guiado por las apariencias

16/12/11

Una bobada que estaba pensando...

La palabra es por principio antipoética, lo poético es el mirar, el oir, el oler o el gustar. Pero la fantasía y la palabra son atipoéticas. Por eso la metamorfosis que opera la poesía es tan fascinante, porque convierte la paja en oro, la palabra en poesía. Poco tiene que ver este proceso con aquello que se está contando en el poema, y si tiene que ver es de manera en que lo contado cambia de lugar de tal modo que podría ser cualquier otra cosa. Por eso es traicionera la poesía también, porque puede llevar a la creencia de que las palabras que la forman son verdaderas. Es todo muy extraño, una suerte de gran trampa para incautos porque, en realidad, lo que hace la poesía es liberar a las palabras de su necesidad de ser ciertas o falsas.

De alguna forma la poesía es un descanso, un soplo de libertad, un asomarse por el tragaluz de la caberna, un terapeútico acceso de locura.

La única lucided es la lucided del loco, abrasadora. Los psicóticos y los físicos cuánticos son en realidad poetas salidos de madre. Se les olvidó volver a casa y ya no pueden acostumbrar sus ojos a la obscuridad lo suficiente como para contar a los demás lo que vieron ahí fuera. Están perdidos.

A Platón la falto valor para volverse loco. A Nietzsche no. En cualquier caso toda esa Melancolía es muy poco sabia. La poesía está bien donde está, no hay que ansiar tenerla más cerca.

La poesía ha de quedarse allá, lejos, en el pasado y en el futuro remotos, en lo que no puede ser del todo.

La poesía, bien entendida, es la cura de humildad del lenguaje.
Bendita cura de humildad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado muchísimo