guiado por las apariencias

26/5/09

Limbo.

Querida Gatis:

Ya es invierno en la gran manzana. Mi verano y mi otoño de confusión han pasado dejando un poso amargo, la verdad es que todo ha salido tan mal como se podía intuir. No te asustes por lo que te voy a contar, estoy bien, siento dentro de mí que a pesar de todo he sobrevivido y tengo ganas de seguir luchando. Hace un mes le dio una sobredosis a María. Dejó el teléfono descolgado y se pinchó una cantidad de droga desmedida, ella nunca se pincha. Mientras se iba yo estaba en una exposición de Bacon en el MOMA con Raúl. Viendo esos cuerpos en descomposición de repente lo sentí, como un relámpago. La llamé por el móvil y al ver que comunicaba quise salir corriendo a buscarla pero Raúl me retuvo, dijo que no tenía ningún sentido. A los cinco minutos volví a llamar, de nuevo sin respuesta. Esta vez no dudé. Cuando llegué estaba blanca, fue especialmente llamativo porque acostumbra a tener la piel tostada. Estaba preciosa, como si se hubiese detenido en el tiempo, parecía un personaje de un cuadro de Seurat… La viva imagen de la melancolía, la imagen aun viva. Llevaba sólo el camisón pero no teníamos tiempo, la cogí en brazos y la bajé a la calle, paré un taxi y la llevé al hospital. Mientras la llevaban en la camilla cogía mi mano y me sonreía y me pedía perdón. "¿Perdón por qué?", "porque lo hice para que me salvaras".

Su familia decidió que si no se metía a rehabilitación le quitarían la pensión, en principio ella prefería la segunda opción, pero hablando conmigo cambió de opinión. Me gustaría decir que yo la convencí, pero en realidad lo hizo por salvarme a mí, para salvarme de ella. Me dijo que se curaría si nunca volvíamos a hablar. ¿Y sabes que más? Me dijo que algún día yo volvería a casa, y que nos reencontraríamos tú y yo, Gatis. Y me pidió que entonces, cuando te abrazase, le dedicase un pensamiento, no porque ella quiera que siga en parte enamorado, si no porque en ese abrazo se estaría cumpliendo su voluntad, que es que yo me reencuentre contigo y recupere así la paz.

Lleva tres meses en la clínica, en teoría está desintoxicada y podría irse, pero ha decidido quedarse. Supongo que estar allí, aislada, en ese ambiente artificialmente pacificado y aséptico, es otra forma de no vivir. Yo sólo se de ella por terceros, creo que está escribiendo mucho…

Y han pasado más cosas malas, poco después de eso Michael se empezó a drogar. Creo que es lo peor que he hecho en mi vida, dejar que alguien como él se pervierta. En realidad todo vino de Raúl, que actuaba de una forma cada vez más enfermiza. Llegó un punto en el que se sentía tan ácido y furioso consigo, que empezó a incitar a Michael. Una noche atacó a su orgullo, le dijo que se creía mejor que nosotros y que en realidad era un cobarde que le daba miedo la vida, que por bien que tocase la trompeta nunca llegaría a sacar algo grande de verdad si no se arriesgaba del todo, si no se arriesgaba a morir. Lo peor es que había algo de cierto en sus palabras. Yo intenté pararle los pies, pero cargó contra mí diciéndome que sólo sabía estar en medio, que en todas mis relaciones tenía que ser siempre el otro y nunca el protagonista, que era otro cobarde. Y lo dijo de una forma que me hundió y cuando Michael cogió el cilindro de cristal y se puso a esnifar no hice nada, me sentí como si estuviese viendo una escena de una película. Desde entonces no ha parado y ha empezado a tomar crack y heroína de vez en cuando. Ahora toca la trompeta en el 13 puntos y realmente suena como nunca, cada sonido como un grito de rabia. Todo se ha ido pudriendo, corazón, todo, pero hasta que dimos contra el suelo permaneció en nosotros el sentimiento de que estábamos viviendo algo grande, cada vez más, cada vez más, hasta que dimos contra el suelo.

