guiado por las apariencias

20/2/10

Pensando tras leer La obra de arte... de Benjamin.

Benjamin piensa que en el cine y la foto el ritual ha muerto. Está muy equivocado, si la magia no se percibe, no se hace evidente en ellos, es, precisamente, por lo vivo que aun está su misterio. Son la pintura, la escultura y la arquitectura las que han perdido su aura, su valor ritual, y sólo existen y reflexionan sobre su propia existencia. La teoría en cine resulta insulsa, pedante, aburrida, innecesaria. En cambio, en las artes plásticas, la teoría ha fagocitado al arte. Dios maldiga a los historiadores y críticos de arte. Dios nos ha maldicho, de hecho, con el peor de los castigos. Nos ha arrebatado aquello que amábamos por medio de nuestras propias manos. Dios maldiga a la Academia Posmoderna.

No entendemos hasta qué punto creemos en el arte, en nuestro arte, en la publicidad, en el cine. No entendemos lo maravillosos que son; no lo entendemos porque no nos lo planteamos porque creemos en ellos a ciegas, sin pensar.

Al mismo tiempo, eso sí, sabemos que existen el montaje, las cámaras, la virtualidad... Sabemos que los actores son actores pero para nosotros también son los personajes. Sabemos que las modelos están retocadas por photoshop, pero al tiempo no lo sabemos. Creemos que son de verdad, más de verdad que nosotros, de hecho. Estas contradicciones, estas desmentidas, siempre se han dado en lo cultural, son la creencia, la magia, la religión. Creer es dar como cierto algo que no puede ser. La duda, la necesidad de certeza, destruyen la creencia. ¿Qué sentido tiene el sincretismo? ¿Por qué Alejandro pudo ser faraón? ¿Cómo era posible que fuese Atón el que movía el sol, si antes era Horus, si ambos son diferentes y sus sacerdotes rivales, pero cuando llega la paz son el mismo? ¿Cómo es posible la Trinidad? ¿Acaso los hombres de la antigüedad, que tantos restos magníficos nos han dejado, eran estúpidos? ¿Acaso no pensaban? ¿Acaso no había razón antes de la Ilustración? ¿Por qué adoraban a pedazos de piedra tallados por la mano humana como si fueran dioses?

Se sabía, se sabía pero se creía. Como en la sala de cine. La creencia no anula la conciencia, le propone una tregua. Esa tregua es fundamental para el arte, para la vida, aunque en su engaño tenga, siempre, parte de maravilla y parte de perversión.

El que no cree juega con el fuego abrasador de una libertad que le hace navegar muy cerca de la locura. Muy pocos se atreven a vivir sin nada por encima. Aunque en la era posmoderna la puerta que hay que atravesar para ser libre esté mucho más abierta, muy pocos se atreven a cruzarla.

No nos damos cuenta de lo bellísimos, mágicos y extraños que son los enormes carteles que cubren nuestros edificios. No nos damos cuenta del tiempo que dedicamos a mirarlos, de lo mucho que se parecen a los templos del foro de Roma, no nos damos cuenta de los orgullosos que estamos de ellos, de cuanto los reverenciamos. Si nos diésemos cuenta, no serían ya sagrados.







2 comentarios:

carletti dijo...

que razon tienes tronqui, te lodigo que me acabo de ver un reality ,generacion nini, fascinante tdo aderezado con la final de quien va a eurovision con la actuación ritual total de john cobra en todo su explendor, esa peña si que esta viva ....
pero no te olvides nunca del underground , alli la pintura germina y margina sin planteamientos pajeros i es donde despues los listillos se lo llevan a los museos y lo destrozan todo haciendonos a todos parecer gilipollas.
http://www.youtube.com/watch?v=3HA47khKfOw&feature=related

carletti dijo...

se me ha olvidado saludarte y haber sinos no vemos purrusaldo