo de nuestra imperfección; algo que tenemos todos, lo que nos une como personas. Al final la miseria es el mayor tesoro humano, porque si una historia virtual fuese tan miserable nadie querría vivirla. "Para eso ya está el mundo real". Pues bien, si una historia real es perfecta; no en el sentido de buena, si no coherente, eternamente intensa, perfectamente dramática; yo no la quiero, porque para eso ya están los libros, las canciones, el cine, la tele y los cuadros. Hay que luchar contra el aburrimiento y el hastío, pero porque son intrínsecos y necesarios, es lo que dota a la realidad de su maravillosa exclusividad. Sin aburrimiento ni hastío, vivir, ser feliz, no sería un reto, no haría falta talento para hacerlo, no sería tan divertido entender y observar como se apaña la gente para inventarse su vida en la rutina, y, además, la poesía perdería su sentido.


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Eso sí, entre los amores de mi vida, está Annie Hall. Annie no es en absoluto el tipo de chica que le gusta al Señor Tejón. No es cursi, ni tiene un punto entrañable, no es curvilínea y es intelectual de una manera fría y poco entusiasta. Tiene sentido del humor, pero no es de carcajadas fogosas si no de ironías sutiles. Es muy inteligente, eso sí, pero también taimada, piensa bien antes de hablar. Es el tipo de mujer que le gustaba a Woody Allen en 1977 y por eso me enamoré de ella, esa es la magia de rasa.

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Y como en esta vida gris existe otra magia, que es la de la coincidencia, dejo el video que me ha salido al buscar "Annie Hall" en youtube. Iba a colgar la escena de la araña, pero resulta que el monólogo con el que comienza la película, del cual yo no me acordaba en absoluto, dice lo siguiente:




Jo, qué maravilla, no me puedo resistir, tengo que colgar esta otra. Aunque no sea mi tipo ¿cómo no enamorarse de alguien que te llama a las tres de la mañana para que mates una araña?



Y el final, claro. Hace poco dije que me gusta pensar que si fuese listo sería Murakami. Pero con Woody Allen conecto aun más, esto es justo lo que yo quiero contar. Lo siento tan mío, esta película, es parte de mi vida, mi primer amor, rasa.

Plata y oro
El Tejón



Yo también necesito los huevos.

1 comentario:

nihil dijo...

a mi Woody nunca me ha llegado a rasa, empatizar, pq no soy tan enamoradizo, supongo, me hace gracia y algunas pelis me flipan bastante (Delitos y Faltas) pero no somo árbol de la misma madera.
lo q yo quería comentar es q la cogorza q se pillaba Dumbo a mi me angustió un montón de pequeño (tb cuando los cuervos se ríen de él y le cantab aquello de: nunca vi un elefante volar). En serio, lo de los elefantes rosas es algo q toca resortes ocultos en mi subconsciente...