a nadie se le ocurrió poner nombre al vacío interior
tal vez, afortunadamente.
agujero liberador, centro de una diana que no se puede ver
se parece a lluvia cayendo
la luz gris de las nubes cubre todo con un mantel
nos deja abrir los ojos.
a veces la sabiduría, que no el saber,
tiene como un regusto de pulcritud asesina
arrolladora.
anhelamos una claridad abrasadora
una luz que nos deje al fin,
sin aliento, incapaces ya de agotarnos.
una cierta calidez,
que también brilla, pero en otro tono,
se genera entre las manos
cuando las colocamos, una sobre la otra, formando una cavidad.
allí dentro, al mismo tiempo,
tampoco hay nada y hay algo,
la ilusión de una existencia.
una forma de describir el amar.
una maratón demasiado poblada
contra una meta horizontal
sin llegar, pero cada día más.
las palabras, que están lejos, nos acercan
con su superficie dorada
no como la del oro, sino como la del pollo o las manzanas al salir del horno.
las imágenes; claras; y más aun, las canciones, y más aun, la música, y más aun, la parca.
y la música, a pesar de todo, tiene ritmo
nuestro ritmo, entre las manos,
pero no fuera, nunca fuera
y aun así
cobardes o bravos. seguimos
2 comentarios:
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Hoy el conocimiento y la argumentación son incómodas y la sabiduría como un suicidio social. Gran "otro post" Tejón!
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