A mediados de enero la policía entró en casa. Tenían una orden y sabían donde escondíamos la droga, alguien nos delató, no sabemos quien… La gente es extraña, Raúl especialmente, asumió toda la responsabilidad. Se autoinculpó desde el primer momento, con la policía allí, asegurando que nosotros no sabíamos nada. Me lanzó una mirada de tal intensidad que de nuevo no me atreví a replicar. Michael ha salido libre sin cargos, a mí me han puesto una condena por posesión que me obliga a realizar 200 horas de trabajo social y Raúl pasará cinco años en la cárcel. En la cárcel de verdad. A la mierda, Gatis, a la mierda todo.

Lo cierto es que me he quedado sin ganas de nada. Trabajo de camarero y los fines de semanas voy a un centro de ayuda a drogodependientes donde ordeno los fármacos y limpio un poco, tampoco hago gran cosa. He tenido que alquilar un nuevo apartamento, comparto piso con dos chicas, Blanche y Simone, son pareja y unas estadounidenses bastante convencionales, la verdad. Se pasan el día viendo series en DVD. Casi no escribo. Leo, leo a Freud y a Lacan, y a un novelista japonés que se llama Natsume Soseki que me ha aconsejado Manuel. Leo también a Thomas J. Fry, un escritor mulato de la generación Beat que murió a los 26 años, tiene sólo una novela y algunas poesías. Estoy con la novela que se llama Risas Negras, cuenta sus peripecias en un viaje por la América profunda. Drogas y alcohol, racismo de blancos a negros y de negros a blancos. Murió de una paliza que le propinaron estando borracho.

Aun paseo, esta ciudad es el cielo, un cielo oscuro ahora que me pesan tanto los pies y los hombros, pero igualmente precioso. Camino por Central Park nevado, y voy a patinar solo a la pista del Rockefeller Center, al lado del árbol de navidad gigante. No creo que este año tenga ningún regalo. Aun veo a Manuel de vez en cuando, paseamos y charlamos, pero ya nunca en el 13 puntos. Él sigue yendo, supongo que es un superviviente, adelante, siempre adelante con media sonrisa en la boca.

No sé bien lo que he aprendido por ahora, tal vez he aprendido que no hay nada que aprender o tal vez mis experiencias me han turbado tanto que voy a necesitar tiempo para sacar mis moralejas. De todas formas no sé por qué siempre tengo que estar sacando enseñanzas de todo, llevo tal pila de lecciones contradictorias a lo largo de mi corta vida que debería estar escarmentado, debería dejar de creer en nada. Aunque si nada es seguro la única forma de saber es creer ¿no? Va, qué sabré yo, lo que sí puedo decirte es que seguiré buscando o huyendo o lo que sea. En cuanto acabe mi trabajo con los junkies me iré de aquí. Aun no sé a donde…

Te dejo con un fragmento del libro de Fry, creo que no hay ediciones en español, esto lo he traducido yo mismo:

"… después de vomitar todo el whisky, me tumbé en la cubierta, mirando al río con la cara apoyada en la madera. Las voces de sus cantos dejaban sentir aun su huella en mi alma borracha. Me asaltó entonces un pensamiento que ocupó mis entrañas con claridad desoladora: La vida es una sucesión de deseos y pérdidas. Cada cosa que ganas un día será perdida y sólo el final es sereno. Sereno y libre de cadenas.
Me fui quedando dormido, llevado por la corriente, viendo las aguas que la noche había vuelto negras."

Ahora mi vicio es el sueño, duermo diez horas al día, creo que no es bueno…

En fin, muchos besos.

Se despide,
nunca quieto,

El Tejón.

4 comentarios:

...en un lugar llamado Cristina dijo...

Dejo un comentario porque quiero que esos dos se besen y nazca un recuerdo...
y también me gustaría lo de que los tejones ocnquisten el mundo.

besos lejanos.

isa dijo...

ay! cómo me gustan estas cartas!

Anónimo dijo...

Qué gusto volver a leer querida gatis...vaya tela nueva york!!, sabes que estas cartas no tienen tiempo, son ahora y son sin tiempo, como el 13puntos.

Mark dijo...

Tu manera de escribir esta sección me gusta, la siento viva, sin seguir una línea, se adapta a lo que vive el que redacta (igual al que lo lee). Un laberinto de imágenes que siempre sorprende con una realidad nueva.

Gracias por no abandonarnos del todo.